Ir al contenido principal

ESPANTOS Las razones de La Mujer de Blanco

Novios de antes

De vez en cuando llegan noticias de ella, aparece por las noches donde menos se lo piensa


No tengo ninguna leyenda, detrás de mí no viene una historia con moraleja, no soy un personaje querido en ningún pueblo, nadie se alegra al verme, ni siquiera soy linda o agradable. Me dicen “La Mujer de Blanco”, porque no soy otra cosa más que eso. Lo que no saben es que me llaman con el mismo nombre que tuve cuando me casé, hace muchos años, en lo que entonces era un pueblo perdido de la Argentina.
Se llama La Banda y está ubicada a la orilla de dos ríos, uno es el Dulce, caudaloso y traicionero. El otro es el ferrocarril, que le permitió a esta pequeña villa, con casas aquí y más allá, desperdigadas en medio de un bosque bajo, convertirse en una ciudad hecha y derecha, crecer y desarrollarse.
Mis abuelos se establecieron cerca de lo que ahora llaman El Cruce. Vinieron de Santiago, huyendo del cólera. El agua de los pozos de este lado del río no estaba contaminada y por eso zafaron. Después les gustó el aire de aquí y se quedaron. Cuando llegó el ferrocarril, mi papá conoció a mi mamá, hija de un trabajador del riel y se casaron. Y llegué yo, única hija, consentida por toda la familia, la mimada, la siempre alegre, la feliz y de futuro venturoso.
Un día, a los 19 años, conocí a un muchacho bueno, dulce y generoso y me casé con él. Sé que es algo que a las mujeres de hoy les repugna, pero entonces era lo máximo a que aspirábamos las chicas, ser “la mujer de”.
Fuimos felices, tuvimos dos hijos varones, lindos, buenos, estudiosos, deportistas y generosos como el padre. Hasta que mi marido murió en un terrible accidente, no supe que estaba enamorada. Ese día el dolor atenazó mi corazón, lo estrujó, lo destruyó, lo convirtió en pedacitos inservibles. Mi vida dejó de tener sentido, dirección, rumbo.
Me volví loca y empecé a salir a cualquier hora de mi casa, con mi vestido de novia. De día la gente me miraba raro, de noche se espantaban de terror. Mis hijos me internaron en un hospital psiquiátrico, en Córdoba, donde viví todos los días recordando al amor que me cambió por una muerte absurda: en vez de trepar la pasarela de las vías, las cruzó por abajo. Una zorra con ferroviarios lo llevó puesto.
Otro día cualquiera, me faltó el aire y me morí. No sé cómo, salí del encierro, estaba en un cementerio desconocido de una ciudad cualquiera. Comencé a vagar por las noches. En realidad, no quiero asustar a nadie, sólo pretendo preguntar por mi amor, saber dónde ha ido, porque no lo hallé del otro lado de las puertas de la muerte. Pero, apenas me ven, todos huyen despavoridos.
En todos lados me conocen como “La mujer de Blanco”. Sólo en La Banda, Santiago del Estero, me llaman “La Señora de Blanco”, tal vez en recuerdo de mi marido, Carlos Ricardo Blanco, fallecido el sábado 6 de octubre de 1934. 
¿Usted lo ha visto?
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

  1. En bsas si dicen que existe en cementerio recoleta ! No sabía de una en santiago
    Gracias por informarme
    Buenas tus líneas !!
    Arq lopez ramos

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares (últimos siete días)

CUENTO Los negros de abajo

Imagen de ilustración nomás Que narra lo que sucedió el día que en la oficina decidieron instalar cámaras de vídeo para ver qué hacían los empleados Un buen día pusieron cámaras en el trabajo. Las ubicaron estratégicamente, una en cada oficina y dos en la que le decíamos “La Perrera”. Roberto, que siempre amagaba con levantarle la pollera a la Patri, sólo para ver qué color de bombacha llevaba, dejó de hacerlo; Sonia no lo imitó más a Fallon cuando salía del baño secándose las manos con el pañuelo y Mariano, que siempre se levantaba de la silla para hacer ejercicios físicos y desentumecerse, se abstuvo de sus sesiones de gimnasia. Decían que el dueño tenía el televisor en su despacho y se divertía mirándonos. Alguno comentó, medio en serio, medio en broma, que había dicho: “Los esclavos de abajo trabajan bien, pero si se lo controla son inmejorables”. Aunque eso de los esclavos o los negros de abajo era cierto, siempre lo decía casi con satisfacción. Su oficina quedaba arriba, obviamen...

