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Camperas |
“Hay toda una industria bien organizada, montada alrededor de los estudiantes argentinos, sean de la clase social que fueren”
Un joven en la actualidad cursa tres años de jardín de infantes, siete de primaria y va cinco al secundario. Son quince años de escuela en los que adquirió, como mínimo, el hábito de llegar a tiempo. Pero también, se supone, tuvo maestros y profesores que le inculcaron desde nociones mínimas de anatomía humana, hasta lecciones de historia, geografía, matemáticas, ciencias naturales. Sume a sus padres, tíos, abuelos que, al menos le habrán inculcado buenas costumbres, educación, modales acordes, civilización, cultura y cierta manera de mirar la vida con educación.Para estrenarse en la vida de adultos, antes de dejar del todo la escuela secundaria, se ven en la obligación de hacer alguna salvajada. De tal suerte que, cuando salen a la calle en grupo a la famosa “presentación de camperas”, deben avisarle previamente a la policía que cuidará al resto de los mortales y sus propiedades, de las salvajadas que podrían cometer. Entre otras tradiciones, también festejan, en quinto año, “el último primer día” en el que invariablemente tomarán bebidas alcohólicas hasta embriagarse y, si Dios ayuda a los docentes, faltarán a clases.Hay toda una industria bien organizada, montada alrededor de los estudiantes argentinos, sean de la clase social que fueren, que no trepida en inculcarles las peores costumbres, con tal de hallar su adhesión y sacar del bolsillo el dinero de los padres. Comienza en quinto grado cuando les ofrecen un “viaje de estudios”, acompañados de sus maestros, a fin de cumplir con un supuesto “proyecto institucional”. Si un padre pide el proyecto para leerlo, se lo negarán en la perra cara. Se trata de un engaño de las empresas de turismo, que se contactan con los maestros de quinto grado, les ofrecen el paquete y los amenazan con advertencias del tipo: “Si no van todos, el viaje cuesta el doble”.En séptimo grado organizan el acto, la cena y el baile de egresados, como si los mocosos se hubieran recibido de ingenieros nucleares y a fines de quinto año llega el esperado viaje de fin de curso en el que todos darán rienda suelta a sus instintos más primarios y básicos. Cabe preguntarse si la escuela no es una activa promotora de los actos bárbaros que cometerán los alumnos que, va de nuevo, deben llamar a la policía cada vez que se juntan para proteger al resto del mundo de sus atrocidades.
Quince años no bastan, al parecer, para hacer de los jóvenes que egresan, gente pensante, que sabrá dónde están el bien y el mal, por qué no deberían hacer basura en las calles cada vez que presentan camperas, por dar un caso. Ya que estamos, podrían reflexionar también sobre la utilidad de las camperas y por qué sienten tanta identificación con una escuela que ni siquiera eligieron, porque lo hicieron sus padres por ellos.
¿Qué garantías tienen hoy los padres de que sus hijos no saldrán como potros salvajes a la calle en quinto año, a cometer desmanes en la vía pública, por el solo hecho de haber terminado sus estudios? Es cierto que algo está fallando en las casas, si algo así sucede a la vista de toda la sociedad, que no hace nada por detenerlos. Cabría que entre todos veamos qué y cómo lograr que algunas de estas bestialidades, como andar borracho por las calles, antes de haber cumplido los 18 años, no sucedan más.
Abajo hay lugar para agregar lo que sea, insultos incluídos, si quiere. Anímese, total es gratis. Y anónimo.
©Juan Manuel Aragón
Barrio Juan XXIII, 14 de noviembre del 2022
No hay críticas .toda la razón falta educación y familia responsable a mi criterio.!!
ResponderEliminarTodo es muy triste porque una juventud sin valores y educación. Sumar falta cultura del trabajo no tiene futuro y el poder de turno lo maneja 👍🏻
Maria a lopez
excelente
ResponderEliminarY si, hay un negocio organizado, con la complicidad, de profesores, rectores etc. " La Sociedad de consumo" libro que uno debiera leer, ...pero es de Herbert Marcuse, marxista, y muchos tienen fobia contra " los zurdos" .
ResponderEliminarYo no culparía tan ligeramente a la "sociedad de consumo" por este fenómeno, que tiene profundas raíces en la falta de valores y ética del comportamiento que son los fundamentos de nuestra cultura judeo-cristiana, como mencioné más abajo. Es precisamente y especialmente esa cultura la que es permanente denostada y combatida y minada por la ideología marxista.
EliminarNo hay sociedad con mayor tendencia al consumo que la de aquí en USA, sin embargo en los colegios y escuelas todavía se mantienen las reglas y regulaciones que preservan los principios de la cultura occidental judeo cristiana, y no se ve ese nivel de descontrol. Los jóvenes ni siquiera pueden comprar alcohol hasta los 18 años, sólo se usa uniforme del colegio y si algún chico hace desmanes alcoholizado, se responsabiliza al hogar o al bar en el que se proveyó la bebida.
Excelente!!! Coincido en todo lo que leí aquí. Aplausos!
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