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ESTUDIO ¿Hay una poesía del norte?

El autor del texto

Existe una producción literaria importante, hecha desde una región históricamente valiosa


Por Alfonso Nassif*
Las ediciones que publica la Biblioteca Nacional, cuya colección lleva el nombre de “Los Raros” en conmemoración al libro publicado por Rubén Darío en Buenos Aires en 1904 por la editorial, resultan una tarea importante y ejemplificadora.
De esta manera se da verdadera importancia al libro, que abrió las puertas al conocimiento de poetas que iniciaban todas las nuevas ideas estéticas y dieron comienzo a escuelas literarias, entre las primeras tres décadas del siglo XX.
Se ha sostenido con asiduidad que América, artísticamente y como en nuestro caso, literariamente, ha mirado siempre a Europa, pero si consideramos las nuevas teorías estéticas principalmente en poesía, todo ha comenzado en América.
Podemos distinguir también en la gran obra de Baudelaire y a través de éste a, Paul Verlaine, Rimbaud, Mallarmé, que recibieron influencia directa del norteamericano Edgard Alan Poe.
Después los nuevos movimientos desde el surrealismo con los Cantos de Maldoror, del uruguayo Conde de Lautréamont y todos los nombrados anteriormente; llamados por Rubén Darío “Los poetas malditos”, seguramente por el título de uno de los libros de Verlaine.
Este mundo literario que se inicia en Francia, tiene su origen en América, es el mismo Darío quien también influye luego con sus nuevas ideas estéticas en el modernismo.
Está entre los primeros teóricos de la ruptura de la lógica del idioma, el chileno Vicente Huidobro y son precisamente americanos Cesar Vallejo y Pablo Neruda quienes consagran el creacionismo. En Europa, André Bretón, reconoce implícitamente al Conde de Lautréamont al citarlo en el manifiesto del surrealismo.
Beatriz Guido, sostiene que “establecer comparaciones, como investigar influencias, resulta casi siempre inútil, cuando no desorientador”.
Pensamos, que una comparación que pueda ser debidamente demostrada, es precisamente orientadora.
Al asumir la responsabilidad de realizar una Antología de Poetas del Noroeste Argentino, no dudamos en dos cosas:
1. Que existe una producción importante, desde una región históricamente importante.
2. Que para probar esta afirmación era necesario señalar influencias, arrastrar tendencias literarias por lo menos en los dos últimos siglos, y por el mismo peso de la decantación surgiría o no, la importancia de nuestros poetas.

No se hace la antología de una región para la región misma. Se trata entonces de poner al noroeste dentro de la literatura nacional, con sus movimientos, sus teorías y sus obras, y explicar que sus autores no estaban ajenos a los movimientos universales.
Por ello expresamos que los grandes ideólogos de casi todas las nuevas tendencias literarias fueron americanos, Edgar Alan Poe, Walt Witman, el conde de Lautréamont, Rubén Darío.
Y es precisamente Rubén Darío, el correo, el centro de los acontecimientos americanos y europeos, es el cronista en el frente de “guerra” y a pesar de su azoramiento ante las nuevas tendencias, como cronista, abre las puertas a los nuevos rumbos que se avecinan. Además, es la bisagra entre dos siglos y entre dos mundos.
Cuando Darío escribe Los Raros y entre ellos está José Martí, sabía perfectamente como empezaría la obra, primero con Poe y terminaría la gran invocación con Martí. Naturalmente falta la voz potente de Walt Witman, que podría haber figurado en su libro.
Por otra parte, Darío conoció a Verlaine y la realidad que rodeaba a los “poetas malditos”.
Entre todos los escritores nombrados en Los Raros, también está León Bloy, a quien Jorge Luis Borges menciona como uno de los precursores de Kafka.
Darío es todo un adelantado. Tenía una visión panorámica de las circunstancias que rodeaban a los poetas en su época y puso en primera plana la realidad estética, que aún estaba en ciernes frente a la crítica. El sentido vital, la efervescencia de un mundo dramático que presagiaba como antes el romanticismo cuando produjo un cambio radical en lo social y en el nuevo ideario de los poetas.

