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COMPLICIDADES Oferta de trabajo y cita a ciegas

Cenando con una desconocida

“La mayoría de los gremios están siempre muy preocupados en mantener a sus afiliados apenas unos pesos sobre el nivel mínimo de la pobreza”


Un aviso de oferta de trabajo es lo más parecido a una cita a ciegas que existe e igual de riesgoso. En la cita a ciegas, un amigo organiza una salida entre él, su novia, usted y una desconocida, porque han decidido que podrían gustarse y no tienen posibilidades de conocerse de otra forma. La oferta de trabajo es entre una desconocida empresa “X”, pidiendo empleados de tales y cuales características a la que uno manda el currículum sin saber si es exactamente lo que están buscando.

El problema, en ambos casos, es “X”. Si uno supiera cómo es la persona que le presentarán, al menos puede preparar un discurso acorde, vestirse de una manera o de otra, evitar ciertos comentarios, en fin. Lo mismo en el otro caso, no es lo mismo un redactor de noticias para un diario digital especializado en asuntos policiales que otro dedicado a temas de cultura.
Además, otro problemita, por ahí piden “buena presencia”, “con ansias de superarse”, “que sea eficiente y proactivo”. Ahá, muy bien, piensa uno. Si no quieren avisar, por razones de estrategia comercial o lo que fuera, el nombre de la empresa, al menos pongan: “Somos estrictos a la hora de pagar lo que marca la ley”. ¿Sabe qué?, van a tener solicitudes como para hacer dulce.
Quienes se postulan para un trabajo cualquiera, acudiendo a un aviso, saben que no ganarán una fortuna ni lo pretenden. Quieren solamente lo mínimo, que es lo que marca la ley. Si van a dedicarle ocho horas diarias, quieren cobrar lo que el convenio colectivo de trabajo marca para ocho horas, no mitad de jornal. Mucho menos: “Presentate el lunes y después vamos viendo cuánto tienes que cobrar”.
La mayoría de los gremios están siempre muy preocupados en mantener a sus afiliados apenas unos pesos sobre el nivel mínimo de la pobreza. Quieren que sigan siendo pobres, jamás pelean por un salario digno, para que sean de clase media, a lo más que aspiran es que sean pobres por siempre. Algunos ni eso, como los gremios de maestros.
Hay empresas en toda la Argentina que son avisadas de cuándo habrá una inspección de la Administración Federal de Ingresos Públicos. Hasta que pasa el “peligro”, cierran la cueva donde hacen la liquidación de sueldos de los empleados, de yapa los amonestan por si llegan a ser interrogados por los inspectores: “Vos decí que entras a las ocho y sales a las doce, te va el trabajo en lo que les digas”. El empleado piensa en su señora, en sus hijos, en que mal que mal tiene una prepaga, pedorra pero prepaga y le hace caso y también le miente al fisco, porque trabaja en extenuantes jornadas de 10 o 12 horas, sin que en el medio les den un sándwich o al menos un besito.
Casos se han visto de empresarios que, luego de echar a un empleado, si se enteran de que lo están por tomar en otra parte, amenazan, si pueden, al nuevo empleador para que desista de hacerlo. O se ofenden si un empleado, al solicitar trabajo en otro lado, da como referencia la empresa actual, no lo recomiendan de ninguna manera y le responden con un trato hostil.
Muchas empresas se niegan rotundamente a capacitar a su personal, pues tienen la convicción de que si se especializan demasiado los terminarán abandonando. Dicen: “Todo lo que gasté en él, terminará siendo usufructuado por otra empresa, posiblemente de la competencia”.
A veces se hacen los de no comprender por qué se les marchó un buen empleado. Dicen: “No entiendo, aquí era Jefe de la sección Lencería y renunció para poner una verdulería en la puerta de su casa y dice que es feliz”. Claro, como jefe de tu tienda cobraba apenas veinte pesos más que los demás y vos lo obligabas a hacerse el malo con sus compañeros.
Por otra parte, si todo un Jefe de Sección, en vez de seguir en el supuesto importantísimo cargo que le has dado, prefiere vender papas y cebollas, eso habla muy mal de tu empresa, de los sueldos que pagas, del producto o los servicios que ofreces y de vos también, eso es obvio.
Si por razones de estrategia comercial o lo que fuere, cuando ponen un aviso no quieren decir de qué empresa se trata, al menos avisen que pagarán menos del mínimo que exigen los gremialistas para tenerlos en la pobreza y que arreglarán a los secretarios generales del sindicato con un caramelo, para que se hagan los
 tontos y les avisen si un empleado anda queriendo tirarse de loco, pidiendo la escala salarial.
Como en el caso de la cita a ciegas en que lo mínimo que uno pide es que le digan a qué se dedica la chica, así no mete la pata hablando mal de la cana si ella es policía, en el caso del aviso, escriban: “Creemos que el trabajo que hará el postulante es tan pedorro que no le pagaremos ni el mínimo que marca la ley”.
Después, si uno se quiere ensartar solito, es cosa suya.
©Juan Manuel Aragón
La Noria, octubre 31 del 2022

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