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MUNDIAL El negocio que mueve millones

Debajo de mega estructuras

“Si llegan a jugar bien el match de los productos brillantes, mejor para ellos y para quienes pusieron el dinero para mantenerlos”


Es un gran negocio, ahí se compran y se venden productos que pueden funcionar o no. Alguien señala a uno e indica: “Lo compro”. Después lo lleva a probar en un lugar, luego en otro y al tiempo en otro más. Si funciona hasta es posible que se convierta en una marca mundial. Si no, primero irá a sitios, pongamos, un poco más berretas y seguirá bajando de categoría hasta volver al lugar de donde salió, sin pena ni gloria.
Como bienes de intercambio, están sostenidos por mega estructuras monstruosas, fábricas inmensas. Necesitan de la adhesión de la gente para continuar en el negocio, cuanta más los vean, cuanto más se hable de ellos, cuantas más simpatías despierten, serán más valorados todavía.
Si llegan a jugar bien el match de los productos brillantes, mejor para ellos y para quienes pusieron el dinero para mantenerlos en el cada vez más competitivo mercado de bienes y servicios. En lo alto de la estructura no importa mucho quién gana, hoy la estrella es uno, mañana será otro, qué les importa, si ellos juegan solamente por el vil metal, los chelines.
El negocio los necesita a todos, eso ya se sabe, pero tiene sus productos marcados, los que atraen multitudes con su brillo especial, los que siempre serán mejor cuidados que el resto, los que se llevarán las ovaciones de la multitud ansiosa de consumirlos como sea, pagando cualquier precio, pues siempre les parecerán baratos. Pero a la hora del balance, para los que miran el juego desde arriba, pesarán igual o menos que el resto.
Usted reconoce a todos por el que es emblema en cada lugar en que le toca jugar. Es el más que más vale, el que más cuesta y también el que arrastra a los demás a que, desde su humilde sitio, también sean parte del gran juego y se sientan partícipes de la victoria si es que llega. Sin olvidarse de que, detrás de cada uno, hay cientos o quizás miles de personas poniendo lo suyo para hacerlos más eficientes.
El juego tiene sus reglas, cómo no. Cada uno debe estar en su puesto, en su lugar. O donde los pongan. Si alguno no acepta, igual irá a ese puesto. El negocio requiere que ninguno salga con un domingo siete el día que se le ocurra. Todo se vendría abajo si en un momento ellos quisieran manejar el comercio.
Es regla de oro que deben dejarse llevar, como corderitos, al oscuro rincón que les han asignado, hasta el momento que les dicen: “Salga a jugar” y se exponen ante los ojos de la multitud. Deben aprovechar al máximo su época, porque su tiempo es efímero. Y al rato nomás pasarán al olvido.
En esos lugares, aunque a muchos no les gusta, se vive la fiesta del capitalismo más salvaje e inhumano que existe sobre la Tierra. Hay días en que se despierta un frenesí de ganancias, sobre todo los domingos. Mucha gente elige dejar a la familia para acudir a la fiesta mayor de la compraventa de abalorios, a cuál más atractivo que el otro.
Digámoslo también, es un juego de supermillonarios que rara vez desparraman sus millones entre los que tiene exhibidos bajo sus brillantes luces de colores. Casi toda la ganancia es de gente que, si tuviera que decidir dónde va cada una de las fruslerías con que entusiasman a la multitud densa, fofa y fanática, cómo deben estar parados o para qué lado deben mirar, no sabría explicarlo. Ni les importa. Para eso son los millones de dólares que tiene cada uno, distribuidos en bancos de todo el mundo, de Nueva York a Estambul, de Buenos Aires a Tokio o Seúl, de París a Catar, para ignorar los detalles menudos del negocio.
Es cierto que deben impuestos que van gambeteando por aquí y por allá; cuando los investigan siempre caen peces flacos, que son los que van de un lado a otro sudando para conseguir su cometido. Ellos están ultra blindados detrás de millones de dólares conseguidos con el sudor —ajeno, por supuesto—de cientos de miles de obreros, por darles un nombre, que todos los días, a cualquier hora, en todos los países del mundo salen a transpirar bajo el sol, la lluvia, el frío de la montaña o las calientes arenas, para darles el gusto a como dé lugar.
Así es el negocio del supermercadismo, amigos, repleto de vericuetos, luces y sombras, gente que muere al otro lado del mundo para que usted tenga una sandía en contra estación, coma un yogur fresco o saboree un vino mendocino en su justo añejamiento.
Parecido a lo que sucede en el fútbol, pero mucho menos cruel.
©Juan Manuel Aragón
Roca y 3 de Febrero, 19 de noviembre del 2022

Comentarios

  1. Cristian Ramón Verduc19 de noviembre de 2022, 9:26

    Sí, señor.

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  2. Pienso que hay que ser cuidadoso y prudente con los análisis que pintan a una sociedad estúpida e incauta, engañada por viles inescrupulosos personajes que dominan el mundo y lo manipulan a su antojo con el único propósito de acumular millones en cuentas bancarias de paraísos fiscales.
    Este es un error en el que caen muchos, que distorsiona la visión de la gente y provoca resentimientos y reacciones siempre negativos.
    Quizás el escritor qué más daño le hizo a la juventud latinoamericana en este sentido, que les quemó el cerebro con esta misma visión socialista de la economía, fue Eduardo Galeano con su libro " Las Venas Abiertas de Latinoamérica".
    Lamentablemente, luego del tremendo daño ideológico infligido a dos generaciones, terminó arrepintiéndose declarando que cuando lo escribió no tenía idea de economía política y que le daba náuseas leer su libro. Claro que en su cobardía esperó a estarse muriendo para manifestarlo, evitando así las críticas al respecto.
    La realidad es muy distinta, pero sería muy largo de describir en este comentario. Hoy el peligro más grande está en los que buscan la globalizacion del manejo del mundo desde foros socialistas como los COP, las agendas de la ONU y Davos.
    Repetir eslóganes y frases echas como "Capitalismo salvaje e inumano", que no tienen definición ni explicación, le quita coherencia a una opinión y distorsiona el entendimiento de lo que es una economía de mercado, ante la cual todavía no he encontrado a nadie que proponga una alternativa viable.

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  3. Toda la razón 👏 y debe haber más creo
    Te felicito Juan 👏 Manuel
    Un placer leerte
    Arq lopez ramos

    ResponderEliminar
  4. Y que opina el Sr. Ibarra sobre el libro de Marcuse, "La sociedad de consumo" ??

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    Respuestas
    1. Generalmente disfruto intercambiando ideas con personas que se identifican y que emiten una opinión sobre el tema que se ha planteado. Tal como lo hice más arriba. Eso enriquece a las partes y a los lectores. No consider este un foro en el que deba ser "entrevistado" por desconocidos porque este foro no se trata de mí, también por respeto al autor y a los lectores.

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