Escenas de la contienda |
El 19 de marzo de 1818 se produjo la sorpresa de Cancha Rayada, cuando los realistas sorprendieron al Ejército Libertador
El 19 de marzo de 1818 fue la sorpresa o el desastre de Cancha Rayada. Fue una batalla en la Guerra por la Independencia de Chile, en la que cayeron derrotadas las fuerzas patriotas comandadas por José de San Martín en un encuentro sostenido con los realistas en Talca.Luego de la invasión del ejército de José de San Martín, que derrotó a la fuerza de Rafael Maroto en la batalla de Chacabuco, los restos de las fuerzas realistas se replegaron hasta recibir los refuerzos que el virrey Joaquín de la Pezuela reunió con soldados americanos y un batallón y escuadrón expedicionarios, que atravesaron por el cabo de Hornos.Los realistas de Chile trabajaban para reagrupar sus fuerzas en el sur, con 4.612 hombres, 14 cañones, y al mando de Mariano Osorio avanzarían en dirección norte.
Tras el juramento de la independencia el 12 de febrero de 1818, el Ejército Unido Libertador de Chile —que era el Ejército de los Andes y las nuevas unidades del reformado Ejército de Chile— tenía 8000 hombres y observaba a los realistas que avanzaron situándose en la ciudad de Talca.Al caer la noche del 18 de marzo de 1818, el ejército aliado acampó en dos líneas paralelas dispuesto a pasar la noche. José de San Martín viendo su posición muy comprometida, decidió cambiar de posición antes del amanecer, pero a iniciativa del general José Ordóñez, los realistas decidieron atacar cuanto antes.
San Martín recibió el sorpresivo aviso de que el enemigo salía de la ciudad, y sin tiempo para organizar la defensa, fue atacado por las tropas realistas. La confusión y el pánico desorganizaron las filas patriotas. Durante la lucha Bernardo O'Higgins fue herido por una bala que le fracturó el brazo derecho y quedó cercado por los realistas, siendo salvado por el teniente coronel Santiago Bueras y su escuadrón de cazadores.
El general Juan Gregorio de Las Heras, que conocía la táctica realista de tomar por sorpresa al enemigo, salvó toda su división de 3.000 hombres, escapando a menos de 200 metros de la retaguardia realista en un acto brillante. Lo mismo hizo el teniente coronel Manuel Blanco Encalada al mando de las piezas de su batería, que se protegió del ataque enemigo retirándose en orden con sus hombres. La retirada de la división de Las Heras fue apoyada por los Cazadores a caballo comandados por Ramón Freire y Bueras.
San Martín movió a sus hombres hacia una posición desde la que comenzaron a responder el fuego. Una vez realizada la maniobra las tropas patriotas se retiraron dejando 120 muertos, 300 heridos, 2.000 dispersos y 21 cañones. Según el parte de Osorio al virrey Pezuela sus fuerzas tuvieron 40 muertos y 110 heridos contándose entre los primeros al teniente coronel Juan José Campillo comandante del batallón Concepción.
El 22 de marzo de ese año, el militar francés Miguel Brayer —al servicio del ejército independentista— (el mismo que concibió el desastre del Sitio de Talcahuano) llegó a Santiago llevando noticias exageradas de Cancha Rayada. El pánico cundió de inmediato. Se afirmó que San Martín y O'Higgins habían muerto en combate, que el ejército había sido destruido y que la revolución había fracasado. Con esta noticia algunos habitantes se aprestaron a emigrar a Mendoza —por miedo a las repercusiones— y otros buscaron amigarse de nuevo con los realistas.
El general Luis de la Cruz, Supremo Director interino de la República de Chile, convocó de urgencia a un cabildo abierto que se reunió el 22 de marzo. Allí el general Brayer abatió todos los ánimos, al manifestar que no había esperanza de reaccionar contra la derrota sufrida pero el general Tomás Guido, Cruz y Manuel Rodríguez se hicieron cargo de la situación. Rodríguez proclamó en su célebre "¡Aún tenemos patria, ciudadanos!".
Rodríguez fue elegido presidente interino, asumió el 23 y con ayuda de Cruz dispuso las primeras medidas para la defensa de Santiago, hasta que el 24 llegaron a la capital San Martín y O'Higgins.
Luego llegó la noticia de que San Martín se hallaba vivo en San Fernando, reuniendo a los fugitivos de la batalla. El 23 de marzo se supo que el brigadier Las Heras había salvado a toda su división y que todavía había 4.000 hombres. Así llegó la calma y se recuperó la confianza en el ejército.
A principios de abril de 1818 San Martín ya había reorganizado el Ejército Unido y estaba en condiciones de enfrentar a las fuerzas realistas, en la que, a la postre iba a ser el encuentro decisivo del conflicto: la Batalla de Maipú.
©Juan Manuel Aragón
Muy buena reseña histórica. Muchas gracias.
ResponderEliminar