En celeste, Israel, en castaño, Siria, entre ambos, zona de despligue de tanques israelíes en territorio sirio |
El 7 de octubre del 2024, Hamás desató la ira de los israelíes, al secuestrarle más de dos centenares de civiles inocentes
El 7 de octubre de 2023, Israel sufrió un ataque que dejó 1.200 muertos y 250 rehenes a manos del grupo terrorista Hamás. Desde entonces, las hostilidades resultaron en dos guerras, con unas 400 bajas entre soldados y 40 civiles israelíes. Se destruyeron miles de viviendas y aproximadamente 150.000 personas fueron desplazadas. Hacia Israel se lanzaron 29.500 misiles y balas de mortero, pero las operaciones militares fueron siempre fuera de su territorio a partir del 8 de octubre, permitiendo una relativa normalidad en las áreas que no son fronterizas con Gaza y Líbano.En las últimas horas se supo que el Hamás entregó a Egipto una lista con los nombres de los secuestrados, sin especificar su nacionalidad. Esto abre una esperanza para el retorno a sus hogares o al menos para una negociación honesta con los restos de la organización terrorista palestina.En Gaza, el conflicto devastó la región, dejando a dos millones y medio de personas sin recursos. Se destruyeron 90.000 viviendas y 30 hospitales, con un saldo de 43.000 muertos, de las cuales 24.000 eran combatientes de Hamás. La organización mantiene control sobre la distribución de recursos y conserva 100 rehenes israelíes, y son una herramienta política tanto para Hamás como para el gobierno de Netanyahu. Esto permite que el conflicto continúe y asegura el apoyo de sectores derechistas al gobierno israelí.
En el sur del Líbano, el conflicto afectó a un millón y medio de chiitas, que huyeron hacia el norte de Beirut mientras sus aldeas eran destruidas. Unas 15.000 viviendas fueron demolidas y se registraron 3.800 muertos, de los cuales 3.000 pertenecían a Hezbolá. La derrota del grupo terrorista podría abrir una oportunidad para que el Líbano reorganice su sistema político y económico después de décadas de caos.
En Siria, desde el 2011 el conflicto ha desplazado a 8 millones de personas, de las cuales la mitad emigró al extranjero. Hubo medio millón de muertos, principalmente civiles. La falta de cohesión entre los grupos opositores al régimen de Bashar al-Assad que tomaron el poder, así como sus disputas internas, podrían derivar en una guerra civil prolongada o en nuevos enfrentamientos con Israel.
La población alawita, cercana a Assad, enfrenta un alto riesgo de represalias. El colapso del régimen podría también llevar a que drusos y kurdos busquen establecer sus propios estados, intensificando la fragmentación del país.
La rápida caída del ejército sirio indicó la falta de apoyo popular hacia Assad y el respaldo a los rebeldes, que tuvieron el apoyo y la cooperación de la población local. Esto permitió ocupar grandes regiones sin dificultades logísticas, con los ciudadanos proporcionando alimentos y combustible.
Assad había usado armas químicas contra civiles, siendo el ataque más letal el del 21 de agosto de 2013 en Ghouta Oriental, cuando murieron cientos de personas, incluidos niños. Otro ataque con gas sarín ocurrió en Khan Sheikhoun el 4 de abril de 2017, matando a 89 civiles y desencadenando represalias internacionales, como el bombardeo estadounidense a la base aérea de Shayrat.
La campaña de terror de Assad fue dirigida por la "Célula de Crisis", un grupo de jefes de seguridad que controlaba una red de inteligencia encargada de detener, torturar y ejecutar a opositores. Además, los "Comités Populares" y los Shabiha, un escuadrón paramilitar, se encargaron de reprimir y sembrar miedo entre la población. El colapso de su régimen dejó a los alawitas en una situación precaria y amenaza con intensificar las divisiones sectarias en Siria.
Los conflictos también repercutieron en la región. Israel llevó adelante ataques letales contra objetivos de Irán y Hezbolá, marcando un punto de inflexión en el equilibrio de poder. En Gaza y el Líbano, la destrucción masiva de infraestructura y el alto número de víctimas civiles exacerbaron las crisis humanitarias, mientras en Siria, el derrocamiento de Assad ha dejado un vacío de poder que podría derivar en un conflicto aún más fragmentado.
Por ahora, mientras las ventanas al futuro están abiertas, Israel llevó adelante en Siria, masivos bombardeos aéreos, principalmente contra centros de distribución de armamentos y de producción de proyectiles, para no dejarlos en manos de los rebeldes, ahora instalados en el poder.
Mientras tanto la gente común, sigue expectante los acontecimientos. En el vídeo que se presenta aquí arriba se observa un encuentro popular entre el pueblo de Suqaylabiya con el Comandante de Seguridad Pública de la Gobernación de Hama, Sami Al-Hamoud (Abu Khaled), en la sala de condolencias de la Catedral de San Pedro y San Pablo. Lo curioso, o no tanto, a esta altura del partido, es que a los representantes cristianos no se les dejó usar crucifijos en la ocasión.
