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Manuel Dorrego |
El 6 de abril de 1820 Manuel Dorrego regresó del destierro que le había impuesto Juan Martín de Pueyrredón, durante su exilio vivió la experiencia republicana y federal de los Estados Unidos
El 6 de abril de 1820 Manuel Dorrego regresó de su destierro. Uno de sus destinos, fuera de su patria había sido Baltimore, en Estados Unidos, donde estuvo con otros expulsados del país por Juan Martín de Pueyrredón.Se acercó a las ideas del federalismo luego de participar en el conflicto que afectaba a las Provincias Unidas del Río de la Plata, sin embargo, se acercó a las ideas del federalismo, un concepto extraño, hasta ese momento en Buenos Aires y en Hispanoamérica.Quería la autonomía de la provincia de Buenos Aires en igualdad de condiciones que las demás, que durante la época hispánica habían estado atadas a un poder central. Si bien sus ideas federales eran un tanto ambiguas, no puede decirse que las del resto de quienes se decían de esa facción tuvieran una idea muy clara.Fue la cabeza de un grupo opositor al Directorio, en el que figuraban también Manuel Moreno, Pedro José Agrelo, Domingo French, Vicente Pazos Kanki, Manuel Vicente Pagola y Feliciano Antonio Chiclana. Apoyaban la posición republicana en contra de las pretensiones monárquicas de alguno directoriales, que querían llamar a un príncipe europeo y coronarlo rey del Río de la Plata. Y se opuso a al director Juan Martín de Pueyrredón que pretendía acercarse a Portugal para atacar juntos a los federales de la Banda Oriental.
Pueyrredón se entrevistó en dos ocasiones con Dorrego. Luego ordenó su arresto y destierro. Lo embarcaron en un buque británico y le dieron por destino la isla de Santo Domingo, entonces colonia española. Antes de llegar, el capitán y tripulación del buque decidieron hacerse piratas (algo común entre los ingleses), y liberar a Dorrego. El buque fue capturado y le costó explicar qué hacía ahí, pero lo dejaron libre.
Llegó a Baltimore, Estados Unidos, e inmediatamente se le unieron otros miembros de su partido, expulsados también por Pueyrredón.
Allá conoció el federalismo in situ: leyó los diarios norteamericanos, editó un periódico en castellano, se entrevistó con algunos políticos y lo que vio, leyó y oyó lo convencieron aun más de su posición republicana y federal.
Mientras tanto, refutaba uno a uno los cargos que le habían hecho. Estuvo en Buenos Aires el 6 de abril de 1820 y el 11, el gobernador Manuel de Sarratea dictó un decreto declarándolo “buen servidor e inocente de falsas imputaciones”. Le reconoció su empleo militar y el derecho a percibir los sueldos que le correspondían del tiempo que le duró el destierro.
Había servido a las órdenes de Manuel Belgrano. En la Batalla de Tucumán estaba al mando de la infantería de reserva, tuvo una brillante actuación y según el general José María Paz: “Los que tuvieron los honores de la jornada fueron el teniente coronel Dorrego y el mayor Forest”.
En la Batalla de Salta su Batallón de Cazadores fue la primera columna de ataque a la derecha, arrollando la izquierda enemiga, y su éxito determinó la derrota sufrida por las tropas realistas.
Dueño de un espíritu turbulento, no acompañó a Belgrano a Potosí y por lo tanto no estuvo en Vilcapugio y Ayohuma, pues después de discutir con él, lo dejaron en Jujuy. De todas maneras, Belgrano sostuvo después que si hubiera estado presente el teniente coronel Dorrego, no hubiera sido batido el ejército patriota.
Bueno, pero aquí está Dorrego, es 6 de abril de 1820, las ideas republicanas y federales que tenía podrían haber fructificado quizás en un bueno gobierno. Pero se interpusieron los unitarios masones, padres de los liberales actuales y decidieron matarlo. Un hombre cuyos intereses se correspondían con los de su patria era inconveniente para sus designios. Los unitarios tenían el corazón con Inglaterra y no cejarían hasta imponerse, en 1852, cuando derrotaron a Juan Manuel de Rosas. Pero es otra historia.
©Juan Manuel Aragón
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