Imagine que lo debe aprender de memoria |
A los chicos se primer grado les piden que primero memoricen el alfabeto y después aprendan a escribir, entre otras aberraciones
Imagine que un día le piden que memorice 27 palabras sueltas que para usted no significan nada. Todos le dicen que es importante saberlas y, de hecho, casi todo el resto de la gente las ha memorizado, porque combinando cada una se formarán los vocablos que están escritos por todos lados, en los carteles de las calles, en el paquete de arroz, en el teléfono, en la televisión, en las puertas de algunas casas. Como usted es niño todavía, su padre o su madre lo ayudan en una tarea que incluso para ellos sería muy dificultosa. Luego, cuando sepa repetir esas palabras, le dirán que cada una tiene una letra y se la irán mostrando: “A, B, C, D” hasta llegar a la “Z”. Finalmente le enseñarán que uniendo cada letra de eso, que por comodidad se llama abecedario, se forman las palabras del idioma de todos los días.Trascartón les pedirán, a niños de primer grado, que aprendan de memoria los días de la semana y los meses del año, como si fuera un conocimiento fundamental para quienes todavía no saben leer ni escribir. A esa altura los padres se alegran porque no deben hacer que sus niños memoricen los nombres de las provincias argentinas y sus capitales, los ríos del Asia o la tabla periódica de los elementos químicos.
Hasta hace poco más de 30 años se enseñaba al revés, es decir se entraba al idioma escrito por lo más simple: “mamá me ama, mamá me mima, amo a mi mamá, el oso mimoso, pepito toma la sopa”. En letra cursiva o de carta, por supuesto, porque es la que se usa comúnmente para escribir con lápiz y papel, la que posibilita el pensamiento fluido y la más fácil para que el lápiz se desplace por el papel.
Para qué quiere un chico saber cómo se escriben manualmente las letras de molde si nunca en la vida las tendrá que escribir oiga. A esas letras las tecleará, porque las letras de imprenta o de molde, normalmente no se escriben, amigo, amiga, se teclean, se te-clean.
De esa dolorosa manera entra la letra hoy en la cabeza de los chicos en la mayoría de las escuelas de la Argentina. Un método, se llame como se llame, hecho para dificultar la lectura de la mayoría de los alumnos, como si ex profeso se intentara que sigan analfabetos hasta la adultez.
Con este sistema, si un chico llega a séptimo grado sabiendo leer textos sencillos, más o menos de corrido, es casi seguro que padres y maestros tirarán cohetes y festejarán como si hubieran ganado el campeonato mundial de fútbol. Si en quinto año de la secundaria lee un texto de cincuenta palabras de cualquier libro, pongamos Platero y yo, sin marearse y entendiéndolo, la fiesta será total. Si todavía siente placer por hacerlo, bueno, bueno, es posible que se esté ante un caso de alguien con una inteligencia superior.
Esta manera de enseñar, entrando a la lectura y la escritura por arriba, por lo más difícil, imposibilita, en muchos casos, la ayuda de los padres, pues no saben para dónde corre la maestra y quizás terminen haciendo más mal que bien en la cabeza de los niños. ¿Es posible que este método de enseñanza sea el culpable de que los chicos odien la lectura como un ejercicio placentero y la tengan como algo punzante, que cuesta mucho trabajo?
Es posible.
Los maestros de muchas escuelas del centro de Santiago, no de la periferia ni de monte adentro, se empeñan en impedir que sus alumnos sepan leer y escribir, como si les fuera la vida en ello, una tarea titánica, sobre todo porque muchos chicos y algunos padres quieren lo contrario. Algunas pruebas escritas de chicos de primer grado que ya pasaron de las vacaciones de julio, consisten en marcar con una cruz la letra “m” en la palabra “mesa”. Es decir, las maestras los tratan como verdaderos bobos y los preparan para un mundo estupidizado por las redes de internet, no para que sepan de qué se trata, sino para que se integren alegres y felices a esa fauna.
De esta manera, no es raro pensar que cuando llegan a quinto año, los alumnos de quinto año organicen antes de empezar el ciclo lectivo, el último primer día de clases y tomen más que camello con fiebre, no precisamente agua. Es comprensible, debe ser angustiante llegar a un hito que los marcará definitivamente como adultos, sin dominar una de las herramientas fundamentales para lidiar con él.
Juan Manuel Aragón
A 24 de septiembre del 2024, en Villa Matoque. Arrancando el tractor.
Ramírez de Velasco®
De esa dolorosa manera entra la letra hoy en la cabeza de los chicos en la mayoría de las escuelas de la Argentina. Un método, se llame como se llame, hecho para dificultar la lectura de la mayoría de los alumnos, como si ex profeso se intentara que sigan analfabetos hasta la adultez.
Con este sistema, si un chico llega a séptimo grado sabiendo leer textos sencillos, más o menos de corrido, es casi seguro que padres y maestros tirarán cohetes y festejarán como si hubieran ganado el campeonato mundial de fútbol. Si en quinto año de la secundaria lee un texto de cincuenta palabras de cualquier libro, pongamos Platero y yo, sin marearse y entendiéndolo, la fiesta será total. Si todavía siente placer por hacerlo, bueno, bueno, es posible que se esté ante un caso de alguien con una inteligencia superior.
Esta manera de enseñar, entrando a la lectura y la escritura por arriba, por lo más difícil, imposibilita, en muchos casos, la ayuda de los padres, pues no saben para dónde corre la maestra y quizás terminen haciendo más mal que bien en la cabeza de los niños. ¿Es posible que este método de enseñanza sea el culpable de que los chicos odien la lectura como un ejercicio placentero y la tengan como algo punzante, que cuesta mucho trabajo?
Es posible.
Los maestros de muchas escuelas del centro de Santiago, no de la periferia ni de monte adentro, se empeñan en impedir que sus alumnos sepan leer y escribir, como si les fuera la vida en ello, una tarea titánica, sobre todo porque muchos chicos y algunos padres quieren lo contrario. Algunas pruebas escritas de chicos de primer grado que ya pasaron de las vacaciones de julio, consisten en marcar con una cruz la letra “m” en la palabra “mesa”. Es decir, las maestras los tratan como verdaderos bobos y los preparan para un mundo estupidizado por las redes de internet, no para que sepan de qué se trata, sino para que se integren alegres y felices a esa fauna.
De esta manera, no es raro pensar que cuando llegan a quinto año, los alumnos de quinto año organicen antes de empezar el ciclo lectivo, el último primer día de clases y tomen más que camello con fiebre, no precisamente agua. Es comprensible, debe ser angustiante llegar a un hito que los marcará definitivamente como adultos, sin dominar una de las herramientas fundamentales para lidiar con él.
Juan Manuel Aragón
A 24 de septiembre del 2024, en Villa Matoque. Arrancando el tractor.
Ramírez de Velasco®
Parece una norma no escrita, pero todas las enseñanzas deben ser relacionadas al ámbito en que se desarrollan las vidas de maestro ( no dije docente) y alumnos.(tampoco educandos) porque todos sabemos que se aprenden en la casa, al decir papá y mamá, entonces ya integrarán 2 consonantes y una vocal. Así empezamos nosotros. Las tradiciones sirven
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