Ir al contenido principal

MODALES Qué no y qué sí en las fiestas

Pollo asado

Por qué hay cosas que deberían estar prohibidas en las fiestas de fin de año que se aproximan: consejos de base para pasarla regio


Cada día están más cerca las fiestas de fin de año. En cuanto se quiera dar cuenta, don, ya las tendrá encima, con la patrona organizando con quién las pasarán, qué llevarán, dando indicaciones como: “Y vos pórtate bien, cada vez que tomas un poco ya te pones a pelear con todos los parientes”. Vale la pena repasar desde ahora una serie de normas de buena educación, fundamentales para pasarla bien y que el resto de los comensales también se sienta a gusto.
Para empezar, queda bastante flojo hablar de lo mal que hace la comida pesada, sobre todo si en la casa que está, de sus suegros, su cuñado, su hermano, sus padres, sabe que justamente esa noche harán comida pesada, pollo, cabrito, lechón, cordero, empanadas, no de rúcula obviamente, sándwiches, quipi, pizza. Imagínese a su cuñada diciendo:
—Lo peor del pollo es el cuerito— justo en el momento en que usted está por entrarle a la pierna, y a su crocante y tostada piel, obviamente.
En serio, si va a hacer comentarios como ese, mejor no vaya, quédese en su casa y esa noche delé con todo a una ensalada de rabanitos con brotes tiernos de soja, a la acelga hervida, lo que sea. Lo peor de todo, es que al ratito nomás de hacerlo atragantar con el pollo, la cuñada está morfando un pedazo de lechón con más grasa que sushi de mortadela. Si usted le llega a decir:
—¡¿Uhá?!, ¿no era que la grasa hace mal?
Ella responderá.
—Y bueno, me tenté.
Pero ya le ha atragantado toda la cena.
Casi siempre que hay pollo, cabrito, lechón, cordero, se los pone en una fuente que, o se deja en el medio de la mesa o va pasando de mano en mano. Bueno, evite elegir la suya. No lo haga, simplemente tome el tenedor, pinche una pieza y tráigala a su plato. Si salió pechuga, coma pechuga, si salió paleta de lechón, coma paleta. Lo que sea. Porque si no, los que vienen después de usted, es como que comen sus sobras. No elija, por favor. Es lo peor que se puede hacer en una comida.
Es muy desagradable observar que, justo antes de usted, su tío Pepe revolvió las costillas, las patas, las porciones innominadas, buscando los riñoncitos del lechón. No sé usté, amigo, pero después de ver cómo puso una cara del orto cada vez que miraba un ala de pollo o, da un poco de impresión sacar algo de la misma fuente.
Y menos eso de alabar una presa determinada, como la tía Pocha, que siempre larga:
—A mí si no me dan la pierna del pollo, no como.
El resto de los comensales tendrá que andar esquivando la pierna, y dejarla para ella. Si usted hace amague de traer la última que queda para su plato, su mujer lo mirará con cara de “no te he traído para que hagas quilombo, che, pelotudo”. Hablando de todo un poco, los ingenieros genéticos debieran inventar un pollo de cuatro patas o más, habida cuenta de que es la más requerida de todas sus partes, lechones con veinte riñoncitos y cabritos con la parte de las costillas que vengan deshuesadas, así uno no anda engrasándose entero por un pedacito de carne.

Leer más: “En lo de los abuelos la vida era una fiesta constante mientras la infancia no terminaba de mandarse a mudar”

Cuando llegue la fuente a sus manos, sin dejar de cargar al primo Ramón, porque es hincha de Independiente, pobre, y sin mirar la fuente, usted agarrará cualquier presa, la que venga y la servirá en su plato. Andar revolviendo, ya se dijo, no solamente es mala de educación sino una actitud de alguien que tiene basura en el alma.
A las 12 es la hora del brindis. Es de muy mala educación, si van a hacerlo con sidra, criticar a los que toman champán. Y viceversa. Siempre salta uno que recuerda:
—Será muy fino y todo lo que quieran, pero a mí el champán no me gusta, me deja amargo el paladar.
Al revés es lo mismo:
—En esta casa brindamos con champán: si no hay Pommery, no brindamos, qué tanto.
Mejor callesé. Ese comentario, repetido en cada casa, cada vez que se levantan las copas, es mersa. En serio, no lo repita. Por dos razones, la primera es porque en la mesa puede haber alguien a quien sí le guste la bebida que usted critica. Y la segunda es por las vueltas de la vida: quién le dice que el día de mañana usted no se habrá hecho del bando contrario, ya sea porque ganó la lotería y le dijeron que debe pasarse al champán (si gana la lotería lo hará, no me venga conque usted no es de esos, si no, para qué juega) o le llegó una mala racha y debe conformarse con una sidra Rama caída (Ramacáida, decían en el pago).
Oiga, no haga chocar los cristales, eso sí que es mersa elevado a la enésima potencia. Levante las copas al unísono con toda la parentela, diga ¡salud!, mire a los ojos a la gente amada. Y listo. Es de muy mala educación tintinear los vasos con todo el mundo. Menos todavía andar dando la vuelta alrededor de la mesa para que nadie quede sin su ruidito de copas. ¡No lo haga!, ¡en serio! Y no llore, por favor, llorar estuvo de moda hasta la década del 50, después ya no se llora en Navidades o Fines de Año. Quedó viejo.
Eso de chocar las copas y decir chinchín, es para gente de baja estofa, como la Mirtha Legrand en su pedorro programa de televisión y quizás, como dice el tango, también lo hagan “los cosos de al lao”. No es para una familia seria, respetable y bien educada como la suya amigo. Como que no da.
Lo más importante recuerde que, aunque las fiestas de fin de año son una creación del catolicismo, Navidad es considerada religiosa mientras el fin de año es civil y pagano. Por lo tanto, no corresponde andar haciendo excesos cuando se recuerda el nacimiento de Nuestro Señor Jesucristo, que murió crucificado, justamente para salvar a la humanidad del Diablo y el pecado. El 25 de diciembre corresponde ir a misa a reflexionar sobre la vida de quien, mal que les pese a los descreídos, es a quien debemos todo.
El 31 de diciembre, sí. Desé todos los gustitos que quiera, coma hasta quedar pupulo, chupe hasta ponerse más empedado que gusano de tequila, diviértase, tire cohetes, salte, baile, ríase, salga de joda con los amigos, vuelva a los dos días, lo que quiera.
Y es todo lo que tengo para decir.
©Juan Manuel Aragón
En La Guarida, a 4 de septiembre del 2023, componiendo vidalas

