Ir al contenido principal

1941 CALENDARIO NACIONAL Laiseca

Alberto Laiseca

El 11 de febrero de 1941 nace Alberto Laiseca, presentador de televisión y escritor de novelas, cuentos, poesías y ensayos

El 11 de febrero de 1941 nació Alberto Jesús Laiseca, en Rosario. Murió el 22 de diciembre del 2016 en Buenos Aires y fue un destacado escritor y presentador de televisión. Su obra literaria abarca más de diecinueve volúmenes, con géneros como novela, cuento, poesía y ensayo, destacándose obras como "El jardín de las máquinas parlantes" y "Los sorias". Su presencia en la televisión se hizo notoria con el programa "Cuentos de terror" en el canal I.Sat, en el que narraba historias de terror con una atmósfera minimalista y profunda.
Creció en Camilo Aldao, Córdoba, tras la muerte de su madre cuando tenía tres años, bajo la tutela de un padre a quien describía como cruel pero que le inculcó el amor por la lectura. Esta afición fue su refugio durante una infancia y adolescencia llenas de dificultades. La literatura y la imaginación le permitieron escapar de una realidad conflictiva. Entre sus influencias literarias, mencionaba a autores como Oscar Wilde, Edgar Allan Poe y Ayn Rand, entre otros.
Después de intentar cursar Ingeniería Química en la Universidad del Litoral en Santa Fe, dejó sus estudios en 1964 para dedicarse plenamente a la escritura. Su trayectoria laboral fue de trabajos físicos en distintas provincias argentinas, que más tarde reflejaría en su obra.
En Buenos Aires, donde se estableció, trabajó en empleos precarios mientras se sumergía en la bohemia literaria, conociendo a figuras como Marcelo Fox y Horacio Romeu.
Su estilo literario, que él denominaba "realismo delirante", se caracteriza por su experimentalismo, la ruptura de la verosimilitud, el humor negro, y la mezcla de géneros como el terror, la ciencia ficción y la novela negra. Comenzó a publicar en 1973 con el relato "Mi mujer" en el diario La Opinión, y su primera novela, "Su turno para morir", vio la luz en 1976, marcando el inicio de una carrera que lo convertiría en un autor de culto.
En los años 80, con obras como "Matando enanos a garrotazos" y "Aventuras de un novelista atonal", se consolidó como una influencia para escritores contemporáneos como César Aira y Rodolfo Fogwill. Su obra magna, "Los sorias", una novela de 1344 páginas sobre la guerra entre tres dictaduras, fue publicada finalmente en 1998 tras años de intentos fallidos, recibiendo elogios de críticos y colegas.
A lo largo de su vida, no solo escribió, sino que también incursionó en la enseñanza, dirigiendo talleres literarios que formaron a autores como Selva Almada y Gabriela Cabezón Cámara. Su presencia en los medios se expandió con participaciones en programas de televisión y cine, y su última aparición pública fue en 2016 con la presentación de una adaptación de "Historia de una madre" de Hans Christian Andersen.
Recibió numerosos reconocimientos, como la Beca Guggenheim en 1991 y el Premio Konex en 2003. Su obra se ve reflejada en la donación póstuma de su biblioteca a la Biblioteca Popular de Camilo Aldao y en la publicación de su primera pieza póstuma, "Hybris", en 2023, que incluye novelas inéditas y su última obra, "La puerta del viento".
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®

Comentarios

Entradas populares (últimos siete días)

FÁBULA Don León y el señor Corzuela (con vídeo de Jorge Llugdar)

Corzuela (captura de vídeo) Pasaron de ser íntimos amigos a enemigos, sólo porque el más poderoso se enojó en una fiesta: desde entonces uno es almuerzo del otro Aunque usté no crea, amigo, hubo un tiempo en que el león y la corzuela eran amigos. Se visitaban, mandaban a los hijos al mismo colegio, iban al mismo club, las mujeres salían de compras juntas e iban al mismo peluquero. Y sí, era raro, ¿no?, porque ya en ese tiempo se sabía que no había mejor almuerzo para un león que una buena corzuela. Pero, mire lo que son las cosas, en esa época era como que él no se daba cuenta de que ella podía ser comida para él y sus hijos. La corzuela entonces no era un animalito delicado como ahora, no andaba de salto en salto ni era movediza y rápida. Nada que ver: era un animal confianzudo, amistoso, sociable. Se daba con todos, conversaba con los demás padres en las reuniones de la escuela, iba a misa y se sentaba adelante, muy compuesta, con sus hijos y con el señor corzuela. Y nunca se aprovec...

