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Chacho Álvarez |
Es un político, socialdemócrata a la criolla, fundador del último partido que pudo haber agrietado la hegemonía peronista—radical del siglo XX
El 26 de diciembre de 1948 nació Carlos Alberto Álvarez, “Chacho”, en Buenos Aires. Es político, llegó a ser vicepresidente de la Nación de Fernando de la Rúa hasta que renunció y luego fue elegido presidente de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur.Su familia era de clase media, su padre era un obrero gráfico español y su madre ama de casa. Comenzó en la política en la CGT de los Argentinos, bajo la conducción de Raimundo Ongaro. Integró la organización política derechista Juventud Argentina para la Emancipación Nacional en la que participaron también Rodolfo Galimberti y Carlos Grosso.Estudió licenciatura en historia en la Universidad de Buenos Aires y como militante estudiantil fundó Fuerza para la Organización Revolucionaria Peronista que se oponía al gobierno de Juan Carlos Onganía. También fundó el grupo “17 de noviembre”, siempre dentro del peronismo revolucionario, aunque con ideas más pacíficas que otros grupos de aquel tiempo.Saltó a la fama política al alejarse del Partido Justicialista luego de los indultos a los jefes militares otorgados por el presidente Carlos Saúl Menem en 1989, junto al Grupo de los 8 y terminó formando el Frente Grande en 1993.
Su nuevo partido tomó notoriedad como opositor luego de que se firmara el pacto de Olivos, entre Menem y Raúl Alfonsín, cundo cayó al piso la idea que tenían muchos argentinos de la Unión Cívica Radical.
El Frente Grande se unió a País, partido de José Octavio Bordón (dedicado actualmente a grandes negocios inmobiliarios), y formaron el FREPASO. Luego de unas elecciones internas abiertas, determinaron que concurrirían a las Elecciones presidenciales de 1995 en Argentina con Bordón como candidato a presidente y Álvarez a vice. Salieron segundos, desplazando a la Unión Cívica Radical al tercer lugar.
En 1997 el FREPASO integró la “Alianza”, un frente encabezado por la Unión Cívica Radical que, luego de otras elecciones internas, llevó a Álvarez a la vicepresidencia de la Nación luego de las elecciones de 1999, acompañando la postulación presidencial de Fernando de la Rúa. Triunfaron con más del 48 por ciento de los votos frente a los peronistas Eduardo Duhalde y Ramón Bautista Ortega.
Renunció a su cargo el 6 de octubre del 2000, denunciando corrupción en la administración de Rúa y en el Senado nacional, en un escándalo que se hizo famoso como el de las coimas en el Senado. Abandonó la función pública durante cinco años. La justicia desestimó su denuncia.
En noviembre del 2005 el presidente Néstor Kirchner lo propuso para la presidencia de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur en reemplazo de Eduardo Duhalde. Los otros miembros del bloque lo aceptaron, y fue confirmado el 9 de diciembre de ese año, junto con la incorporación de Venezuela.
Entre el 9 de diciembre del 2005 y el 9 de diciembre del 2009, presidió el organismo.
En agosto del 2011 fue elegido Secretario General de la Asociación Latinoamericana de Integración durante la una reunión del Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores que se llevó adelante en Montevideo. Y el 21 de agosto del 2014, fue reelegido.
En enero del 2020, el presidente Alberto Fernández lo designó Embajador argentino en Perú. Pero, a pesar de que el Senado lo confirmó, en julio de ese año desistió del puesto motivado por el coronavirus y la posibilidad de contagiarse, porque es paciente de riesgo.
Suele enmarcarse a Álvarez, al igual que a Alberto Fernández, en el ala socialdemócrata del peronismo, digamos, ¿no?
También fue durante algún tiempo, la esperanza blanca de la izquierda argentina, entusiasmada con un discurso que no escatimaba ninguno de los clichés que esta tendencia de pensamiento llevaba en su sangre. En su favor hay que decir que, a pesar de haber estado en un altísimo puesto en la Argentina, no tuvo la avidez de dinero que exhibieron la mayoría de los políticos de la izquierda nacional.
Por otra parte, se llamó a retiro, evitando los oropeles de las declaraciones y debates periodísticos, sin ensuciar su decisión de renunciar a la vicepresidencia, cuando la torpeza del poder político quiso coimear a algunos senadores.
©Juan Manuel Aragón
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