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El Cordobazo |
El 29 de mayo de 1969 comenzó el Cordobazo, acción estudiantil, obrera y sindical, duramente reprimida por el gobierno de entonces
El 29 de mayo de 1969 comenzó el Cordobazo, en la ciudad de Córdoba, la Argentina. Fue una acción estudiantil, obrera y sindical, duramente reprimida por el gobierno de entonces, presidido por Juan Carlos Onganía. Lo llevaron adelante la CGT, las regionales de SMATA, UTA y Luz y Fuerza. También estuvieron las federaciones universitarias FUA y FUC.En el ambiente flotaba un contexto político, social y económico particularmente tenso. Para comprender su significado, es fundamental explorar la situación del país en ese momento, así como las consecuencias inmediatas y mediatas que resultaron de este levantamiento popular.En la década de 1960, la Argentina atravesaba un período de agitación política y social. Después del derrocamiento del presidente Arturo Umberto Illia en 1966, el país estaba bajo el control de una junta militar encabezada por Onganía. Este régimen militar impuso políticas represivas y autoritarias, limitando las libertades civiles y políticas, y suprimiendo las actividades de oposición.
La Argentina experimentaba en lo económico, desafíos significativos. La política puesta en marcha por el gobierno, conocida como el "desarrollismo", buscaba impulsar la industrialización y la modernización del país a través de la inversión extranjera y la expansión de la industria manufacturera. Sin embargo, estas políticas no lograron abordar las crecientes desigualdades sociales y económicas, ni mejorar las condiciones de vida de los trabajadores.
En este contexto, Córdoba, en el centro del país, emergió como un centro de descontento y resistencia. Se trataba de un importante centro industrial, con una gran población obrera concentrada en fábricas, especialmente en el sector automotriz. Los trabajadores enfrentaban condiciones laborales precarias, bajos salarios y falta de derechos laborales, lo que generaba un profundo malestar entre la clase trabajadora.
El 29 de mayo de 1969, el asesinato de un estudiante universitario, Santiago Pampillón, a manos de la policía durante una manifestación estudiantil, actuó como una chispa que encendió la revuelta. Los estudiantes se unieron a los trabajadores en una huelga general convocada por los sindicatos, para justicia por Pampillón y mejores condiciones de vida y trabajo para todos.
La protesta rápidamente se transformó en un levantamiento popular masivo, conocido como el Cordobazo. Las calles de Córdoba fueron tomadas por una multitud enojada que desafiaba abiertamente al gobierno militar. Los enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas de seguridad fueron intensos, con disturbios, saqueos y actos de violencia que sacudieron la ciudad durante varios días.
Las consecuencias inmediatas del Cordobazo fueron significativas. A pesar de la brutal represión por parte del gobierno, los manifestantes lograron paralizar la ciudad y desafiar la autoridad del régimen militar. El Cordobazo demostró la capacidad de la clase trabajadora y los movimientos sociales para resistir y enfrentarse a un gobierno autoritario, y se convirtió en un símbolo de la lucha por la justicia social y la democracia en Argentina.
En lo político debilitó la legitimidad del gobierno militar y generó divisiones dentro de las fuerzas armadas. Muchos sectores de la sociedad argentina, como intelectuales, artistas y políticos, expresaron su solidaridad con los manifestantes y condenaron la represión del gobierno. La protesta también inspiró a otros movimientos de resistencia en todo el país, contribuyendo a la creciente oposición al régimen militar.
En el orden social tuvo un impacto duradero en la conciencia colectiva de los argentinos. Marcó el comienzo de una nueva fase en la lucha por los derechos humanos y la democracia en el país, y fortaleció la solidaridad entre diferentes sectores de la sociedad, trabajadores, estudiantes, intelectuales y grupos de derechos humanos.
En el ámbito del trabajo también tuvo importantes repercusiones. Después de la protesta, los trabajadores de Córdoba lograron importantes mejoras en sus condiciones laborales y salariales, como el reconocimiento de los sindicatos y la negociación colectiva con los empleadores. Estas conquistas sentaron un precedente para futuras luchas sindicales en Argentina y contribuyeron al fortalecimiento del movimiento obrero en el país.
A largo plazo tuvo un impacto profundo en la historia argentina. Si bien no logró derrocar al gobierno militar de manera inmediata, sentó las bases para el resurgimiento del movimiento de oposición y allanó el camino para el retorno de la democracia en Argentina en la década de 1970.
Sigue siendo recordado como un símbolo de resistencia y lucha por la justicia en el país, y su legado continúa inspirando a generaciones de argentinos a comprometerse con la defensa de los derechos humanos y la democracia.
Juan Manuel Aragón
©Ramírez de Velasco
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