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IDIOMA Palabras a inventar

Palabras sueltas

¿Ha visto que hay asuntos o situaciones que se definen con una sola palabra? De eso trata esta nota


Los santiagueños saben que el gusto agridulce de un alimento que deja sensación de aspereza en la boca, tiene un nombre, patalco. También hay un término que define el golpe o ataque de callado, sorpresivo, sin previo aviso, es upálliaj y los que pegan así, a traición, son upalleros, también en el idioma quichua.
Hay palabras que resumen en sí mismas toda una frase. Como wabi-sabi que, en japonés es la "estética que encuentra la belleza en la imperfección". O cafuné, que para los brasileños viene a ser “acción de deslizar los dedos de forma tierna entre el pelo de la persona amada”. Los daneses dicen hygge para significar "la felicidad que se encuentra en los pequeños planes, en soledad o con amigos". Y los indios yaganes, de la Tierra del Fuego, le dicen mamihlapinatapai a "una mirada entre dos personas, cada una de las cuales espera que la otra comience una acción que ambas desean, pero que ninguna se anima a iniciar". ¿No es maravilloso?
En español debiera tener un nombre el tufo que queda en el baño luego de que uno caga y tira desodorante de ambiente, lo mismo la cara de estúpido que le queda al chango cuando invita a bailar una chica y ella le dice que no o el gusto del pan calentito, recién salido del horno, pero no tanto como para quemarse los dedos al agarrarlo.
También debiera tener un nombre la agradable sensación de saciedad al terminar de leer un libro particularmente hermoso, pongalé cualquiera de los de Arturo Pérez Reverte o José Mauro de Vasconcelos. ¿Cómo se debería llamar la tarde de verano muy calurosa y que de repente llega un viento del sur, llueve y después refresca?, digo, ¿no estaría bueno que tuviera un nombre de una sola palabra?
Al chiste mal contado y con tan poca gracia que hace reír, en indonesio se le dice jayus. Los suecos tienen una palabra para referirse al “acto de levantarse temprano por la mañana para salir al exterior a escuchar el canto de los pájaros", es gökotta. ¿Ha visto que por ahí ve un niño hermosito que le dan ganas de pellizcarlo, de tan bonito que es? Bueno, gigil, en filipino, significa “impulso de pellizcar algo que es insoportablemente tierno".
Debiéramos inventar palabras para resumir situaciones complejas, como una manera de ir tirando por la borda el lastre de algunas pesadeces del idioma español. No puede ser que no tengamos una palabra para describir el momento en que una chica enamorada le ceba el primer mate al futuro padre de sus hijos, aunque él no sepa que algún día lo será. O para la cara que pone el tipo cuando se da cuenta de que ha pinchado una goma del auto y está de traje yendo a un casamiento. El momento de placer que se siente cuando está por comenzar el Chavo del 8 en la tele también debería llamarse de alguna manera.
Los santiagueños hemos inventado algunas como ¿vuelves?, que es como le dicen a una persona que se alabó de algo que muy probablemente no sea cierto, para avisarle que no le creen. Caerse para atrás o como le dicen en la jerga policial “decúbito dorsal” es antarquearse. ¿Ha visto que hay una hora en que se ha ido casi toda la luz del sol y queda solo un hilo de luz? Es tuta tuta, en quichua y significa algo más que crepúsculo, porque también indica algo así como tristeza de un día que se va. Pero esto último es apreciación mía.
Bueno, espero que se le vayan ocurriendo nuevas palabras para incorporar al español. Como que alguna debe haber para decirle a alguien que está perdiendo el tiempo lastimosamente leyendo esta nota.
©Juan Manuel Aragón

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