1988 AGENDA PROVINCIAL Ávila

Eduardo Ávila, el hijo más conocido de Orlando El 12 de julio de 1988 muere Orlando Ávila, folklorista y director del conjunto “Los Ávila”, que deja una huella imborrable en la música tradicional El 12 de julio de 1988 murió Orlando Ávila, destacado folklorista santiagueño y director del conjunto “Los Ávila”, que dejó una huella imborrable en la música tradicional de la provincia. Nacido en Santiago del Estero, dedicó su vida a la difusión de las tradiciones musicales de la provincia, particularmente la chacarera, género que llevó a diversos escenarios del país. Su liderazgo al frente del conjunto familiar consolidó un estilo auténtico, profundamente arraigado en la cultura santiagueña. “Los Ávila” se formaron en el seno de una familia apasionada por el folklore. Orlando, como cabeza del grupo, guio a sus integrantes, entre ellos su hijo Eduardo Ávila, conocido como “El Santiagueño”. El conjunto se destacó por interpretar chacareras, zambas y vidalas, géneros que reflejaban la esencia ...

QUIMERAS El sabor del vacío

Pobre náufrago Una reflexión sobre cómo la búsqueda de gozo lleva a consumir la vida, pero nos deja a la deriva en un océano sin faro La felicidad, ese anhelo antiguo que prometía plenitud, ha sido el motor de innumerables gestas y tragedias. En su nombre se alzaron banderas, se trazaron fronteras y, no pocas veces, se derramó sangre. Porque la felicidad de unos, en su voracidad, a menudo se nutre de la desdicha de otros. Alguien, en algún rincón del mundo, mueve los engranajes del contento ajeno, y en ese girar frenético no hay sosiego, sino un eco de dolor. Con el tiempo, los herederos de esa quimera abandonaron la felicidad como meta inalcanzable. En su lugar, abrazaron la diversión, un refugio más ligero, más inmediato. Llegaron los años 80 y 90, cuando la vida se midió en una dicotomía simple: divertida o aburrida. Nadie, por supuesto, quiso quedarse en el tedio. El jolgorio, las risas, la música atronadora y las luces titilantes se coronaron como el nuevo fin del hombre. Ya no se...

1586 CALENDARIO NACIONAL Rojas

Español en América (idea aproximada) El 15 de julio de 1586 llegó a Santiago Mateo Rojas de Oquendo, conquistador que escribió los primeros versos de estas tierras, considerado el primer poeta santiagueño y riojano El 15 de julio de 1586 llegó a Santiago del Estero, Mateo Rojas de Oquendo. Fue el conquistador español que escribió los primeros versos de estas tierras, considerado el primer poeta santiagueño y riojano. Se supone que nació en 1559, probablemente en Sevilla, según surge de sus propios poemas y se pierde noticia de su vida en 1612, en tiempos en que no todo se registraba en papel y la vida tenía mucho menos valor que en los tiempos presentes. El interés literario por su obra radica en el misterio en torno a su poema “Famatina”, que se ha perdido. El nombre completo de este poema, de veintidós cantos y de trecientas hojas, es “Famatina y conquista y allanamiento de la provincia de Tucumán desde la entrada de Diego de Rojas hasta el gobierno de Juan Ramírez de Velasco”. Es ca...

1938 AGENDA PROVINCIAL Olaechea

Olaechea (gentileza de Antonio Castiglione) El 16 de julio de 1938 muere Pedro Pablo Olaechea y Alcorta, destacado abogado, juez federal, senador y académico El 16 de julio de 1938 murió Pedro Pablo Olaechea y Alcorta, en Buenos Aires. Fue un destacado abogado, juez federal, senador y académico. Nacido en Santiago del Estero el 20 de marzo de 1855, era hijo de Pedro Pablo Olaechea y Carmen Alcorta. Su familia, de profunda raigambre santiagueña, enfrentó persecuciones durante el régimen de Juan Felipe Ibarra, lo que marcó su infancia. Estudió en el Colegio Nacional de Santiago del Estero, destacándose por su dedicación, y luego cursó Derecho en la Universidad de Buenos Aires, donde se graduó en 1879. Inició su carrera como abogado en Santiago, especializándose en casos civiles y comerciales. En 1883 fue designado juez de primera instancia en su provincia natal, cargo que desempeñó con notable rigor. En 1890 ascendió a juez federal, resolviendo casos de relevancia nacional con un enfoque...