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HAGIOGRAFÍA Los Santos Inocentes

Matanza de los Santos Inocentes

Hoy es una fecha cara al sentimiento de los católicos, que ven con mucho dolor cómo son muertos los chicos en la Argentina


Cerca de la mitad de los chicos que debieran nacer en la Argentina quedan en el camino, sus madres prefieren enviarlos a las cloacas antes que criarlos, amamantarlos, cuidarlos, quererlos. La muerte de chicos, su asesinato, ha pasado a ser uno de los triunfos más resonantes del mundo moderno sobre la naturaleza humana.
El evangelio de San Mateo relata que, al verse engañado por los magos, Herodes se enfureció y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, de acuerdo con la fecha que los magos le habían indicado. Así se cumplió lo que había sido anunciado por el profeta Jeremías:
“En Ramá se oyó una voz,
hubo lágrimas y gemidos:
es Raquel, que llora a sus hijos
y no quiere que la consuelen,
porque ya no existen.”
La Argentina de punta a punta llora a sus hijos no nacidos, muertos en el vientre de la madre, aunque los diarios no hablen de ellos, no los mencionen, no los traigan a colación de nada, los tengan como seres invisibles, inexistentes. Sus almas lloran en el Limbo, quizás no por ellos, sino por nosotros, que dejamos que los maten sin ni siquiera levantar una oración por su inicua e irracional muerte.
Hoy la Iglesia Católica los recuerda con mucho cariño. Son los chicos que murieron cuando Herodes, para asegurarse de matar a quien sería el Mesías prometido al pueblo judío, mandó a matar a todos los de menos de dos años, por las dudas.
Si vamos a analizar aquello, tenía razón el Rey de los Judíos en mandar a matar a todos los chicos, quería evitarse un problema futuro. Ese chico, él lo vio primero, sería capaz de davueltar los cimientos mismos de las creencias, no solamente del mundo hebreo, sino también del romano. Debe haber sido un acto de desesperación extrema, entre los niños nacidos desde hacía dos años, estaba aquel que pondría en duda su mismo trono, lo cuestionaría desde sus cimientos. Desde el cristianismo, por supuesto que no estamos de acuerdo con lo que hizo, pero puesto en sus sandalias es posible que más de uno hubiera actuado de la misma manera.
Las muertes de inocentes de ahora son, en cambio, un acto social, un maquillaje, lo que se diría un disfraz para que no se deforme el cuerpo de una mujer, que no se le agranden los pechos ni se le formen estrías en la panza. O para esconder una sexualidad desenfrenada, en noches sin fecha y anónimos protagonistas, para decirlo con palabras suaves.
Aunque los números convencen, pero no entusiasman, hay que informar que, según estadísticas nacionales y oficiales, este año, solamente hasta octubre, se practicaron en la Argentina 75.581 abortos, en el 2021 hubo 73.487 y en el 2022, 96.664.
Quienes creemos que hay un Dios, que se hizo hombre y habitó entre nosotros, por más que haya sido hecho ley, por más que sea perfectamente inimputable quien mate a un chico, seguimos rezando por ellos, no nos resignamos a perderlo. Rezamos también por los que practican abortos para que se den cuenta del mal que están haciendo, de las muertes injustificadas con que ensangrientan sus manos.
Hoy, que recordamos a los Santos Inocentes de hace más de 2000 años, nos compadecemos también de los actuales, de las muertes que todavía se podrían evitar si se educara a la juventud en la templanza, en la mesura y, fundamentalmente, en el amor a Dios.
©Juan Manuel Aragón
A 28 de diciembre del 2023. En Isca Yacu. Tomando unos amargos


PS. No crean los lectores en esas historias canallas que sostienen que hoy es un día para burlarse de los amigos crédulos con falsas noticias. Es una fecha cara al sentimiento de muchos, por lo que bien podrían evitar esos juegos malsanos.

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