El periodismo en papel perdió relevancia |
A los sitios de la red no les sirve que se miren los títulos, quieren que se abra la página, porque viven de los clics
Recomendaban los maestros del periodismo de antes, títulos cortos que abarcaran toda la nota, un antetítulo —la frasecita de arriba para poner al lector en tema— y un copete, la primera parte de la nota que contara todo en cinco líneas. ¿Para qué? Pensá en la gente que agarra el diario a la mañana y quiere llevarlo leído al trabajo o lo mira a las apuradas en un bar, dale todo para que lo sepa de punta a punta, en cinco minutos. Después, si quiere entrarle a una nota, todo depende del interés que le despierte cada tema.Hasta ahí íbamos bien. Una nota se titulaba: “Mujer engañada apuñala al marido y lo mata”, el antetítulo indicaba “El vecindario conmovido” y el copete o bajada aclaraba: “Lo apuñaló con un Tramontina después de hallarlo en la cama, desnudo con otra mujer”. Así de simple era redactar en un diario de antes. Luego, en la nota se daban los detalles, cómo había sido la cosa, las sospechas de la mujer, la corrección del pobre finado: “En el barrio no creían que fuera capaz de tener una ´mina´”, los gritos de los hijos, la sangrienta escena del crimen, el juez que intervino en la causa y las demás espantosas truculencias del caso. Palo y a la bolsa.¿Qué sucede hoy con la misma noticia? El título dice: “Mujer engañada hace algo terrible”. El copete o bajada avisa: “Cuando vio a su hombre desnudo con otra, tomó una drástica determinación”. Y luego narra el asunto, como un cuentito, para que recién al final se sepa que lo masacró con un Tramontina.¡Epa, epa, epa!, ¿qué pasó en el camino para que, de facilitar la lectura, se pasara a hacerla más larga, tediosa, farragosa? Bueno, varias cosas, si quiere lo analizamos, pero vamos por partes, dijo Jack el destripador.
Lo primero es que se dejaron de leer los diarios de papel y se volcó, los que todavía leen noticias, a los portales de internet. Lo segundo: a los sitios de la red no les sirve que uno mire los títulos, quieren que abra la página, porque viven de los clics de cada nota. Si con el título sabe todo, ¿para qué va a leer el resto? Los portales, en muchos casos, salen a cazar lectores incautos. Todo por ganar un clic. A como dé lugar.
Por eso hay títulos que dan pena y meten miedo a la vez. Como: “Wanda Nara destrozó a un seguidor de Twitter”. Usted va a la nota y en realidad contestó educadamente una crítica que le hizo alguien. No dice nada, pero usted ya está ensartado. Se quiere desquitar con la siguiente: “La vecina de arriba de Cristina, cuenta todo”. Pero tampoco dice algo sustancial. “¿Qué hizo Fulano cuando le recetaron anteojos?”. No la abra, amigo, es una trampa mortal. ¿Ya la abrió?, bueno, ¿qué hizo? Fue a comprarlos. Lógico, cómo no se me ocurrió.
Para peor, como todos los portales se copian todo, cada un pone un título más escondedor que el otro. Volviendo al caso de Wanda Nara, podría ser: “Qué tiene Wanda Nara con Twitter” y, salvo el título cambiado, es igual al resto. Lo mismo en el caso de la vecina, otro portal titulará: “La vecina de Cristina se despacha con todo”.
Los diarios de antes salían todos casi al mismo tiempo, pongalé una o dos de la mañana. Lo que causaba algunas complicaciones. Un caso, muchos publicaron que la princesa Diana había muerto, otros dieron solamente la noticia del accidente. La diferencia fue que unos esperaron cinco minutos más para cerrar la edición, mientras a los otros periodistas les dio sueño y se fueron a dormir. Le estoy hablando de grandes diarios que pusieron la noticia y de otros grandes también que no esperaron.
Era a matar o morir. El que ganaba, ganaba y el que perdía recién al otro día publicaba, pero tarde. Varios jefes fueron despedidos por haberse perdido una primicia. Había que estar en la cresta de la ola, mandar a los periodistas a investigar, hablar por teléfono, consultar fuentes, conseguir documentos, atender la teletipo.
Hoy todos se copian, yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos. Te-o-de-o-ese, todos. Desde el gran diario de Buenos Aires hasta el blog de un periodista de provincias. Las noticias se mueven tan rápido que muchos diarios grandes ante la duda de si alguien importante ha muerto, optan por publicarlo. Luego tienen que borrar o pedir disculpas, pero ya lo han hecho. La lucha por el clic los (nos) ha vuelto despiadados. Salvando las distancias, por supuesto, entre los pocos cientos que consigue este blog y los miles de los diarios de las capitales de todo el mundo.
