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MONO" ALAGASTINO El filósofo del básquet

Eduardo Alagastino

Por Alfredo Peláez

Potrero de los Taboada
Ese es mi barrio, señor
Santiagueño y casi nada
No hay otro pago mejor.

Dice el estribillo de la pieza "Mi barrio 8 de Abril" que popularizara el inolvidable Alfredo Ábalos. En ese barrio que tiene como estandarte al club Mitre se crió el querido Mono, Eduardo Alagastino, a quien bauticé como el filósofo del básquet.
En esas calles de tierra y casas humildes aprendió lo mejor de la vida, allí se moldeó en el crisol de las buenas costumbres. El 8 de Abril, fue su mejor universidad.
Se hizo arbitro de basquetbol y fue por lejos el mejor del país. Todos los equipos querían al Mono como árbitro. En el rectángulo de juego era un verdadero showman. Sus movimientos histriónicos pronto lo ubicaron en el centro de la escena. Todos opinaban igual: "Era demasiado bueno".
Cuenta: "Siempre le he dado importancia a la parte física, entrenar el cuerpo y el ´melón´ son dos cosas fundamentales". Recuerda que dirigió hasta el 2007.
"Estuve cuarenta y pico de años pitando. El deporte es una cosa delicada. Yo siempre he tenido en mente lo siguiente: que quien pensaba que algo era fácil, no superaba los acontecimientos. Por eso el sabio decía todo difícil, así no tendré problemas. Esos han sido mis caballos dentro del arbitraje, y por eso me siento orgulloso de haber sido uno de los bastiones para que la Liga esté, que jugadores que tenían 15/17 años en ese momento hayan llegado al más alto plano internacional, como ocurrió con la Generación Dorada. Ojo, no fui un llanero solitario. Ha habido otros árbitros metidos en la cosa. Pero hay que ajustarse a lo siguiente: las huellas digitales son parecidas, pero son diferentes. Lo que yo siempre tuve claro es que no podías hacer 1200 o1500 kilómetros para que un silbato te desilusione. Para mí arbitrar significaba arbitrar a todo el mundo, donde fuera, de la misma manera, con la misma responsabilidad, con el mismo equilibrio, el mismo tacto, la misma mesura y metiéndome en la cabeza que no me iban a torcer el brazo así nomás. Y si me mataban iba a ser el tipo más feliz del mundo que moría en una cancha, que era la que me había dado todo. He tenido partidos durísimos en mi carrera, con triunfos locales, visitantes".
Tuvo la suerte de dirigir a los mejores jugadores del país. "¿Cuál fue el mejor? Si nombro a uno puedo cometer un error tremendo, porque hubo muchos jugadores con brillos tremendos. Richotti, Marcelo Milanesio, Cortijo, Cabrera, Ginóbili. Sería injusto nombrar a uno. Pichi Campana. No puedo elegir a uno. Del 77 para acá he dirigido a todos".
Hoy trabaja en la direccion de Deportes y es un lujo tenerlo allí. Constantemente sorprende en Facebook con pensamientos profundos.
Un verdadero filósofo del básquet y de la vida.
©Ramírez de Velasco y el autor

Mañana a las 6 en  punto, aparece, "Platita", ¿se lo va a perder?

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