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FIGURITAS Los problemas del país son otros

Las del próximo Mundial

Al parecer se ha desatado un inusual apremio por comprar y completar un álbum

El gobierno nacional tiene cosas muy importantes como tarea, entre ellas bajar la inflación, disminuir la cantidad de pobres, ver que la industria aumente la producción de bienes, asegurar la paz entre todos, seguir en buenas relaciones con las demás naciones del mundo, organizar la educación, continuar con la construcción y arreglo de caminos, canales, puentes. En fin, sus tareas son múltiples y de todo orden.
Pero, como si tuviera poco, los kiosqueros pretenden aumentar sus preocupaciones: quieren que se ocupe de darles la exclusividad de la venta de figuritas del próximo Mundial. Lo plantean casi como si se tratara de una gravísima cuestión de Estado. Y, oiga bien, están hablando de figuritas. Si se sigue esta lógica, pronto querrán tener también el monopolio de la venta de papel para barriletes y es posible que acudan a la Organización de Estados Americanos para pedir su intervención, apelando al Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca.
(Antes de continuar con este escrito, va un ruego. No vaya a ser cosa que lo tomen para uno u otro lado de la infantil, estúpida y barata discusión que actualmente se da en la Argentina y sostiene que si no sos de Boca sos de River y si no sos de River sos de Boca. Quienes escribimos y quienes leen esta página, saben que aquí se plantea un mundo mucho más ancho que una hendedura maniquea para ver la vida, el amor, la economía y por supuesto, la política. Otro día podríamos dedicar algo de espacio al estéril debate de la grieta, hoy sigamos nota adelante, que se quema el estofado).
Al parecer se ha desatado un inusual apremio por comprar y completar un álbum de figuritas con fotos de los jugadores de los equipos que participarán en el Campeonato Mundial de Fútbol a jugarse en Catar. Grandes y chicos las coleccionan con un afán lúdico más propio de habitantes de países que tienen sus dramas primarios resueltos que de una nación de la periferia que, calificarla del Tercer Mundo es acreditarla varios lugares más arriba de los correspondientes.
Quizás no sea culpa de los quiosqueros o de quienes juntan figuritas, el hecho de que el asunto haya tomado tanta relevancia, sino de cierto periodismo que ha visto en este problema, un tema que le podría interesar a muchos. Oiga, con todos los dramas que acechan a la vuelta de la esquina, ¿usted cree que a alguien le importa si las figuritas de un álbum del Mundial se consiguen en farmacias, almacenes, heladerías o cadeterías?
Al parecer los propietarios de la empresa que produce el álbum, decidió ofrecerlo en todas partes, menos en los kioscos. Quizás priorizaron su negocio, que es vender esas macanitas antes que convertirse en eventuales defensores de causas perdidas, como la existencia de quioscos de diarios y revistas. Es lógico, las figuritas del Mundial las buscan con  fervor cientos de coleccionistas, cada cuatro años mientras, con mucha suerte y viento a favor, cada quiosquero venderá 20 diarios y alguna que otra revista por mes.
Quizás se trate del último manotazo de ahogado de los canillitas, que otrora repartían cultura a cuatro manos. Hoy lamentablemente están casi del todo extintos, igual que los talabarteros, los fabricantes de sulkys, los cineclubs, las sombrererías y los tumbaderos.
Condenados a vender juguetes, libros y alguna que otra chuchería, apenas sobreviven, pensando en que quizás uno de estos días, si se cae del todo internet, es posible que la poca gente que sabe del valor de la cultura, vuelva a ellos. Olvídense muchachos, si se cayera internet, la gente preferirá morirse de abstinencia antes que aprender a leer de nuevo.
Además, es tarde para quejarse por la venta de figuritas, la gente tiene en sus manos la mayor parte de los álbumes, no solamente ha comprado los primeros paquetes. sino que algunos, más rápidos que ligeros, han completado los suyos. Es decir, está hecho el grueso de las ventas, si el gobierno nacional accede a intervenir en el asunto sería irremediablemente tarde.
Es cierto que el artículo 14 de la Constitución Nacional concede a todos los habitantes de la Nación, el derecho de peticionar a las autoridades. amparados en él los quiosqueros piden vender figuritas, de la misma manera que los vendedores de pizzas podrían solicitar que no les exijan las de ananá o los escritores pedir que sus obras sean declaradas textos obligados en las escuelas. Si es así, desde aquí pediríamos a las autoridades nacionales, respetuosamente como corresponde, que no se ocupen de las figuritas, más bien vean qué hacen con la inflación y la Justicia, asuntos que tienen a mal traer a los argentinos, antes que andar ocupándose de pequeñeces para chicos.
¿Pregunta si junto figuritas? Ni ahí, ¿usted me ha visto cara o qué?
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

  1. Muy bueno el artículo. Así es, hay gente que le gusta comprar espejitos de colores.

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  2. Excelente Juan Manuel. No se puede creer que la escasez de figuritas sea siquiera un tema digno de mención en nuestro país. Si la gente está preocupada por eso, entonces se merece lo que le toque.
    Y ojalá alguien decidiera prohibir la pizza con ananá, eso sí sería un real logro de gestión y un beneficio para la sociedad.

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  3. Ay, qué macana. Yo justo quería cambiar algunas que tengo repetidas. La pucha...

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  4. La pizza con ananá no se negocia. De última la hago en mí casa.

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