![]() |
Costanera nueva |
“Casos se han visto en algunos barrios de Santiago, de vándalos que incendiaron una unidad de atención de la salud, una posta sanitaria”
El interés es la medida de las acciones, dicen algunos. Se expresa también como que siempre que alguien hace algo es por una razón. Pocas veces la gente hace cosas porque sí nomás. Siempre hay alguna razón, aunque la oculte, no la reconozca o, incluso, no sepa que la tiene.Quien roba algo, es porque lo necesita y no halló otra manera de obtenerlo que quitándolo al prójimo. El caso típico es el del pobre infeliz que hurta un pedazo de pan o una manzana, cegado por el hambre. Aunque no se justifica, al menos tiene una explicación- Quien haya estado privado de alimentos durante mucho tiempo, sabe que es una sensación insoportable.Siempre el robo fue a otros. Pocas veces se ve el desapoderamiento de algo que es propio, solamente para destruirlo. Como meter la mano en un bolsillo, sacar dinero y romperlo, pero no como un alarde de riqueza o de vanagloria sino, porque sí nomás, por el gusto de hacerse daño.Algo así es lo que se observa en la ciudad, con los arbolitos que planta la Municipalidad en todos los barrios. Pocos llegan a adultos, casi todos son mochados sin piedad, no se sabe bien por quiénes. En muchas calles de la ciudad, la única sombra es de los cables de electricidad, con calores impiadosos como los que ya se están empezando a sentir esta temporada.
Siempre hay uno o varios descerebrados cortando el tronco de árboles que, en poco tiempo más podrían darles sombra. Es un feroz, profundo y quizás atávico odio a sí mismos, lo que sienten. De otra manera no se explica.
Es lo mismo que tomar una maza y empezar a darle a las paredes de la propia casa. Quien tal cosa hiciera, sería tomado por loco o, al menos por alguien enfermo de un cretinismo sin remedio posible.
Casos se han visto en algunos barrios humildes de Santiago, de vándalos que incendiaron una unidad de atención de la salud, una posta sanitaria. En esos lugares no solamente se vacuna y se entrega leche para los chicos, también se cuida y aconseja a las embarazadas, se hacen curaciones de suma urgencia, en fin. ¿A quién se le ocurre prender fuego al lugar en que van a alimentar a los hijos?
Hay quienes explican estas acciones porque fueron realizadas por individuos que seguramente estaban muy alcoholizados o drogados. Quizás sea cierto. Pero quienes llegan a esa conclusión debieran explicar también por qué los lugares en que más arbolitos se tronchan, sea en las inmediaciones de las escuelas primarias de la provincia.
Sólo en una afiebrada mente suicida, cabe la idea de que alguien va a destruir una planta que en pocos años más le dará sombra y, eventualmente cobijo, a él y a sus hijos. Sin embargo, en toda la ciudad la comuna enfrenta el mismo problema y un año tras otro, un año tras otro, un año tras otro, debe reponer las plantitas en la esperanza de, algún día, completar el arbolado de las desoladas calles santiagueñas.
La avenida Belgrano fue convertida hace muchos años en un páramo, sobre todo a la siesta, al que pocos se animan a encarar, pero cuando lo hacen deben cubrirse a la manera de los árabes del Sahara, so pena de quedar achicharrados bajo el inclemente sol santiagueño. Un fuego envuelve hasta la cabeza al osado que lo intenta, el sol le cocina hasta las ideas, el asfalto se derrite a sus pies. Conseguirá algo de consuelo cuando llegue acezando a la vereda del frente y a la sombra de sus ardientes paredes quizás logre el ansiado alivio.
Mientras tanto, a la salida de una escuela cualquiera, un chico cortará la punta de un breve lapacho para tirarla unos metros más adelante, porque sí nomás, para probarse quizás, que tiene en sus manos el poder de la vida y la muerte.
©Juan Manuel Aragón
Belgrano y Libertad, 6 de diciembre del 2022
He visto en mi barrio, al medio día, a los chicos que salen de la Escuela con sus guardapolvos blanco, cortar el arbolito recién plantado. Habría que analizar este comportamiento irracional.
ResponderEliminarPodrás derribar un árbol y convertir en leña, pero no tendrás más sus flores y frutos
ResponderEliminarPienso que dos realidades se combinan para que una sociedad cultive y transmita a sus hijos tal actitud de desinterés y desaprensión por los bienes públicos.
ResponderEliminarPor un lado tenemos una sociedad fuertemente dependiente, y al mismo tiempo antagónica con el estado, cuyos recursos y bienes no se consideran patrimonio de la gente.
Por otro lado está el sistema impositivo del país, que recauda mayormente por vía indirecta (pagos enganchados a cobros de bienes y servicios), que son manejados discrecionalmente desde un fondo canasta, y que no son dirigidos a cubrir los intereses del usuario que aporta.
Pienso que estos aspectos, y otros de relativa incidencia, hacen que la sociedad no sienta apropiación por obras y bienes que el estado construye o instala. Por el contrario, existe en nuestra sociedad inculta una combinación de resentimiento y revancha hacia el sistema, al cual desde tiempos de la colonia los virreyes nos enseñaron a hacerle trampa, que sentransmite de padres a hijos.
Se podrá pensar que son los escolares los que rompen los arbolitos, pero hay una generación de padres que hacen daños similares a otro nivel, motivados por ese mismo sentimiento.
Un comentario final.
Me parece muy inocemte pensar que en La Argentina se roba por necesidad o hambre. Pienso que esas son las excepciones de la regla. En mi opinión se roba por todo lo que mencioné antes en este comentario.