Renato Descartes |
El 31 de marzo de 1596 nació Renato Descartes: brilló con luz propia y su vida transcurrió un tiempo antes de la revolución científica
El 31 de marzo de 1596 nació Renato Descartes en La Haye en Touraine, Francia. En latín se le decía Renatus Cartesius, del que se deriva el adjetivo cartesiano. Fue un filósofo, matemático y físico francés al quien se considera padre de la geometría analítica y la filosofía moderna. Es uno de los protagonistas de poco antes de la revolución científica, que brilló con luz propia.Fue matemático primero, científico natural o "filósofo natural" en segundo lugar y metafísico en tercero. En matemáticas, desarrolló las técnicas que hicieron posible la geometría algebraica (o “analítica”). En filosofía natural, se le atribuyen varios logros específicos: coautor de la ley del seno de la refracción, desarrollador de una importante explicación empírica del arco iris y proponente de una explicación naturalista de la formación de la tierra y los planetas (un precursor a la hipótesis nebular).Ofreció una nueva visión del mundo natural que sigue dando forma al pensamiento actual: un mundo de materia que posee algunas propiedades fundamentales e interactúa de acuerdo con algunas leyes universales. Este mundo natural incluía una mente inmaterial que, en los seres humanos, estaba directamente relacionada con el cerebro; Descartes formuló así la versión moderna del problema mente-cuerpo.En metafísica, proporcionó argumentos a favor de la existencia de Dios, para mostrar que la esencia de la materia es la extensión y que la esencia de la mente es el pensamiento. Afirmó desde el principio poseer un método especial, que se exhibió de diversas formas en matemáticas, filosofía natural y metafísica, y que, en la última parte de su vida, incluía o se complementaba con un método de duda.
Descartes presentó sus resultados en las principales obras publicadas durante su vida: el Discurso del método, con sus ensayos Dioptría, Meteorología y Geometría; las Meditaciones sobre la Filosofía Primera (es decir, sobre la metafísica), con sus Objeciones y Respuestas; los Principios de Filosofía, que abarcan su metafísica y gran parte de su filosofía natural y las Pasiones del alma, sobre las emociones.
Las obras importantes publicadas póstumamente incluyeron sus Cartas; Mundo, o Tratado de la luz, que contiene el núcleo de su filosofía natural; Tratado sobre el hombre, con su fisiología y psicología mecanicista; y las Reglas para la dirección de la mente, obra temprana e inacabada que intenta exponer su método.
Era conocido entre los eruditos de su época como un destacado matemático, como el desarrollador de una nueva y completa física o teoría de la naturaleza (incluidos los seres vivos) y como el proponente de una nueva metafísica. En los años que siguieron a su muerte, su filosofía natural fue ampliamente enseñada y discutida.
En el siglo XVIII, aspectos de su ciencia siguieron siendo influyentes, especialmente su fisiología, al igual que su proyecto de investigar al conocedor para evaluar la posibilidad y el alcance del conocimiento humano; también fue recordado por su metafísica fallida y su uso de argumentos escépticos para dudar.
En el siglo XIX fue reverenciado por su fisiología mecanicista y su teoría de que los cuerpos animales son máquinas (es decir, están constituidos por mecanismos materiales, gobernados únicamente por las leyes de la materia).
El siglo XX celebró de diversas maneras su famoso punto de partida del “cogito”, vilipendió los datos de los sentidos que algunos alegaron que eran el legado de su punto de partida escéptico y lo consideró un modelo del filósofo culturalmente comprometido.
Se lo ha visto, en varias ocasiones, como héroe y como villano; como brillante teórico que marcó nuevos rumbos en el pensamiento, y como precursor de una concepción fría, racionalista y calculadora del ser humano. Los nuevos en el estudio de Descartes deberían involucrarse en sus propias obras con algún detalle antes de desarrollar una visión de su legado.
En setiembre de 1649, la reina Cristina de Suecia lo llamó a Estocolmo. Allí murió de una neumonía el 11 de febrero de 1650, a los 53 años de edad.
©Juan Manuel Aragón
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