Alto precio de la carne |
Cuento en primera persona para explicar lo que le sucede a alguien que teme leer la noticia de su muerte en un diario cualquiera de Santiago
Algunas mañanas de mi vida he tenido miedo de leer cualquiera de los diarios de Santiago, creía que cuando llegara a la página de la sección Fúnebres iba a hallar mi nombre entre los fiambres y entonces me daría cuenta de que era un espanto, una lectora sombra de sombras, vagando perdida por el mundo de los vivos. Después, cuando todos se convirtieron, por obra y gracia del vil metal, en una prolongación de intereses que no son periodísticos, dejé de comprarlos, aun sabiendo que algunos días por ahí me perdía una primicia.Y me volqué a internet, a las redes sociales.Comprobé que es mucho más fácil, barato y cómodo, poner un aviso en Feibuc para comprar o vender algo, que costearse hasta la oficina de recepción de avisos, pagar la tarifa y esperar pacientemente que al día siguiente el comprador exacto, si hubiera o hubiese, lea mi publicidad y me hable por teléfono. Eso que ninguno de los dos diarios de esta ciudad queda a más de 500 metros de mi casa.
Es maravillosa la internet, lleva en sí todas las noticias del mundo y, por si fuera poco, ofrece un traductor instantáneo y gratis, por si el periódico que quieres leer —¡oh!, analista de la política, la economía o la sociedad —está escrito en alguno de los idiomas del mundo que no entiendes, que son todos, salvo el español. Y el inglés, en caso de que hayas acudido a tomar clases al Anglo o Asicana.
Bueno, el caso es que el tiempo que antaño usaba para leer cualquiera de los dos que sigue habiendo en Santiago, hoy lo empleo en enterarme de lo que sucede en el mundo, con la prensa del mismo lugar de los hechos. Una maravilla vea. De lo que sucede en Santiago, me entero porque un amigo me avisó por el teléfono, porque saltó una alerta de las que tengo instaladas en mi correo o porque apareció en Feibuc, Twitter o alguien me contó en la calle, que son las maneras más seguras y efectivas de enterarse de lo que sucede.
Hay días en que me arrepiento de no comprar ninguno: sobre todo los domingos o alguna fiesta de guardar, cuando me doy cuenta de que no tengo con qué limpiar la parrilla para el asado. El problema lo vino a solucionar el gobierno que, al provocar una espantosa suba de precios de la carne, me prohibió del todamente el asado. Hizo lo mismo con el bife, la ensalada de lechuga, los fideos, el arroz, ¡la polenta!, el estofado, el guiso y todas las demás comidas, más los útiles de los chicos, la ropa, el jabón, la luz, el gas, el agua. En fin, hizo subir de precio todo, por las dudas, pero es otra conversación.
Lo que me molesta sobremanera es que me hayan escamoteado por internet las noticias de la sección Fúnebres, única por la que valía la pena hacer clic para ver qué decían. Uno de los dos que hay en Santiago sólo los publica en la sección papel y el otro los saca en su edición digital, pero atrasados, son finados de tres o cuatro días, por lo que, si no me entero por otro lado que se han muerto y son conocidos, ya no tengo tiempo de ir al velorio.
Según se comenta en la calle, alguna vez los dueños de los diarios de Santiago hicieron un sondeo para ver si, cobrando por ver algunas noticias en el telefonito como hacen los grandes medios del mundo, les alcanzaría para hacerlos rentables, pero se chasquearon, en ese caso nadie les pagaría un peso para leerlos por internet y no aumentarían un solo lector de sus ediciones de papel.
Lo bueno de todo esto, es que ya no tengo miedo de ser un fantasma, sentado en el sillón de casa mientras nadie me ve, leyendo los avisos que me dedicarán amigos y conocidos en la sección de avisos Fúnebres. Es posible que la madrugada siguiente de mi muerte, uno de los últimos canillitas que van quedando en Santiago, quizás el Nene Pons, se equivoque y deje un ejemplar en casa. Si sucediera de esa manera, quede como instrucción para mis deudos, que mojen con algunas gotitas de alcohol la página de Policiales, le prendan fuego, la rodeen de carbón e inicien así la ceremonia de un asado, al que, obviamente, no estaré invitado. Vayan juntando plata, porque si la cosa sigue así, para comprar un kilo de costilla es posible que haya que ir a la carnicería con un camión de caudales o con custodia de la policía.
Juan Manuel Aragón
A 9 de junio del 2024, en Vaca Huañuna. Hondeando urpilas.
Ramírez de Velasco®
Muy buen artículo, Juan Manuel, que toca temas importante sobre el buen uso de Internet y las redes sociales como fuente de información y acceso al conocimiento.
ResponderEliminarSorprendentemente, pese a ser un sistema de transmisión de información que pone al alcance de un teclado todo el conocimiento que existe en este mundo, que ya ha sido casi completamente digitalizado, no suele ser ese el uso que la gente le da. Más bien, pienso que la avidez por el consumo de basura trivial, ha "emburrecido" marcadamente a mucha gente.
Recuerdo el impacto que tuve cuando conocí internet como profesor en la universidad NJIT en 1992. Se usaba para comunicaciones internas y para explorar lo que se iba digitalizado en las bibliotecas de las universidades y del mundo. De pronto podía leer una investigación de La Sorbona, o un estudio de Yale, al toque.
Mi primer intercambio fue con un cordobés que estudiaba en Urbana-Champlain, Ilinois, y en Argentina con el CONICET, que fueron los primeros en tener conexión. Estaban a cargo los hermanos Liotta, con quien tuve algunos intercambios, pero esa es otra historia.
El asunto es que nunca he concebido otro uso que el informativo-técnico-científico-educacional, al punto de no estar registrado en ninguna de las redes sociales. Pará mi son solo chusmerío, frivolidad superflua y pérdida de tiempo. Aunque supongo que hay gente que le da su uso.
Otro fenómeno que.mencionas es la desaparición de la prensa escrita, y hasta del cine y la televisión.
Lamentablemente la reacción de esos medios para mantener clientela ha sido volcarse al sensacionalismo y la exaltación del divisionismo entre la sociedad, que de alguna manera hace que la gente siga consumiendo esos medios, aunque a costa de haber naturalizado las actitudes y visiones más distorsionadas de nuestra realidad.
Pienso que ese puede ser un tema interesante de explorar en tus artículos.
Antes de enterarnos del día de mañana o de saber porque el Dalai Lama habla que hay dos dias perdidas, el de ayer y el de mañana se debe vivir el presente, uno queda envuelto en la Inteligencia prestada y como es artificial terminaran copiando lo que decimos y como dicen que uno se puede o debe equivocar estaremos en contacto sin poder dar una mano ni estrechar con afectos a los que quieres
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