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Monteiro Lobato |
El 4 de julio de 1948, muere Monteiro Lobato, notable escritor e intelectual brasileño, conocido por sus obras dirigidas al público infantil
El 4 de julio de 1948, murió José Benito Renato Monteiro Lobato, en San Pablo, Brasil. Nacido en Taubaté, el 18 de abril de 1882, fue un notable escritor e intelectual brasileño, especialmente reconocido por sus obras dirigidas al público infantil.Estudió derecho en la universidad de su ciudad natal y se graduó en 1904. Cuando era estudiante, formó parte de un grupo literario O Minarete y conoció al escritor Godofredo Rangel, con quien mantuvo una correspondencia que se prolongó por más de treinta años. Esta correspondencia fue compilada más tarde en el libro "La barca de Gleyre", de 1944.Después de trabajar como procurador en Areias, ciudad paulista, regresó a la capital en 1911 y se dedicó por completo a la gestión de los bienes de su familia. Combinó su profesión de apoderado con la de editor, convirtiéndose en el propietario de la Revista do Brasil y fundando en 1919 la Companhia Editora Nacional, que quebró seis años después.De 1927 a 1931, trabajó como hombre de negocios en Nueva York. Allí, quedó profundamente impresionado por el sistema económico de Estados Unidos y trató de establecer una compañía petrolera en Brasil, en contraposición a las directrices del dictador Getulio Vargas. Esto lo llevó a exiliarse en Buenos Aires, regresando a Brasil solo en 1941.
Adscrito al movimiento modernista, cultivó temas de corte rural y un estilo naturalista característico de esta tendencia. Exaltó la identidad brasileña y compartió las ideas nacionalistas de su tiempo, oponiéndose vehementemente a la incorporación de formas vanguardistas europeas en la cultura brasileña. Esta postura se reflejó claramente en sus artículos publicados en el diario Estado do São Paulo.
Su crítica hacia lo que consideraba una actitud apática del pueblo brasileño y su admiración por el sistema norteamericano fueron los temas centrales de la obra que lo lanzó a la fama: su primera colección de cuentos, "Urupês", de 1918. En esta obra, creó al personaje Jeca Tatu, una caricatura del "caboclo" vagabundo y perezoso, representando al hombre típico de las provincias brasileñas: un campesino sin educación, marginado por la sociedad y afectado por diversas enfermedades. Este personaje aparece en varios relatos en los que denuncia las miserias del campo y la situación de los afrobrasileños tras la abolición de la esclavitud.
Luego se inclinó por denunciar la política antipetrolera de Getulio Vargas en sus libros "Acero", de 1931, y "El escándalo del petróleo", de 1936. En 1929, editó su única novela, "El presidente negro o el choque de razas", una obra de ciencia ficción situada en Estados Unidos.
A pesar de su intensa actividad política, Lobato es principalmente conocido por sus colecciones de folklore brasileño y libros infantiles. Sus obras para niños son altamente imaginativas y utilizan recursos ficcionales como vehículos didácticos para diversas materias de enseñanza. En sus creaciones infantiles, se refleja su carácter moralista y su lucha por los intereses de Brasil, fusionando lo fantástico con lo pedagógico. El universo mágico que creó sirve como una metáfora de su país y sus problemas.
Entre sus obras más destacadas se encuentran "Reinações de Narizinho", de 1921, "As caçadas de Pedrinho", de 1933, y "Os doze trabalhos de Hércules", de 1940. Otros títulos notables incluyen "Narizinho arrebitado", de 1921, "Historia del mundo para niños", de 1933, y "La granja del picatroncos amarillo", de 1939. Estos y otros títulos consolidan a Monteiro Lobato como uno de los escritores más importantes en el género de la literatura infantil escrita en portugués.
Cuestión personal
En mi prehistoria personal de lecturas, figura Monteiro Lobato en primer y único lugar. Es una colección de más de 20 libros que aún conservo al lado de la computadora en que escribo estas notas y que me regalaron mis padres apenas aprendí a leer, a principios de segundo o tercer grado. Después vinieron Mark Twain, Julio Verne, Emilio Salgari, pero el que me despertó las ansias de leer fue el brasileño. Cuando era presidente, Cristina Fernández, prologó una edición de “Las aventuras de Naricita” y supe que, de alguna manera, aunque nuestra historia había sido distinta y nunca nos vimos personalmente, compartíamos la pasión por los primeros personajes literarios que hicieron volar mi imaginación, hasta la fecha. Y la entendí un poco mejor.
Juan Manuel Aragón
©Ramírez de Velasco
Muy bueno, amigo.
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