Clasicismo y romanticismo
El romanticismo no ha existido tanto como escuela literaria, sino como una toma de conciencia totalmente opuesta al pasado. Las once sílabas seguían siendo endecasílabos, la poesía continuaba con ligeras variantes en su estructura.
El reclamo de los clásicos estaba en el lenguaje, para ellos no se debía decir “mujer” sino “dama”; “cómo se podía decir caballo”, si la palabra correcta era “corcel”. He ahí la diferencia; en el lenguaje.
Había una mirada distinta en la literatura y ante una nueva realidad social, los poetas dejaron de ser cortesanos, no se refugiaban ahora en los castillos ni en las cortes ni buscaban mecenas. No usaron más la “peluca”, comenzaron a dejarse la melena y a lucir la capa oscura y a pensar en la libertad del arte y de la vida.
Así surgió el lenguaje que estaba más cerca del pueblo, pero los pueblos, también como ahora, necesitan tiempo para comprender las nuevas teorías.

Los románticos
Frente a la máquina, la industrialización desmedida, en desmedro de la libertad del hombre, que se esclavizaba más frente al progreso y la marginación de los desvalidos y los pobres; surge como contrapartida y por propio sentido de humanización, la corriente poética que no estaba en contra del progreso, sino que incluía al hombre como parte de ese progreso mismo.
La máquina trae consigo leyes y normas rígidas que sojuzgan en lugar de libe-rar. La nueva corriente de ideas está más cerca de la sociología que de la poesía misma, que ya venía tratando los temas sentimentales desde siempre.
Los poetas sensibles a su propia época siempre estuvieron más cerca de la pasión que de la razón. Más de la vida libre, de la naturaleza, que de la experiencia.
Siempre la imaginación como expresión suprema de la libertad, frente al rigor de la lógica. Hoy nos toca contemplar el destino de una civilización deshumanizada. La máquina, hace más patente esta realidad.
Cuando el hombre se comunicó por primera vez por un “alambre” y después por aire, y cuan-do inventó el teléfono, la electrónica, el láser, la informática, la fibra óptica dijeron: “por fin estaremos más unidos por la tecnología”.
Todo terminó siendo un factor económico, el transporte, los medicamentos, y más allá las armas destructivas.
En su momento el romanticismo como, acción social debemos reconocerle en toda su dimensión, ha sacudido las bases sustentadas por el capitalismo que se alejaba del pueblo, cada vez más lejano de ese mismo progreso.
Entonces se refugió el poeta en el idioma. Era otra forma de vida la que lo esperaba. El idioma tiene sus armas y la poesía es la canción secreta de los pueblos; el arma que se contrapone a las ambiciones y pone de verdad al hombre como centro y periferia, de la dignidad humana; por eso la libertad de pensamiento, la independencia y la justicia.
La máquina esclaviza y da dinero. El dinero sojuzga primero a los hombres, después a los pueblos y por fin a las naciones.
Por estos lugares y a las puertas mismas del noroeste, los hombres trabajaban, tenían grandes ciudades, dos mil años antes que en Europa, cuando aún en el “Viejo Mundo” comían la carne cruda y morían azotados por las pestes, aquí no existía el dinero y los hombres eran tan universales como el Sol y Pachacamac el único Dios del universo.
Aunque, siempre ha sido considerado universal, únicamente lo europeo.

La nueva realidad de la poesía
Baudelaire (1821-1867), es el teórico de lo que le faltaba a la poesía. Le faltaba la mitad de la realidad. Faltaba el dolor de vivir, la angustia de la debilidad humana, la llaga, la miseria. El débil frente al poderoso. Reniega contra el capitalismo. Dice:
“La mecánica nos habrá americanizado hasta tal punto, el progreso habrá atrofiado tan bien en nosotros toda la parte espiritual…”, Y agrega una profecía que hoy la estamos viendo, con los mismos ojos del poeta hace ciento cincuenta años. Dice Baudelaire:
“¿Necesito decir que lo poco de política que reste se debatirá penosamente en la estrechez de la animalidad general, y que los gobernantes se verán obligados, para mantenerse y para crear un fantasma de orden, a emplear medios que harán estremecerse a nuestra humanidad actual, ya tan endurecida?”
Nada más propio para un verdadero vate.
Baudelaire hace una pregunta: ¿“necesito decir?”, para él, no hacía falta especificarlo por visible en el futuro. Baudelaire agrega en otro párrafo: “La justicia, si en esta época afortunada puede existir todavía una justicia, hará interdictos a los ciudadanos que no sepan hacer fortuna”.
Darío en el libro Los Raros incluye veinte personajes pero no están ni Mallarmé ni Baudelaire, seguramente porque no eran raros sino dandys en la sociedad parisina, pero eso no impide que estén en la lista de los poetas malditos.
A diferencia de los románticos Baudelaire habla de la: “Conciencia y de la razón creadora oponiéndose a los románticos que creían en la inspiración”. La crítica concuerda en considerar a Baudelaire “Primer Poeta de la Modernidad”.

