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Breve crónica de la visita que Albert Einstein comenzó en la Argentina, el 24 de marzo de 1925 y algunas de sus impresiones del país
A Juan, mi chango, que hoy cumple años
El 24 de marzo de 1925, Albert Einstein llegó al puerto de Buenos Aires. Fue recibido por autoridades de la Universidad de Buenos Aires, que lo habían invitado y por mucho público y periodistas. De la ciudad que lo recibía opinó: “Nueva York atenuada por el sur”.Ofreció varias charlas en la Universidad. Luego recordaría: "Los jóvenes siempre agradables y se interesan por las cosas". También visitó varios centros de investigación de la Universidad y el Museo Etnográfico. Además, visitó las universidades de La Plata y Córdoba.Por aquel tiempo ya era uno de los científicos más importantes del siglo XX. El alemán se especializaba en estudios sobre Física. En 1905 había publicado la “Teoría de la Relatividad”, incorporando conceptos analizados antes por Henri Poincaré y Hendrik Lorentz. Ese año publicó también otros trabajos que sentaron las bases de la Física estadística y de la Mecánica cuántica, especialidades del ámbito científico.El ingeniero Jorge Duclout contactó a Einstein para invitarlo a la Argentina. Era un inmigrante académico, físico e ingeniero de origen francés que vivía en el país desde fines del siglo XIX. Era profesor de Ingeniería en la Universidad de Buenos Aires y figura reconocida cuando Einstein llegó al país. Se conocían de su época de estudiantes en el Politécnico de Zurich, Suiza.
En 1915 presentó la “Teoría de la Relatividad General”, reformulando el concepto de la gravedad. En 1919, las observaciones británicas de un eclipse solar confirmaron sus predicciones sobre la curvatura de la luz, entonces fue idolatrado por la prensa mundial.
Estuvo un mes en la Argentina, ofreció 12 conferencias y conoció algo del país, sus científicos y universidades. Luego opinó: “Los programas de los estudios secundarios y superiores que he examinado, me demuestran que este país no necesita aprender mucho de los centros culturales de Europa. En medicina, creo no equivocarme, ha llegado a su punto más alto. Pero en lo que concierne a las matemáticas en general, debo aclarar que el gobierno argentino debería intensificar más aún los estudios de la técnica, pues no es justo que un país tan progresista como la Argentina tenga que acudir al extranjero para contratar tal o cual profesor”.
Duclout era uno de los principales divulgadores de la “Teoría de la Relatividad” en la Argentina, y por eso contactó al científico alemán: quería que viniera a dar un ciclo de conferencias sobre el tema en la Universidad de Buenos Aires. Para financiar el viaje de Einstein, se utilizó parte del presupuesto de la Universidad, pero también colaboraron la Institución Cultural Argentino-Germánica y la comunidad judía argentina.
En abril sobrevoló Buenos Aires en un hidroavión Junker, se reunió con el presidente, Marcelo Torcuato de Alvear, visitó un museo de etnología y cenó con Leopoldo Lugones, su amigo. También visitó La Plata, una ciudad "bonita, tranquila, estilo italiano, con magníficos edificios universitarios que están amueblados en estilo norteamericano", según recordó en sus cartas.
En Córdoba dijo que halló "residuos de cultura verdadera con amor por la tierra y un sentido de lo sublime". Luego, en una visita a una organización sionista, no se sabe si en Córdoba o Buenos Aires, sus directivos le mostraron artefactos y fotografías. A alguien se le ocurrió sacar una foto que colgaba de una pared, y Einstein vio "suciedad horrenda" donde había estado el marco de la imagen. "Espero que esto no sea tomado como un símbolo", se esperanzó.
El 22 de abril desayunó con "figurones" de la ciencia y la política y a la noche se reunió con estudiantes, ellos tocaron la guitarra y cantaron: "Y yo, al final, con el violín", recordó.
Después se fue a Montevideo, pero esta efemérides se alargó muchísimo, entonces, para no cansarlo, la cortamos aquí y nos despedimos hasta mañana.
©Juan Manuel Aragón
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