Ir al contenido principal

LEYENDA Del Crespín (la verdadera)

Ahora canta un quejido triste

Teoría  y práctica de un conquistador serial o patológico, o cómo se hacía de mujeres un pájaro atrevido


Todo lo que cuentan de mí es pura mentira. Dicen que el Crespín esto, que el Crespín aquello, que el Crespín lo de más allá. Lo enseñan en las clases de folklore y todo, pero se lo digo yo, que soy el interesado, es puro macaneo para darse de qué en las academias, cuando enseñan a bailar chacareras, zambas, esas cosas.
Así como me ve, en un tiempo era el más querendón de los pájaros del bosque, el que más veces se enamoraba, el pata i´lana más famoso. El más minudito, báh. Hacía estragos entre las catitas, las chuñas, las charatas y alguna vez hasta me le animé a una gallina. No le voy a decir qué me veían, porque si le digo, le miento, pero donde ponía el ojo, ponía la bala.
Los conquistadores somos una rara especie, no nos gusta ninguna y nos gustan todas, actuamos con ellas como si las odiáramos, al mismo tiempo que las halagamos con palabritas de amor y ternura. Sabemos las palabras y los gestos justos para enamorarlas y los vamos largando como en cuentagotas y en el tiempo justo. Cuando menos lo piensan, quieren entregarse a nosotros sin ninguna condición, alegremente, creen que ellas lo han decidido. Pero es un abuso liso y llano porque mentimos lo que fuera sin culpas, sin remordimientos y luego nos apartamos tan rápido como llegamos.
Las dejamos abrazando el aire y no nos importa el vacío existencial que les dejamos de regalo. Algunas llegan a creer que vivieron un gran amor, para nosotros fue solamente una operación quirúrgica, en la que fuimos agregando una palabra por aquí, un gesto por allá o una mirada perdida el horizonte de la nada. Nos hacemos los de tener una tristeza insondable en el alma, eso les encanta, se derriten de deseo. Les entregamos una falsa expectativa de hombría que no es tal, sino solamente una pose, una descreída falacia social. Le diría que les hacemos una mariconería, si no fuera porque en estos tiempos la palabra ha sido prohibida.
¿Mi mujer, pregunta? Bien, ¿por qué? Es obvio, sabía lo que pasaba, se hacía la tonta porque técnicas parecidas a las que usaba con las otras, también las había puesto en práctica con nuestros chicos. Cualquier cosa les decía ella, pero cuando volvía a la casa, corrían a toparme como si fuera Papá Noel cargado de regalos.
Compartíamos secretos, al chango más grande le había prometido que un nos iríamos los dos solos a Buenos Aires a pasar la gran vida. A la del medio le tenía dicho que las muñecas más lindas del mundo serían para ella, le hablaba de castillos, de príncipes, le recitaba la Sonatina de Rubén Darío. El menorcito era medio bagual, más de la madre y me miraba a la distancia, con admiración quizás, y algo de desconfianza también.
Un día me enamoré de la señora del Cardenal, una de las más bonitas del barrio. Puse en práctica todas mis tácticas y estrategias para conseguirla. Pero parecía que no me veía, siempre estaba en otra, no me registraba, no se mostraba impresionada. El marido se había dado cuenta, pero no decía nada. Aguardaba, haciéndose el tonto como perro que ha volteado la olla. Hasta que no pude más y una vuelta que ella andaba juntando pastito, la encaré de frente, justo lo que el manual del buen conquistador dice que no se debe hacer.
—¡Quién se ha creído que es usted!, ¡ahorita mismo voy y le aviso a mi marido para que le haga entender cuántos pares son tres botines!— me advirtió.
A los pocos días andaba caminando en el barrio y a la vuelta de una esquina me agarró el Cardenal. Enfurecido estaba, se me vino encima y me pegó una cagada como para que tenga y guarde. Me dejó por muerto en un zanjón, tirado, sangrando por todas partes, con los compañones hinchados de la pateadura. Por suerte me hallaron unos churris, llamaron a la ambulancia y me llevó al hospital. Los médicos me salvaron de que me fuera de vecino definitivo al otro barrio.
En general me repuse bien. Sólo me quedó el pico medio chanfleado por adentro y cada vez que veo una chica no puedo silbarle como antes con el famoso: “¡¡¡Fui fuuuiuuu!!!”. Ahora me sale un lastimero y pobre: “Fe fííí”. Y a pesar de que estoy viejo, chacado, hecho pelota como dicen, me sigo creyendo un Don Juan y les chiflo como puedo.
Pero ninguna me da bolilla.
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

  1. No sé de dónde sacas tema para seguir escribiendo cada día... Y lindo, con estilo propio.
    Saludo afectuoso.

    ResponderEliminar
  2. Muy bueno. Mantiene la atención desde el principio hasta el final.
    Con buen ritmo el relato.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares (últimos siete días)