Comentarios

  1. 😀😀😀😀😀👍👍👏👏👏

    ResponderEliminar
  2. Muy buen post. En no poco de lo que señala coincido. Mi Madre era una experta en normas de etiqueta, y de alta escuela. Alguito hemos heredado de sus enseñanzas.

    ResponderEliminar
  3. Que cada quien sea libre de hacer y de ser como quiera. 😍

    ResponderEliminar
  4. Donde fuere haz lo que vieres

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

AÑORALGIAS Santiago querido

La Secco Somera lista (a completar), de lo que hay todavía en la ciudad mágica habitada por los santiagueños, sus sueños y saudades Algunas cosas que antes sabía haber en Santiago y no hay más, se perdieron para siempre, consignadas en este sitio para que al menos quede su recuerdo. Esta lista la publiqué hace algunos años en Feibu y los amigos la completaron. 1 Helados “Kay”, más ricos no hay. 2 El auto Unión, (con motor de dos tiempos, como la Zanella). 3 Las heladeras Vol-Suar. 4 Las prohibidas del Renzi (¡Coca!, cuánto amor). 5 La bilz de Secco (la de ahora no es lo mismo, qué va a ser). 6 El Santa Ana, El Águila, empresa Robert, el Manso llegando desde el fondo del saladillo. 7 Cheto´s bar. 8 El peinado batido de las mujeres. 9 El jopo (ha vuelto, pero como mariconada). 10 La nueva ola y los nuevaoleros. 11 El Tuco Bono. 12 El departamento Matará. 13 Panchito Ovejero vendiendo billetes de lotería. 14 La Porota Alonso. 15 La Gorda de Anelli. 16 Tala Pozo. 17 Mi tata. 18 Panadería L

LEYENDA El remís con chofer sin cabeza

Imagen de Facebook de David Bukret Un misterioso auto circula por las calles de Santiago y La Banda: un caso que está dando que hablar en todos lados Un hombre detiene su motocicleta en el parque Aguirre, lleva una mujer atrás, son las 3 de la mañana. Se apean debajo de un eucalipto, justo cuando empiezan a besarse aparece un auto, un remís que los encandila y se queda parado, como esperando algo. Ella pega un grito: “¡Mi marido!”, suben de nuevo a la moto y se van. Antes de irse, el hombre observa que en el remís no hay nadie, parece vacío, pero ya ha acelerado, a toda velocidad y no se va a detener. Ha pasado varias veces, según cuentan los parroquianos en el café con nombre y apellido, en una historia que va pasando de mesa en mesa, repitiéndose todos los días con más detalles. Las mentas hablan de un remís que aparece de manera impensada, no solamente cuando detecta traiciones amorosas, sino que asustó a varios muchachos que andaban trabajando de noche en casas que no eran las suya

EVOCACIÓN El triste final de la Dama de Hierro

Mercedes Marina Aragonés El recuerdo para quien el autor de esta nota llama Dama de Hierro, algunas anécdotas y la apreciación sobre una personalidad controvertida Por Alfredo Peláez No fue el final que posiblemente soñó en sus años de poder y esplendor. Cuando el nombre Nina paralizaba hasta el más taimao. Se fue en silencio, casi en puntas de pie, como vivió sus últimos años. Muy pocos lloraron a Marina Mercedes Aragonés de Juárez, la dama que supo ser de hierro, en tiempos idos. Seguramente coqueteó en esos años con un funeral al estilo Evita, con su féretro en el salón principal de la Casa de Gobierno, o en el Teatro 25 de Mayo, y largas colas de santiagueños para darle el último adiós. Pero solo fueron sueños de diva. Nada de eso ocurrió. Los diarios santiagueños apenas se hicieron eco de su fallecimiento. Al fin y al cabo, más importante eran los 470 años del pago que ella intento domesticar a rienda corta y chicote. Quedarán miles de anécdotas que la tuvieron como protagonista.