IDENTIDAD Vestirse de cura no es detalle

El perdido hábito que hacía al monje El hábito no es moda ni capricho sino signo de obediencia y humildad que recuerda a quién sirve el consagrado y a quién representa Suele transitar por las calles de Santiago del Estero un sacerdote franciscano (al menos eso es lo que dice que es), a veces vestido con camiseta de un club de fútbol, el Barcelona, San Lorenzo, lo mismo es. Dicen que la sotana es una formalidad inútil, que no es necesario porque, total, Dios vé el interior de cada uno y no se fija en cómo va vestido. Otros sostienen que es una moda antigua, y se deben abandonar esas cuestiones mínimas. Estas opiniones podrían resumirse en una palabra argentina, puesta de moda hace unos años en la televisión: “Segual”. Va un recordatorio, para ese cura y el resto de los religiosos, de lo que creen quienes son católicos, así por lo menos evitan andar vestidos como hippies o hinchas del Barcelona. Para empezar, la sotana y el hábito recuerdan que el sacerdote o monje ha renunciado al mundo...

ANTICIPO El que vuelve cantando

Quetuví Juan Quetuví no anuncia visitas sino memorias, encarna la nostalgia santiagueña y el eco de los que se fueron, pero regresan en sueños Soy quetupí en Tucumán, me dicen quetuví en Santiago, y tengo otros cien nombres en todo el mundo americano que habito. En todas partes circula el mismo dicho: mi canto anuncia visitas. Para todos soy el mensajero que va informando que llegarán de improviso, parientes, quizás no muy queridos, las siempre inesperadas o inoportunas visitas. Pero no es cierto; mis ojos, mi cuerpo, mi corazón, son parte de un heraldo que trae recuerdos de los que no están, se han ido hace mucho, están quizás al otro lado del mundo y no tienen ni remotas esperanzas de volver algún día. El primo que vive en otro país, el hermano que se fue hace mucho, la chica que nunca regresó, de repente, sienten aromas perdidos, ven un color parecido o confunden el rostro de un desconocido con el de alguien del pago y retornan, a veces por unos larguísimos segundos, a la casa aquel...

CALOR Los santiagueños desmienten a Borges

La única conversación posible Ni el día perfecto los salva del pronóstico del infierno, hablan del clima como si fuera destino y se quejan hasta por costumbre El 10 de noviembre fue uno de los días más espectaculares que regaló a Santiago del Estero, el Servicio Meteorológico Nacional. Amaneció con 18 grados, la siesta trepó a 32, con un vientito del noreste que apenas movía las ramas de los paraísos de las calles. Una delicia, vea. Algunas madres enviaron a sus hijos a la escuela con una campera liviana y otras los llevaron de remera nomás. El pavimento no despedía calor de fuego ni estaba helado, y mucha gente se apuró al caminar, sobre todo porque sabía que no sería un gran esfuerzo, con el tiempo manteniéndose en un rango amable. Los santiagueños en los bares se contaron sus dramas, las parejas se amaron con un cariño correspondido, los empleados públicos pasearon por el centro como todos los días, despreocupados y alegres, y los comerciantes tuvieron una mejor o peor jornada de ve...

SANTIAGO Un corazón hecho de cosas simples

El trencito Guara-Guara Repaso de lo que sostiene la vida cuando el ruido del mundo se apaga y solo queda la memoria de lo amado Me gustan las mujeres que hablan poco y miran lejos; las gambetas de Maradona; la nostalgia de los domingos a la tarde; el mercado Armonía los repletos sábados a la mañana; las madrugadas en el campo; la música de Atahualpa; el barrio Jorge Ñúbery; el río si viene crecido; el olor a tierra mojada cuando la lluvia es una esperanza de enero; los caballos criollos; las motos importadas y bien grandes; la poesía de Hamlet Lima Quintana; la dulce y patalca algarroba; la Cumparsita; la fiesta de San Gil; un recuerdo de Urundel y la imposible y redonda levedad de tus besos. También me encantan los besos de mis hijos; el ruido que hacen los autos con el pavimento mojado; el canto del quetuví a la mañana; el mate en bombilla sin azúcar; las cartas en sobre que traía el cartero, hasta que un día nunca más volvieron; pasear en bicicleta por los barrios del sur de la ciu...