Tome esta nota, si quiere, como un repaso del periodismo actual, que tiene muchas más aristas y vericuetos para analizar. Y si le gustan los consejos, aproveche que tiene un telefonito y en vez de mirar noticias que no sirven para nada, lea libros gratis por internet. Si alcanza a leer diez páginas en cada viaje en colectivo rumbo a su trabajo, capaz que en seis meses termina El Quijote de la Mancha. Es mejor que andar mandando memes pedorros.
©Juan Manuel Aragón
Lo primero es que se dejaron de leer los diarios de papel y se volcó, los que todavía leen noticias, a los portales de internet. Lo segundo: a los sitios de la red no les sirve que uno mire los títulos, quieren que abra la página, porque viven de los clics de cada nota. Si con el título sabe todo, ¿para qué va a leer el resto? Los portales, en muchos casos, salen a cazar lectores incautos. Todo por ganar un clic. A como dé lugar.
Por eso hay títulos que dan pena y meten miedo a la vez. Como: “Wanda Nara destrozó a un seguidor de Twitter”. Usted va a la nota y en realidad contestó educadamente una crítica que le hizo alguien. No dice nada, pero usted ya está ensartado. Se quiere desquitar con la siguiente: “La vecina de arriba de Cristina, cuenta todo”. Pero tampoco dice algo sustancial. “¿Qué hizo Fulano cuando le recetaron anteojos?”. No la abra, amigo, es una trampa mortal. ¿Ya la abrió?, bueno, ¿qué hizo? Fue a comprarlos. Lógico, cómo no se me ocurrió.
Para peor, como todos los portales se copian todo, cada un pone un título más escondedor que el otro. Volviendo al caso de Wanda Nara, podría ser: “Qué tiene Wanda Nara con Twitter” y, salvo el título cambiado, es igual al resto. Lo mismo en el caso de la vecina, otro portal titulará: “La vecina de Cristina se despacha con todo”.
Los diarios de antes salían todos casi al mismo tiempo, pongalé una o dos de la mañana. Lo que causaba algunas complicaciones. Un caso, muchos publicaron que la princesa Diana había muerto, otros dieron solamente la noticia del accidente. La diferencia fue que unos esperaron cinco minutos más para cerrar la edición, mientras a los otros periodistas les dio sueño y se fueron a dormir. Le estoy hablando de grandes diarios que pusieron la noticia y de otros grandes también que no esperaron.
Era a matar o morir. El que ganaba, ganaba y el que perdía recién al otro día publicaba, pero tarde. Varios jefes fueron despedidos por haberse perdido una primicia. Había que estar en la cresta de la ola, mandar a los periodistas a investigar, hablar por teléfono, consultar fuentes, conseguir documentos, atender la teletipo.
Hoy todos se copian, yo, tú, él, nosotros, vosotros y ellos. Te-o-de-o-ese, todos. Desde el gran diario de Buenos Aires hasta el blog de un periodista de provincias. Las noticias se mueven tan rápido que muchos diarios grandes ante la duda de si alguien importante ha muerto, optan por publicarlo. Luego tienen que borrar o pedir disculpas, pero ya lo han hecho. La lucha por el clic los (nos) ha vuelto despiadados. Salvando las distancias, por supuesto, entre los pocos cientos que consigue este blog y los miles de los diarios de las capitales de todo el mundo.
Tome esta nota, si quiere, como un repaso del periodismo actual, que tiene muchas más aristas y vericuetos para analizar. Y si le gustan los consejos, aproveche que tiene un telefonito y en vez de mirar noticias que no sirven para nada, lea libros gratis por internet. Si alcanza a leer diez páginas en cada viaje en colectivo rumbo a su trabajo, capaz que en seis meses termina El Quijote de la Mancha. Es mejor que andar mandando memes pedorros.
©Juan Manuel Aragón
Es por eso,Juan, que respeto tu honestidad y profesionalismo periodístico.
ResponderEliminarJamás abro una nota con título gancho. A propósito. Lo considero deshonesto. El solo hecho de tener que recurrir a esa argucias, ya me dice de antemano que el contenido no vale la pena mi tiempo invertido.
Espero que haya mas lectores que sepan valorar esa ética.