El mundo entero aguanta la respiración y los católicos rezan por su suerte mientras están atentos a las señales que envía el nuevo gobierno encabezado por Mohamed al Bashir, primer ministro en funciones de la transición, al menos hasta marzo. Este ingeniero y electrónico que se recibió en la Universidad de Alepo, en las pocas horas en el poder se viene mostrando como un líder moderado que fue opositor al régimen de Assad. Pero todo puede cambiar y, como suele suceder en las revoluciones, al menos de 1789 hasta la fecha, la marea podría tragarse a sus propios jefes.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
En el sur del Líbano, el conflicto afectó a un millón y medio de chiitas, que huyeron hacia el norte de Beirut mientras sus aldeas eran destruidas. Unas 15.000 viviendas fueron demolidas y se registraron 3.800 muertos, de los cuales 3.000 pertenecían a Hezbolá. La derrota del grupo terrorista podría abrir una oportunidad para que el Líbano reorganice su sistema político y económico después de décadas de caos.
En Siria, desde el 2011 el conflicto ha desplazado a 8 millones de personas, de las cuales la mitad emigró al extranjero. Hubo medio millón de muertos, principalmente civiles. La falta de cohesión entre los grupos opositores al régimen de Bashar al-Assad que tomaron el poder, así como sus disputas internas, podrían derivar en una guerra civil prolongada o en nuevos enfrentamientos con Israel.
La población alawita, cercana a Assad, enfrenta un alto riesgo de represalias. El colapso del régimen podría también llevar a que drusos y kurdos busquen establecer sus propios estados, intensificando la fragmentación del país.
La rápida caída del ejército sirio indicó la falta de apoyo popular hacia Assad y el respaldo a los rebeldes, que tuvieron el apoyo y la cooperación de la población local. Esto permitió ocupar grandes regiones sin dificultades logísticas, con los ciudadanos proporcionando alimentos y combustible.
Assad había usado armas químicas contra civiles, siendo el ataque más letal el del 21 de agosto de 2013 en Ghouta Oriental, cuando murieron cientos de personas, incluidos niños. Otro ataque con gas sarín ocurrió en Khan Sheikhoun el 4 de abril de 2017, matando a 89 civiles y desencadenando represalias internacionales, como el bombardeo estadounidense a la base aérea de Shayrat.
La campaña de terror de Assad fue dirigida por la "Célula de Crisis", un grupo de jefes de seguridad que controlaba una red de inteligencia encargada de detener, torturar y ejecutar a opositores. Además, los "Comités Populares" y los Shabiha, un escuadrón paramilitar, se encargaron de reprimir y sembrar miedo entre la población. El colapso de su régimen dejó a los alawitas en una situación precaria y amenaza con intensificar las divisiones sectarias en Siria.
Los conflictos también repercutieron en la región. Israel llevó adelante ataques letales contra objetivos de Irán y Hezbolá, marcando un punto de inflexión en el equilibrio de poder. En Gaza y el Líbano, la destrucción masiva de infraestructura y el alto número de víctimas civiles exacerbaron las crisis humanitarias, mientras en Siria, el derrocamiento de Assad ha dejado un vacío de poder que podría derivar en un conflicto aún más fragmentado.
Por ahora, mientras las ventanas al futuro están abiertas, Israel llevó adelante en Siria, masivos bombardeos aéreos, principalmente contra centros de distribución de armamentos y de producción de proyectiles, para no dejarlos en manos de los rebeldes, ahora instalados en el poder.
Líderes cristianos sin crucifijos a la vista
Mientras tanto la gente común, sigue expectante los acontecimientos. En el vídeo que se presenta aquí arriba se observa un encuentro popular entre el pueblo de Suqaylabiya con el Comandante de Seguridad Pública de la Gobernación de Hama, Sami Al-Hamoud (Abu Khaled), en la sala de condolencias de la Catedral de San Pedro y San Pablo. Lo curioso, o no tanto, a esta altura del partido, es que a los representantes cristianos no se les dejó usar crucifijos en la ocasión.
El mundo entero aguanta la respiración y los católicos rezan por su suerte mientras están atentos a las señales que envía el nuevo gobierno encabezado por Mohamed al Bashir, primer ministro en funciones de la transición, al menos hasta marzo. Este ingeniero y electrónico que se recibió en la Universidad de Alepo, en las pocas horas en el poder se viene mostrando como un líder moderado que fue opositor al régimen de Assad. Pero todo puede cambiar y, como suele suceder en las revoluciones, al menos de 1789 hasta la fecha, la marea podría tragarse a sus propios jefes.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®
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