Primeros pasos del surrealismo
Volvamos a Darío. En su libro Los Raros, es el primero que advierte sobre uno de los poetas americanos nacido en Montevideo (Uruguay), que firmaba como Conde de Lautréamont y es el autor de Los Cantos de Maldoror del mismo extenso poema surge que es montevideano y Darío es el primero también en dar conferencias en Montevideo sobre este poeta que luego de su niñez, vivió y escribió en París.
Isidore Lucien Ducasse, tal el nombre de este poeta que está considerado como el primer introductor de la poesía de vanguardia. Él está entre los primeros que rompen con la lógica del lenguaje y con el nacen las primeras ideas del surrealismo. Lautréamont puede que haya tenido conciencia de las teorías derivadas de su poema, de todas maneras, quien lo demuestra con claridad es Vicente Huidobro, con otros procedimientos.
Esta ruptura aleja la comprensión directa o lineal de la poesía. Su interpretación lleva a otra decodificación. Este alejamiento hace que la poesía tome un sesgo distinto de lo tradicional.
Desde que Lautréamont publica en 1875 Los Cantos de Maldoror, ha pasado más de un siglo y aún, sigue siendo la poesía de vanguardia de difícil interpretación, precisamente, porque tiene varias interpretaciones.
En este trabajo la designación de poesía tradicional es a simple título de diferenciarla de la llamada poesía de vanguardia, de las escuelas que se inician históricamente con el dadaísmo, el surrealismo y el creacionismo, esto alrededor de 1920 en París.
Repetimos que es a simple título de diferenciar las escuelas anteriores con los nuevos movimientos. Pero en realidad la poesía en todos los tiempos, ha sido de vanguardia.

Esta antología
Todas las poesías incluidas en la parte antológica llevan el nombre del autor y el título, sin ninguna otra aclaración de fechas, dedicatorias o libros, salvo que sea necesaria para la interpretación.
La selección de los poemas se realizó directamente de las obras de sus autores; muy pocas veces se recurrió a las antologías existentes, como por ejemplo en los casos de poemas que han recibido la consagración popular y que fueron incluidos en estudios y publicadas en antologías, nos rendimos ante tal evidencia.
Aclaramos que en las antologías provinciales del noroeste existen cerca de novecientos poetas publicados por este medio a los que hay sumar todos aquellos que no fueron seleccionados, lo que demuestra una labor constante y prolífica en los poetas de estas provincias.
Hubiésemos deseado investigar con mayor profundidad la producción de los poetas jóvenes, de fines del milenio, que también albergan el ideal de un mundo más justo y humanizado. De esta juventud faltan publicaciones y como se ha menguado la aparición de revistas, se hace difícil encontrar sus publicaciones, aunque conocemos en alguna medida la existencia de estos últimos poetas.
Aceptamos el proverbio chino que dice: “El pasado es el espejo del futuro” y pensamos que lo que decimos humildemente de los poetas del pasado sirva para comparar el futuro.
Toda poesía es un diálogo con el tiempo, con las cosas, con los hombres, con Dios o con uno mismo.
Que las voces de los poetas lleguen con fuerza a oídos de los tiempos y que no se extingan sus palabras.
La poesía, como la oración de los creyentes tiene la fuerza de la invocación.
Que los poetas, entonces, lleven su mensaje por caminos de esperanzas.
*De su Antología de Poetas del Norte, inédita.

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