Ir al contenido principal

LEYENDA Si Santiago se inunda tomemos café en el Barquito

Ahora es Bonafide

En uno de los cafés más tradicionales de la ciudad siempre hay un amigo esperando para contarle algo


A Montero, mozo que sabía ser
El Barquito sigue siendo el bar más emblemático de la capital de los santiagueños y, aunque actualmente sea Bonafide, muchos lo nombran con su antiguo apelativo. Además de su distinguida clientela, es la segunda casa de jubilados y desocupados que se instalan a eso de las 11 de la mañana y se van recién pasado el mediodía.
Heredó la antigua fauna que habitaba La Ideal, debajo del Grand Hotel, cuando se convirtió en Carlos V, llamado así en honor al cinco veces gobernador de Santiago Carlos Arturo Juárez (de pie para nombrarlo o se enojan las Quijotes con faldas). Sus habitués se mudaron al Barquito, espantados con esos aires aristocráticos que le dieron al otrora popular café.
Y volvieron a sentirse en casa viendo desfilar chicas por la vereda, oyendo el rumor de las palomas que bajan a desayunar, sabiendo que en cualquier momento pasará un conocido por la vereda, a contarles el último chisme de la política, del folklore, del barrio, de los amigos comunes.
A fin de mes, entre varios hacen una vaquita, piden un café y cinco sorbetes y a cada rato el mozo les lleva agua fresca, del caño o soda, pues ya sabe los gustos de cada uno. Conocen a los mozos por sus nombres, les hacen chistes y establecen un particular vínculo amistoso que no se borra cuando algún trabajador renuncia porque siempre se renueva con su reemplazante.
Todos los días se dan cita folkloristas de renombre provincial y nacional junto a amigos de toda la vida o conseguidos anteayer nomás y no es infrecuente que los parroquianos se muden de una a otra mesa, en un intercambio amistoso que quizás también se vea en otras ciudades, tan antiguas como Santiago o más modernas.
Pero con ese retumbo, rítmico y sincopado de una chacarera que pareciera no terminar nunca, pasando por la farmacia que usurpa el lugar de Dolly Fashion Center, vuela por sobre La Ideal, cruza hasta los fantasmas del Trust Pastelero, remonta hasta Sirocco y da la vuelta por el cine Petit, el Ollantay, la Catedral, el hotel Plaza, la comuna, la Jefatura, el Bonafide de antes, Casa Rosa, Vialidad el viejo Jockey Club, con su empaque de exclusividad vacua. Y empezar de nuevo.
Dicen los ecologistas que el cambio del clima podría provocar, cualquier día de estos, grandes tormentas en Santiago. Cuando llegue la gran inundación, muchos correrán al centro: si hallan lugar abordarán el Barquito que, como el Arca de Noé, los llevará quizás a otro tiempo, pero siempre en el mismo lugar del centro del universo, dando la impronta al resto de la provincia, marcando el ritmo con un violín gemidor, el rasgueo de una guitarra y el corazón de un bombo.
La leyenda de este mítico Barquito de papel continuará dando vueltas en Santiago. Todos los mediodías, alegra la estatua de Manuel Belgrano sujetando el cojudo en el centro de la plaza Libertad. Ahijuna con ese gaucho.
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

  1. Excelente!!!!!, me hizo emocionar este artículo. Era el lugar predilecto de mi abuelo PEDRO Marcos y sus amigos.

    ResponderEliminar
  2. Luego de la pandemia como cambio todo,pasar me por esa vereda ,miro y que paso! Muchos no están,ya volverá a su normalidad


    ResponderEliminar
  3. Paseador y emotivo el Relato, sin ser del tiempo ni del lugar, uno se siente de ahí...

    ResponderEliminar
  4. Me emocionó este recuerdo de mi añorado Barquito, punto de encuentro y juntada con mis amigos desde hace decenas de años, con los que están y con los que se han ido. Maravillosa y feliz época. Gracias!!

    ResponderEliminar
  5. Hermoso paseo querido Juan Manuel!! Desde hace muchos años hasta hoy. Con o sin café, con cerveza helada y maní o chocolate caliente y triple tostado; con empanadas de las once de la mañana de los sábados y el último comentario del momento! No importa el nombre que tenga, para nosotros, los que peinamos canas el querido Barquito.

    ResponderEliminar
  6. Desde jovencito Asiduo

    ResponderEliminar
  7. El Barquito. Quién no tomó café en ese lugar. A la hora de la siesta o cerca de la merienda, solíamos comprar tortillas o chipacos a un vendedor ambulante ( no recuerdo su nombre ) que vivía en la calle Libertad cerca de la Aguirre, que nos proveía de ese manjar de harina y chicharrones. Lo curioso de esta situación era, que no comprobamos en el bar, pero como habitues, nos permitían está práctica, poco común desde el punto comercial. Otros tiempos. Éramos tan jóvenes!!!

