Familia extendida de no hace mucho |
"Hasta no hace mucho, el Rey Absoluto de la Casa se llamaba Padre y la Reina de todas las Reinas llevaba por nombre Madre"
Tengo recuerdos de ese tiempo en que a veces los mayores se divertían con las monerías de los chicos. Si uno hacía una macana, se tocaban por debajo de la mesa para observarlos con disimulo y reírse a las carcajadas. No había llegado la moda del Niño Rey que sostiene que su satisfacción hasta en sus más pequeños caprichos es ley de la vida, porque si no hacen un berrinche que te la voglio dire o se frustran y le cuentan todo a la psicóloga.Mirá si un viejo iba a decirte “hijo mío, hoy no vamos a tomar Cocacola porque es posible que te haga mal a los dientes y no nos gusta que consumas tanta azúcar a tu edad”. Uno los ve a los chicos de ahora oyendo esas explicaciones y observa el brillo de triunfo en sus ojos, porque saben que detrás de esas palabras hay una confirmación de la debilidad de los mayores, que acabarán comprando la gaseosa.Antes los mayores decían “porque no” o “porque no se me da la gana”, te miraban fijo y seguían conversando entre ellos. Guay con que los interrumpieras para insistir. Ligabas una biaba como para que tengas, guardes, almacenes y amontones.
Hasta no hace mucho, el Rey Absoluto de la Casa se llamaba “Padre” y la Reina de todas las Reinas llevaba por nombre “Madre”. Los chicos eran consecuencia del amor que se profesaban los grandes.
A los hijos se les procuraba una educación acorde, que tuvieran amigos buenos, que comieran bien, abundante y variado, se los llevaba de vacaciones en caso de que los mayores se dieran ese lujo, se los mandaba a inglés, a yudo, a que aprendan dactilografía, a las chicas les hacían una fiesta de quince y a los muchachos se los habilitaba con unos pesitos para que fueran al baile.
Pero que no vinieran con un domingo siete. “¿Qué es eso de que no te gustan los ñoquis?, los comes o de un solo sopapo te estampo la nariz contra la pared”, se enojaba una madre y uno comía ñoquis hasta que le encantaban, como corresponde, porque verdaderamente son ricos. “¿Que tu novio se va a quedar a dormir en casa?, ¿en tu habitación?, ay hijita, mejor que tu padre no se entere de lo que me estás insinuando porque te va a rebanar entera como mortadela bocha”.
¿Te hubiera gustado ser chico ahora?, pregunta uno. Le digo que no. ¿Por qué?, entre otras cosas, los chicos de antes no teníamos necesidad de que nos contraten un payaso o un mago para las fiestas, sabíamos divertirnos en cualquier parte, como algo innato. Jugábamos con cualquier cosa, un bollito de papel era una pelota número cinco, un palito era un revólver Colt 45 nacarado, como el de Django en “El Bastardo”, ¿no la ha visto?, no sabe lo que se perdió. Las chicas arropaban trapitos vacíos y eran sus muñecas o hacían tortitas de barro y nos convidaban y decíamos: “Qué rico cocina, señora, deme un poquito más, por favor”. Éramos unos privilegiados si teníamos un trompo, armábamos un barrilete hasta con papel de diario. Jugábamos al “Alto ahí”, al “Ohíto chipaco”, a la pilladita, las escondidas, los coboi, a la pelota.
Los chicos de antes no nos aburríamos nunca, no había tiempo para el hastío existencial que se nota en los rostros de los jóvenes que salen de la escuela arrastrando sus mochilas con rueditas, sibaritismo al palo, che, hartos de mirar todo el día la pantalla del telefonito, esperando que venga envasado aquello que nosotros teníamos en la vereda o en el patio de la casa. Éramos felices sin ningún aparato.
En las siestas de camisón y Padrenuestro de los padres, endemientras pasaban sus ronquidos en la oscura habitación, no muy lejos de ahí, el mundo era nuestro. De punta a punta.
©Juan Manuel Aragón
Barrio Smata, 22 de octubre del 2022
Pero que no vinieran con un domingo siete. “¿Qué es eso de que no te gustan los ñoquis?, los comes o de un solo sopapo te estampo la nariz contra la pared”, se enojaba una madre y uno comía ñoquis hasta que le encantaban, como corresponde, porque verdaderamente son ricos. “¿Que tu novio se va a quedar a dormir en casa?, ¿en tu habitación?, ay hijita, mejor que tu padre no se entere de lo que me estás insinuando porque te va a rebanar entera como mortadela bocha”.
¿Te hubiera gustado ser chico ahora?, pregunta uno. Le digo que no. ¿Por qué?, entre otras cosas, los chicos de antes no teníamos necesidad de que nos contraten un payaso o un mago para las fiestas, sabíamos divertirnos en cualquier parte, como algo innato. Jugábamos con cualquier cosa, un bollito de papel era una pelota número cinco, un palito era un revólver Colt 45 nacarado, como el de Django en “El Bastardo”, ¿no la ha visto?, no sabe lo que se perdió. Las chicas arropaban trapitos vacíos y eran sus muñecas o hacían tortitas de barro y nos convidaban y decíamos: “Qué rico cocina, señora, deme un poquito más, por favor”. Éramos unos privilegiados si teníamos un trompo, armábamos un barrilete hasta con papel de diario. Jugábamos al “Alto ahí”, al “Ohíto chipaco”, a la pilladita, las escondidas, los coboi, a la pelota.
Los chicos de antes no nos aburríamos nunca, no había tiempo para el hastío existencial que se nota en los rostros de los jóvenes que salen de la escuela arrastrando sus mochilas con rueditas, sibaritismo al palo, che, hartos de mirar todo el día la pantalla del telefonito, esperando que venga envasado aquello que nosotros teníamos en la vereda o en el patio de la casa. Éramos felices sin ningún aparato.
En las siestas de camisón y Padrenuestro de los padres, endemientras pasaban sus ronquidos en la oscura habitación, no muy lejos de ahí, el mundo era nuestro. De punta a punta.
©Juan Manuel Aragón
Barrio Smata, 22 de octubre del 2022
Muy bueno Juan Manuel gracias
ResponderEliminarMaria lopez ramos 💐
Por eso en el Smata existen hoy muchos ancianos tristes.
ResponderEliminarHermosas palabras. Juan Manuel! Para recordar y pensar.
ResponderEliminarAsí me criaron y así criamos a nuestros hijos en pleno siglo XXI. Y nuestros hijos viven agradecidos de ello. Y hablo de aquí en USA y los paises donde nos tocó vivir. Todavía funciona si los padres tienen la suficiente madurez y educación para hacerlo. Claro, hay quienes consideran que "y....sabes cómo es ahora...ya no se puede....ahora los chicos están en otra....." entonces los convencen de que son "especiales", que les toca premio solo por competir y terminan formando mediocres nihilistas a los que les terminan teniendo que conseguir trabajo, comprarles auto, casa y televisor, porque saben que por su cuenta no son capaces de conseguir nada.
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