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MARX El opio de los pueblos

Pelota de fútbol

Si no se estudia la historia en un contexto amplio, siempre es posible caer en errores que lleven a falsas conclusiones

La frase: ”La religión es el opio de los pueblos”, fue escrita en 1844 por Carlos Marx. Se debe estudiar la historia en su contexto, porque cualquier palabra extraída de un pensamiento más amplio, puede ser al menos equívoca. La cita completa quizás arroje un poco más de luz sobre lo que quiso decir el pensador germano: “El sufrimiento religioso es al mismo tiempo la expresión del sufrimiento real y una protesta contra el sufrimiento real. La religión es el alivio de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón y el espíritu de un estado de cosas desalmado. Es el opio del pueblo.”
Al meos en este párrafo no hablaba frontalmente en contra de la religión, la tomaba como un remedio para aliviar el sufrimiento de los creyentes. Algo que, en cierto sentido, las religiones tienen como suyo. Sobre todo la Iglesia Católica, contra la cual escribía Marx, si vamos a esciribirlo todo.
En este momento la religión ya ha dejado de jugar un papel fundamental en la vida de los hombres, su lugar ha sido ocupado por otras “protestas contra el sufrimiento real”, diría el marxismo. Una de las principales, la que vino a ocupar el lugar de aquel otro opio del pueblo, en estos momentos sería el fútbol, devoción sin fronteras, que reconoce millones de fieles en todo el mundo. Contra las frustraciones que provoca durante toda la semana un sistema que los oprime, los hombres recurren al fútbol como la última esperanza para tener una alegría en sus vidas. Tienen una celebración por semana, con sus sumos sacerdotes y -cómo no -sus ritos precisos y determinados, establecidos, asentados sobre sus propias tradiciones, obedecidos e indiscutidos.
Dice también Marx: “La superación de la religión como felicidad ilusoria del pueblo, es la reivindicación de su felicidad real. El llamado para que el pueblo se deje de ilusiones acerca de su condición, es el llamado a que termine con un estado de cosas que necesita ilusiones. La crítica de la religión es ya, en embrión, la crítica del valle de lágrimas, santificado por la religión”.
Se pide el abandono de la creencia religiosa para alcanzar una felicidad, digamos “verdadera”, porque el triunfo en una cancha de un equipo de fútbol cualquiera, vendría a ser una ilusión o un “valle de lágrimas", sólo que esta vez "santificado por una pelota”.
Siempre siguiendo el razonamiento de Carlos Marx, todos los domingos millones de fieles acuden a las canchas para celebrar una misa laica, con once jugadores por bando, un referí impartiendo justicia, un balón corriendo por la gramilla y cientos de fieles observando las evoluciones de los primeros sumos sacerdotes de la celebración. Del éxito de alguno de los dos equipos dependerá la felicidad ilusoria de miles, quizás millones de fieles, desperdigados en una ciudad, un país, el mundo entero.

Leer aquí, qué otra celebración, además de San Juan Bautista, hay en esta fecha en la Argentina

Si eso no es una puesta en escena de una gran religión, entonces que alguien diga dónde está hoy la droga opiácea de tantos pueblos adormecidos con un triunfo que, en caso de darse, sería santificado instantáneamente por los medios de comunicación, jugando el papel de voceros de esta nueva doctrina universal. Heraldos eficaces de una creencia que no reconoce fronteras.
Dice Marx a quien quiera oírlo: “La abolición de la religión trae consigo la liberación humana. La religión es la exigencia para, la promesa de, y el obstáculo a esa liberación”.
¿Alguien duda de que la abolición del fútbol pondrá al hombre moderno cara a cara con su circunstancia y exigirá, por lo tanto una solución a quienes corresponda? ¿A esta altura del tentempié, hay quien tenga dudas de que el fútbol es hoy la religión a la que aludía Marx? Quien crea que esta nota está equivocada, que hable con un hincha cualquiera y verá dónde está, llegando al primer mediodía del siglo XXI, el opio de los pueblos. O escriba una nota al pie de esta artículo.
Juan Manuel Aragón
A 24 de junio del 2024, en La Abrita. Moliendo maíz.
Ramírez de Velasco®

Comentarios

  1. Marx sabía que la religión era la mayor competencia para su visión sobre la utopía de felicidad eterna de los pueblos, basada en el comunismo.
    Comparaba a la religión con el opio porque sostenía que producía un efecto ilusorio mediante el cual las personas vivían engañadas por un falso e irreal estado de felicidad.
    Que Marx haya creído en el ideal comunista hasta se podría justificar porque sonaba bien en teoría pero nunca se habían visto los resultados en la práctica (aunque Nietzsche ya en esa época predijo que tal régimen solo traería dolor y muerte).
    Lo que es inconcebible es que exista hoy gente que crea en la utopía comunista, luego de que el experimento se haya reproducido N veces en distintas culturas y en diferentes épocas de la historia, y en el 100% de los casos el resultado haya sido el mismo, con más de 100 millones de muertos acumulados entre todos.

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