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FOKLORE La doble hoja con mango

Prestobarba
A esta altura del siglo XXI nadie dice, refiriéndose a una mujer, en un baile: “Churita mi buena moza, balanceandó la pollera”, y de eso trata esta nota

A quienes les gusta el folklore y se aburrieron de oir siempre lo mismo, lo mismo, lo mismo, aguaitan al menos una chacarera que hable de las mujeres como maestras, como empleadas de la municipalidad, como abogadas, como cocineras de bar, enfermeras, empleadas de tienda, empresarias, médicas, ¿Por qué todas las mujeres de las canciones supuestamente de tierra adentro tienen en sus letras sólo a pobres viejitas que viven en el monte criando hijos y revolviendo el agua para la mazamorra? ¿Acaso los folkloristas no son modernos, sus madres son todas amas de casa, sufridas, con sabañones de tanto lavar la ropa con agua fría en invierno, y lo único que hicieron en la vida es atender a los hijos, al marido, la casa? Los folkloristas son gente moderna, como que usan micrófono, tocan la batería y la viola eléctrica, muchos se visten con pantalones bahianos y camisolas amplias, andan en auto, viajan en avión a otros continentes, tienen cocinas a gas.
Deberían dejar tranquilo el rancho, el campo, el algarrobo, el mistol, las cabras corriendo rumbo al chiquero mientras cae la tarde. Eso es cosa de viejos o de estudiosos de antigüedades. Ya está, esos asuntos no tienen más jugo para sacarle, se agotaron en la década del 60 y más de medio siglo después siguen tratando de extraerle lo que ya no tiene. Además, ahí va una noticia, ya no existen. Se marcharon para siempre la luna asomando entre los quebrachos, el sulky traqueteando en el camino, la escuela con sufridas maestras que volvían a su casa cada seis meses o al cabo de un año lectivo. Nadie está feliz hoy en día por habitar una vivienda rancho repleta de vinchucas chagásicas.
Allá lejos o aquí a la vuelta nomás, en Maquito, en Los Quiroga, La Granja o La Puerta, en eso que por comodidad llamamos campo, usan motocicletas, llegaron los autos, las camionetas, los camiones, hasta el gaucho más infeliz tiene bicicleta rodado 28. Y, salvo que lo aprendan en una academia, o se las enseñe el maestro, ya nadie baila criollas: tallan fuerte la guaracha, el cuarteto, la cumbia, el chamamé cumbianchero, y muy excepcionalmente, el pasodoble.
El folklore es un baile para la escuela, los chicos disfrazados con botas, rastras, bombachas, pañuelo al cuello y sombrero aludo, con una coreografía precisa y movimientos estudiados, un día como hoy, 20 de junio que se recuerda la muerte del general Manuel Belgrano. La cumbia, en cambio, es lo que se baila para enamorar mujeres o con la esposa, con una amiga, con la novia.
Capaz que el folklore como una descripción de las bellezas naturales de una región, un ranchito aquí, otro más allá, ya es algo muy viejo, tanto como el romanticismo que le dio vida hace más de dos siglos o el nacionalismo a la usanza europea que le siguió.
Además, no crean que el paisano es un tonto o tonto y medio. “Cuando chacareras comienzo a cantar, cuál ha de ser, cuál de ser”. Quién va a ser el alumno bobo de tercer grado que componga semejante huevada, oiga, está bien, a usted le gusta, tiene una música pegadiza, pero si oye con atención la letra va a creer que la compuso el estúpido del pueblo. Dejensén de esas cosas, en serio.
Empiecen a cantar a los asuntos de ahora, al chico que va a la escuela y no aprende, a la maestra que tiene un sueldo que no le alcanza para una vida digna, al empleado de tienda que, con el precio del colectivo tiene que quedarse a dormir la siesta en la plaza, a la gente de los planes que es la que barre y limpia las ciudades, a las palomas que se pasean por la plaza Libertad y nadie las hondea, a las torres de Educación y Economía, al carnicero de la esquina, al quiosquero de la otra cuadra. Son imágenes que todos conocen, pero un buen poeta les puede dar un vuelo distinto y hacerlos inmortales en la memoria de nuevas canciones y una música original.
Sin ir más lejos, ahí Atahualpa Yupanqui, uno de los más grandes cultores del folklore, se dio el lujo de componer “El alazán”, y no lo hizo zamba, chacarera, carnavalito, gato ni escondido, sino que lo anotó en Sadaic simplemente como canción, o como describe internet: “Latin, folk, world, & country style”. Maravilloso, amigos.
Si algún folklorista leyera esta columna, va este consejo: bajá a la tierra, a Santiago, describí lo que ves a la vuelta de tu casa, en el barrio Industria, en el Vinalar, en el Siglo XXI o en El Bosque, de La Banda. No te metas con lo viejo, con lo antiguo, dejalo para los estudiosos, tampoco quieras seguir pillando la mula para atar el sulky, ¿sabes por qué?, porque ya no hay. Los últimos sulkys se pudrieron en un galpón de techo de tierra, en el pago de tu abuelo y a la mula la vendieron al mortadelero que pasaba una vez al año recogiendo los últimos yeguarizos que iban quedando y ya no pasa porque los comimos entre todos, con pan francés.
Dejá que los muertos entierren a sus muertos, vos cantale a lo que ves, con lenguaje moderno, nada de ahijuna, juna, junando, nada de achalay, churita. Fijate, nadie dice hoy: “Churita mi buena moza, ´balanceandó´ la pollera”, porque la guayna lo saca ca… rpiendo. Ahora se dice: “Mirá la morocha aquella, cómo se mueve la guacha”.
¿Entonces?
Modernizate, usá Prestobarba, la doble hoja con mango.
Juan Manuel Aragón
A 20 de junio del 2024, en la Terminal Vieja. Esperando el Ranchilleño.
Ramírez de Velasco®

Comentarios

  1. No tienes toda la razón, Juan Manuel. Es cierto que cuando alguno hace un "Prescripcion Veinteañal" en la zona de Monte Quemado, no se encuentra con la "Espesura de los montes". Solo monte bajo para sembrar Soja.
    Y cuando contrata peones para hacer el "Deslinde" no vienen a caballo sino en motocicletas con la Motosierra en el portaequipaje.
    Pero muchos cultivamos la tradición del baile folclórico y nos mantenemos alejados de las Guarachas.

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  2. Amigo en varias partes le pifias, por ahí capaz desconoces que hay un paraje en el departamento Quebrachos que se llama Domingo de Ramos y que su maestro, Bandeño, vuelve a su casa cada tres meses; tampoco es cierto que se acabaron los hombres de a caballo o el Sulky no exista, en mí Totorillas departamento Figueroa, aún existen esas cosas, o la.gente andando en sorra en Salavina para sacar agua de la represa, pero te digo más, aún hay gente que le dice buena moza a una dama. Pero no solo eso mí querido, sino que hay una chacarera que se llama El Olvidao, del Duende Garnica, donde habla de lo moderno, de la realidad actual con varias metáforas, así como también hay otras obras que hablan de revolución. Solo por citar un par de ejemplos...

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