La Virgen María y su Hijo |
Era hasta que el mundo empezó a odiar el legado de la cristiandad, el nombre que más elegían los padres para llamar a sus hijas
María es entre las mujeres —o fue hasta que el mundo moderno empezó a rechazar los que usaba la antigua cristiandad —uno de los nombres más comunes, más elegidos por los padres para llamar a sus hijas. Se corresponde a Miriam, la hermana de Moisés y Aarón.Las consonantes del nombre hebreo son MRYM y los Setenta lo transcribieron en la forma de Mariam, en cambio en la Vulgata, la Biblia que definitivamente llegó hasta anteayer en el mundo católico, aparece como María, tal vez por la errónea creencia de que el “am” de Mariam, era la desinencia de un acusativo.Durante muchos años el nombre de la Virgen María se consideró demasiado sagrado como para bautizar a las hijas. En España se emplearon en sustitución, los de sus advocaciones como Pilar, Socorro, Concepción, Refugio, Amparo, Dolores, Soledad. En inglés es Mary. Sus hipocorísticos (apodos), ingleses son Molly, Polly, May, Ria. En francés es Marie y su apodo es Manon, en ruso es Marya y su apodo es Masha. Su apodo vienés es Mitzi, el vasco es Miren, el amárico Mariam, el chinanteco (de Méjico), es Marái y en el norte de la Argentina es simplemente la Mari, señora Mari o doña Mari.Es plausible que MRYM, haya sido “la amada de Amón”, pues mry es amada en Egipcio. Amón era el dios principal de los egipcios y su nombre significaba “oculto, misterioso”. Los griegos lo identificaban con Zeus y los romanos con Júpiter. Se representa bajo la forma de un carnero o de un hombre con cabeza de carnero. En el santoral figuran varios santos Amón o Ammón, casi todos egipcios y de los primeros siglos de la era cristiana.
Pero también hay otras interpretaciones del nombre Miriam, como que, según San Jerónimo, significa “estrella de mar”, de me´ir, iluminador y yam, mar. Para San Ambrosio en cambio, significa “Dios de mi generación” de mar-iam que, propiamente significa “Dios de mi pueblo”. Pero hay quienes han arriesgado que es “amargura”, del hebreo marah o que proviene del arameo mara, “señora”, que en una primera interpretación sería “exaltada”.
Ahora usted tiene derecho a preguntar para qué sirven estas disquisiciones. Respuesta, para nada, porque uno bautiza los hijos sin tener en cuenta el diccionario, faltaba más.
La etimología comparada de los nombres propios de persona debe ser en el mundo, una de las actividades más alpédicas en toda la historia de la humanidad, curiosidad de gente desocupada, que hurga en viejos documentos, hasta dar con el dato preciso que andaba buscando. ¿Por qué?, porque sí nomás, para saberlo, porque es bonito saber asuntos que no sirven para llevar un plato más de arroz a la casa.
Hay quienes dicen que en el nombre de las cosas vive su misma esencia, así en la palabra caballo cabe un caballo y los cientos de miles de caballos que son y han sido en el mundo y los Andes son los Andes porque su nombre de origen inca los configura, lo mismo que a la insignificante hormiga y el parque Aguirre, que son lo que son porque tienen ese nombre, no por otra cosa. Otros sostienen que las cosas son cosas en sí mismas, independientemente del nombre que las designa y que no cambiarán su ser las palabras que elijan los hombres para referirse a ellas. Es posible que las dos ideas tengan su razón, una parte de ella o ninguna, porque la cosa va por otro lado.
Lo que sí es cierto es que, en el dulce nombre de María, que llevaba la Madre de Nuestro Señor Jesucristo, está prefigurada su virginidad, su gracia plena, su gozo y el sufrimiento de verlo crucificado, escarnecido, lapidado, insultado y escupido por nosotros. Más allá de que significara la Querida de Amón, Estrella de Mar, Señora o cualquier otra cosa, para los cristianos su nombre remite a quien engendró al Hijo de Dios que sigue vivo entre los hombres. Y hoy, miren lo que son las casualidades, está resucitando de verdad otra vez. Como todos los años.
Feliz Pascua.
Eso nomás quería decir hoy.
Juan Manuel Aragón
A 31 de marzo del 2024, en La Noria. Moliendo charqui.
©Ramírez de Velasco
Que complicado el mundo en sus etimologias. Nos conviene saber porque el paterfamilias nos trajo a vivir si era para prolongar sus apellidos o como en la era histórica para sus clanes de peleas. Pero al fin y al cabo, nos civilizar para olvidar porque venimos pero si de que vida haremos sino nos vivimos preguntando para hacer llevadera la realidad.
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