Domingo Bravo |
A continuación, brevísima síntesis de la historia de la introducción del idioma quichua en la provincia
Por Domingo Antonio Bravo
El rico, armonioso y evolucionado idioma de los incas es la tercera lengua general, entre los idiomas americanos, que se establece en Santiago del Estero. Ha llegado con la conquista. El soldado español trajo a nuestras tierras la lengua de Castilla y el yanacona peruano, indio de servicio en la expedición, trajo la lengua del Cuzco. Ambas representaban altas culturas: la cultura occidental, en aquel Siglo de Oro de España, y la cultura americana, de aquel admirable imperio de los incas. Ambas representaban, asimismo, dos etapas en la evolución del lenguaje humano: el quichua, lengua aglutinante como todos los idiomas americanos, y el castellano, lengua de flexión, propia de los idiomas indo—europeos. Llegaron ambas como conquistadoras: una como idioma de los vencedores, y la otra como lengua de los vencidos, en el hecho militar. Pero en el campo lingüístico, iban a librar una batalla de siglos. Y hoy, a cuatrocientos años de su entrada, encontramos a ambos en vigencia en el lenguaje santiagueño.Afirmamos que el quichua entró a Santiago del Estero con la conquista hispana, porque no hemos encontrado constancias valederas de que, a la llegada de los españoles, en algún punto de la provincia se haya halado el quichua. Medio siglo después de la llegada de estos, dice el padre Bárzana: “La tercera lengua es la sanavirona, ninguno de nosotros la entiende ni es menester, porque los sanavirones o indamás son poca gente y tan hábil que todos han aprendido la lengua del Cuzco”. Repárese en el detalle_ “han aprendido”. Con ello significa el misionero citado, que las enseñanzas a los indios, y con estos siendo “tan hábiles”, asimilaron la enseñanza. De lo contrario habría dicho, sabían o saben la lengua del Cuzco. El mismo Bárzana se encarga de confirmar el aserto diciendo que todos los indios que sirven en Santiago del Estero han aprendido dicho idioma. Lo propio hace Charlevoix afirmando que “era la lengua usual para ellos”.El padre Lozano, por su parte, dos siglos después de la llegada de los españoles, anota esta observación importante, refiriéndose a los lules, dice que dos eran sus idiomas: “El quichua hablado por la juventud y la lengua tonocoté hacia la cual parecían tener preferencia los ancianos”.
Este testimonio demuestra de manera concluyente que el quichua es un idioma de reciente imposición. Venía con la pujanza de un brote nuevo ganando la juventud. El tonocoté iba ya en camino de desaparecer- Sólo quedaba, luchando por subsistir como en un último reducto, en el espíritu conservador y tradicionalista de los viejos.
El cacán ya quedaba al fondo, a la distancia, en la categoría de las lenguas muertas.
El tonocoté fue impuesto por la invasión de las hordas nativas del Chaco y más tarde, en pequeña escala, por los evangelizadores jesuitas que lo aprendieron para servirse de él, acortar las distancias con el alma nativa por vía del idioma y enseñar en lengua nativa el nuevo credo.
De este modo el tonocoté, una de las lenguas autóctonas, habladas por distintos hablistas, como los evangelizadores jesuitas, debió generalizarse en Santiago del Estero. En ella debió florecer el idioma nativo y con ella desaparecer, cerrando el ciclo de su evolución para dar paso, en marcha hacia el porvenir a dos idiomas alóctonos, el quichua (aunque extranjero para Santiago era americano como el tonocoté y el cacán) y el castellano, extraño a Santiago y a América.
(Fragmento del "Diccionario quichua santiagueño - castellano").
Ramírez de Velasco®
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