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FEMINISMO En defensa de la Catedral

El templo, en una transparencia
sobre la calle Libertad

Los humildes, sin hacer alharaca, sin grandilocuencia ni vanos discursos, siempre eligen tener sus hijos, no se les pasa por la cabeza matarlos


Sucedió en Santiago el 8 de marzo del año pasado, Día Internacional de la Mujer, en la plaza Libertad de Santiago del Estero. Si bien fue hace mucho, vale la pena recordarlo, para marcar la obra de teatro que representan a veces grupos antagónicos e irreconciliables.
Como todos los años, se iban a reunir las feministas santiagueñas a dar el presente, enarbolar sus consignas para tener el mismo tratamiento que los hombres en los trabajos, recibir igual paga por el mismo trabajo, blandir el derecho a matar a sus chicos nonatos en su propio vientre y enarbolar la libertad sexual de la que actualmente gozan, desnudando quizás una parte de su cuerpo o quizás algo más.
En la Argentina al menos, lo hacen frente a las catedrales católicas. Nunca eligen un templo evangélico, eso que los evangélicos son firmes opositores a todas sus creencias. Tampoco van a las mezquitas ni a las sinagogas. Han elegido de enemigos a los católicos y a su odio se atienen.
Por otro lado, también fueron algunos hombres y se apostaron en las cercanías de la Catedral para impedir que tomen por asalto el templo. Para cumplir su cometido pensaban ponerse codo a codo, rezar el Rosario y esperar que las feministas les llenen el rostro de excrementos o la suciedad que hallen más a mano, como suelen hacerlo habitualmente.
Nada que no se haya visto ya, las feministas atacan una iglesia y grupos de muchachos católicos la defienden. Unas atacan con sus consignas, los hombres se defienden rezando el Rosario. Cada uno cumple con su trabajo, luego se despiden y prometen verse en el próximo encuentro de feministas.
Pero el año pasado sucedió que había una manifestación de piqueteros, justo frente a la Catedral. Como se sabe, los piqueteros son gente humilde. Los humildes, sin hacer alharaca, sin grandilocuencia ni vanos discursos, siempre eligen tener sus hijos, no se les pasa por la cabeza matarlos en la panza de la mamá. Hasta ahora, digan lo que digan, cortan caminos, rutas, calles, pero jamás osaron hacer daño físico en la propiedad particular de nadie y menos en un templo de cualquier religión.
Y en marzo pasado, quedaron separados los dos grupos, las mujeres que habían ido a escupir y los hombres que querían rezarles el Rosario en la perra cara. Ellas en la retreta de la plaza Libertad, y los grupos de hombres católicos se quedaron con ganas de mirar el horror del otro, cara a cara. Y en el medio los piqueteros frustrando el filial encuentro de unos con otras.
Lo más curioso es que estos hombres católicos no son avalados por el Obispo ni por ningún sacerdote de la diócesis. Son, lo que la jerga moderna llama “autoconvocados”. Cada vez que se enteran de que podría haber un ataque a un templo, se dan cita en el lugar, hacen su tarea y no vuelven a aparecer hasta la próxima vez.
Existe la sospecha de que los curas de la Catedral de Santiago y de todas las catedrales del país en que se hicieron estas movilizaciones, no quieren ser defendidas por hombres católicos, por la policía, los bomberos ni por nadie. Se supone que quieren verlas entrar al templo, desnudarse, cagar en el altar, incendiar algún que otro banco o provocar desmanes como los que protagonizaron las Madres de la Plaza de Mayo, en Buenos Aires.
Hay quienes creen que los curas esperan la profanación del templo, para luego entablar un diálogo constructivo con las feministas, reconociéndoles quizás, el derecho a mutilar las vidas que llevan dentro, siempre que lo  hagan con libertad y discernimiento. Y justo cuando está por cumplirse su afán de democracia pluralista, participativa, inclusiva,  republicana y coso, vienen estos fanáticos fundamentalistas a pincharles el globo.
Unos defienden lo que otros están desesperados por entregar. Si sospecha que esta crónica miente, aguante unos días —el 8 de marzo está cerca— y verá cómo se repite la historia.
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

  1. Pienso que es lamentable que solo hombres protejan la Catedral en estas circunstancias. Sería más legítimo que fueran las mujeres quienes en más número participen en esta defensa, sobre todo porque la función de madre es la más sublime de todas las inherentes a la humanidad, haciéndolas privilegiadas en la sociedad por esta condición.
    Es penoso ver cómo la narrativa feminista, totalmente ideológica, falaz en todos sus postulados y carente de fundamento en sus prédicas, ha distorsionado la opinión pública y ha acobardado a las mujeres en su responsabilidad de defender su condición de madres.

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  2. más repudiable es el hecho de que los curas se nieguen a ser defendidos por miedo a ser llamados al orden por sus superiores. Los curas son victimarios más que víctimas, pues aplican a rejatabla las normas que dictan las autoridades del Nuevo Orden Mundial con el papa Francisco a la cabeza

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  3. La Iglesia Católica ha acordado la Agenda 2030 de la ONU y también del World Economic Forum, así que... muito legal, como dirían los hermanos brazucas.

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    Respuestas
    1. Considero lamentable la agenda del vaticano en este sentido, impulsada por el Papa y armada por sus cardenales asesores, principalmente el hondureño Rodríguez Maradiaga que lleva adelante la ideología del gobierno global.

      De todos modos no creo que se deban mezclar las cosas, porque pienso que el tema del aborto es un problema ético y moral, que trasciende a las creencias de cualquier religión o culto.

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  4. Che, pero las feministas obligan a alguna mujer a abortar ?? ...No ? Y entonces? donde esta la violación de derechos ? Lo que defienden , es SU DERECHO A ABORTAR, lo cual es resistido por quienes defienden a las personas por nacer; pero las que defienden su derecho, no obligan a nadie, no fuerzan a nadie a hacer o no hacer algo.

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