    ResponderEliminar
  8. Hermosos recuerdos! Pasaba por ahí, y encontraba músicos amigos o conocidos compartiendo un café y me preguntaba: que proyecto estarán pensando?....sin dudas de ahí salía algo.
    Gracias Juan

    ResponderEliminar
  9. Qué linda nota!!!!!!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares (últimos siete días)

CUENTO Los negros de abajo

Imagen de ilustración nomás Que narra lo que sucedió el día que en la oficina decidieron instalar cámaras de vídeo para ver qué hacían los empleados Un buen día pusieron cámaras en el trabajo. Las ubicaron estratégicamente, una en cada oficina y dos en la que le decíamos “La Perrera”. Roberto, que siempre amagaba con levantarle la pollera a la Patri, sólo para ver qué color de bombacha llevaba, dejó de hacerlo; Sonia no lo imitó más a Fallon cuando salía del baño secándose las manos con el pañuelo y Mariano, que siempre se levantaba de la silla para hacer ejercicios físicos y desentumecerse, se abstuvo de sus sesiones de gimnasia. Decían que el dueño tenía el televisor en su despacho y se divertía mirándonos. Alguno comentó, medio en serio, medio en broma, que había dicho: “Los esclavos de abajo trabajan bien, pero si se lo controla son inmejorables”. Aunque eso de los esclavos o los negros de abajo era cierto, siempre lo decía casi con satisfacción. Su oficina quedaba arriba, obviamen...

1988 AGENDA PROVINCIAL Ávila

Eduardo Ávila, el hijo más conocido de Orlando El 12 de julio de 1988 muere Orlando Ávila, folklorista y director del conjunto “Los Ávila”, que deja una huella imborrable en la música tradicional El 12 de julio de 1988 murió Orlando Ávila, destacado folklorista santiagueño y director del conjunto “Los Ávila”, que dejó una huella imborrable en la música tradicional de la provincia. Nacido en Santiago del Estero, dedicó su vida a la difusión de las tradiciones musicales de la provincia, particularmente la chacarera, género que llevó a diversos escenarios del país. Su liderazgo al frente del conjunto familiar consolidó un estilo auténtico, profundamente arraigado en la cultura santiagueña. “Los Ávila” se formaron en el seno de una familia apasionada por el folklore. Orlando, como cabeza del grupo, guio a sus integrantes, entre ellos su hijo Eduardo Ávila, conocido como “El Santiagueño”. El conjunto se destacó por interpretar chacareras, zambas y vidalas, géneros que reflejaban la esencia ...

QUIMERAS El sabor del vacío

Pobre náufrago Una reflexión sobre cómo la búsqueda de gozo lleva a consumir la vida, pero nos deja a la deriva en un océano sin faro La felicidad, ese anhelo antiguo que prometía plenitud, ha sido el motor de innumerables gestas y tragedias. En su nombre se alzaron banderas, se trazaron fronteras y, no pocas veces, se derramó sangre. Porque la felicidad de unos, en su voracidad, a menudo se nutre de la desdicha de otros. Alguien, en algún rincón del mundo, mueve los engranajes del contento ajeno, y en ese girar frenético no hay sosiego, sino un eco de dolor. Con el tiempo, los herederos de esa quimera abandonaron la felicidad como meta inalcanzable. En su lugar, abrazaron la diversión, un refugio más ligero, más inmediato. Llegaron los años 80 y 90, cuando la vida se midió en una dicotomía simple: divertida o aburrida. Nadie, por supuesto, quiso quedarse en el tedio. El jolgorio, las risas, la música atronadora y las luces titilantes se coronaron como el nuevo fin del hombre. Ya no se...

1586 CALENDARIO NACIONAL Rojas

Español en América (idea aproximada) El 15 de julio de 1586 llegó a Santiago Mateo Rojas de Oquendo, conquistador que escribió los primeros versos de estas tierras, considerado el primer poeta santiagueño y riojano El 15 de julio de 1586 llegó a Santiago del Estero, Mateo Rojas de Oquendo. Fue el conquistador español que escribió los primeros versos de estas tierras, considerado el primer poeta santiagueño y riojano. Se supone que nació en 1559, probablemente en Sevilla, según surge de sus propios poemas y se pierde noticia de su vida en 1612, en tiempos en que no todo se registraba en papel y la vida tenía mucho menos valor que en los tiempos presentes. El interés literario por su obra radica en el misterio en torno a su poema “Famatina”, que se ha perdido. El nombre completo de este poema, de veintidós cantos y de trecientas hojas, es “Famatina y conquista y allanamiento de la provincia de Tucumán desde la entrada de Diego de Rojas hasta el gobierno de Juan Ramírez de Velasco”. Es ca...

1938 AGENDA PROVINCIAL Olaechea

Olaechea (gentileza de Antonio Castiglione) El 16 de julio de 1938 muere Pedro Pablo Olaechea y Alcorta, destacado abogado, juez federal, senador y académico El 16 de julio de 1938 murió Pedro Pablo Olaechea y Alcorta, en Buenos Aires. Fue un destacado abogado, juez federal, senador y académico. Nacido en Santiago del Estero el 20 de marzo de 1855, era hijo de Pedro Pablo Olaechea y Carmen Alcorta. Su familia, de profunda raigambre santiagueña, enfrentó persecuciones durante el régimen de Juan Felipe Ibarra, lo que marcó su infancia. Estudió en el Colegio Nacional de Santiago del Estero, destacándose por su dedicación, y luego cursó Derecho en la Universidad de Buenos Aires, donde se graduó en 1879. Inició su carrera como abogado en Santiago, especializándose en casos civiles y comerciales. En 1883 fue designado juez de primera instancia en su provincia natal, cargo que desempeñó con notable rigor. En 1890 ascendió a juez federal, resolviendo casos de relevancia nacional con un enfoque...