EFEMÉRIDES SANTIAGUEÑAS Del 8 de julio

¿Mengele o Ascher? En 1985, el juez del crimen de La Banda empieza un expediente para dilucidar si un criminal nazi había vivido en esa ciudad El 8 de julio de 1985, el juez del crimen de La Banda Andrés Francisco Miotti inicia una investigación para saber si Gualterio o Walter Ascher era el criminal de guerra nazi José Mengele. Unos días antes, el diario El Liberal había publicado una sensacional historia, casi una confirmación de la leyenda urbana que sostenía que un criminal de guerra nazi, había vivido en La Banda con un nombre supuesto. Walter o Gualterio Ascher había vivido en La Banda entre fines de la década del 40 y principios del 50 y se sospechaba que podría haber sido un nazi prófugo de los tribunales de Núremberg. Para iniciar su investigación, el fotoperiodista Jesús del Carmen Martínez, conocido como “Chito”, amplió una fotografía de Mengele, tomada de un libro sobre la II Guerra Mundial y la mostró a quienes decían haber conocido a Ascher. Les preguntaba si sabían ...

TRENES Voces de madrugada

Johny Barrionuevo canta en el Urquiza Un cantor santiagueño recorre el Roca llevando canciones del alma, recuerdos del pago y la memoria de los amigos que quedaron atrás Todos los días salgo de mi casa, Pellegrini 1458, Burzaco, bien de madrugada. Trabajo en el tren Roca, pero no soy ferroviario. Soy el que ameniza el viaje de los pasajeros, cantando canciones que quizás les quedaron prendidas en el alma como abrojo en la tira de las zapatillas, y les recuerdo su infancia, su juventud, allá lejos, algún bosque norteño, con los parientes que se quedaron para siempre jóvenes en sus pensamientos. También voy a fiestas; me llaman para amenizar asados, celebraciones, esas cosas. Fue mucho mi penar andando lejos del pago Tanto correr pa' llegar a ningún lado Y estaba donde nací lo que buscaba por ahí. Me despierto a las cinco de la mañana y a las seis y media ya estoy en el tren, siempre cantando lo mismo. "La del Puente Carretero" y "Añoranzas" no pueden faltar; cuan...

ÉPOCA Viejos son los viejos

Un viejo Uno tiene solamente la edad que marca el almanaque: porque la juventud no es una cuestión de voluntad sino del reloj ¿De qué tiempo sos?, me preguntan a veces mis hijos. No sé, no tengo idea, respondo; de este, creo, y seguirá siendo mi tiempo hasta que me muera. Bueno, de qué tiempo vienes, aclaran, porque ahora son todos de la “generación X”, la “generación Y” o la “generación Z”. No, les digo. Vengo de una época en que a veces los hombres tomaban hasta emborracharse deltodamente y caer desmayados, pero una dama, una señorita, una mujer, a lo sumo sorbía una copita y se alegraba un poco, nada más. No como ahora, que los domingos a la mañana andan tiradas por las calles, y el lunes no sabrán qué hicieron, con quién o con cuántos ni dónde ni —peor todavía— cómo. En esos tiempos una mujer era más bella cuando más mujer era, no cuando se parecía a los hombres; a esas les decíamos “marimachos”, así, redondamente. Vengo del tiempo en que la gente se miraba cara a cara para hablar,...

1927 ALMANAQUE MUNDIAL Bernardini

Micheline Bernardini El 1 de diciembre de 1927 nace Micheline Bernardini, estríper, desnudista, primera mujer que se anima a lucir una bikini en público El 1 de diciembre de 1927 nació Micheline Bernardini en Colmar, departamento de Haut-Rhin, Francia. Fue una estriper, desnudista, de origen italiano, famosa por haber sido la primera mujer que se animó a lucir una bikini en público. Su familia emigró de Italia a Francia en una época en la que los movimientos migratorios entre ambos países eran comunes, especialmente en regiones fronterizas como Alsacia. Desde joven, mostró un carácter audaz y poco convencional, lo que la llevó a trabajar como bailarina exótica en el célebre Casino de París, prestigioso cabaret del número 16 de la Rue de Clichy, en París. Este lugar, fundado en 1890, era conocido por sus espectáculos de variedades y su ambiente atrevido, en el que actuaban artistas que desafiaban las normas sociales de la época con sus actuaciones cargadas de sensualidad y glamour. En 1...

BICHOS Me presento, soy la juanita

Hedionda juanita Breve historia de un molesto bicho que todos los veranos vuelve a los pueblos con su historia a cuestas Yo soy la juanita, así nomás, con minúsculas, porque soy nombre genérico, como león, torcaza, omeprazol. Nada de delicadezas ortográficas para mí. Las únicas que llevan mayúscula son Juanita Simón, Juanita Viale, Juanita Tinelli, Juanita Repetto, sor Juana Inés de la Cruz. A nosotras nadie nos invita a una foto ni a una alfombra roja; con suerte ligamos un chancletazo bien aplicado. En las tradiciones argentinas, al menos, no figuramos como protagonistas de ninguna leyenda, cuento, mito, fábula, novela o quimera. Ni siquiera se dignaron a inventarnos una superstición digna, de esas que asustan changuitos. Y eso que nuestra pestilente presencia, si algo tiene, es potencial narrativo. Sin embargo, apenas ocupamos un rincón mínimo del acervo pop-folklórico del país. En la Sociedad Argentina de Autores y Compositores hay contadas canciones que llevan mi nombre —con o sin...