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El tratado cubre toda América |
El 20 de abril de 1982, la Argentina invoca el Tratado interamericano de asistencia recíproca para pedir ayuda en la Guerra de las Malvinas: Estados Unidos, país firmante, le da la espalda
El 20 de abril de 1982 la Organización de Estados Americanos convoca al Tratado interamericano de asistencia recíproca a raíz del conflicto que en ese momento mantenía la Argentina con Gran Bretaña, por las islas Malvinas. Estados Unidos dio la espalda al pacto y ayudó a Inglaterra con vital información de satélites en aquella breve guerra.El tratado dice en el primer inciso del artículo 3: “Las Altas Partes Contratantes convienen en que un ataque armado por parte de cualquier Estado contra un Estado Americano será considerado como un ataque contra todos los Estados Americanos y en consecuencia cada una de dichas Partes Contratantes se compromete a ayudar a hacer frente al ataque en ejercicio del derecho inmanente de legítima defensa individual o colectiva que reconoce el Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas”.Abarcaba el continente americano y hasta 300 millas marinas de la costa, incluso la región entre Alaska, Groenlandia, en el norte, y en la zona ártica hasta las islas Aleutianas. En el sur las regiones antárticas, y los islotes de San Pedro y San Pablo y la isla Trinidad.No había dudas del derecho argentino a invocar este pacto, firmado el 2 de septiembre de 1947 en Río de Janeiro y aprobado en la Argentina, mediante una ley sancionada el 28 de junio de 1950, durante el gobierno de Juan Domingo Perón.
Fue el primer tratado de este tipo después de la Segunda Guerra Mundial, pues la firma del Tratado del Atlántico Norte es de 1949. De todas maneras, cabe señalar que no todos los miembros de la Organización de los Estados Americanos lo suscribieron.
El tratado fue invocado por lo menos unas 20 veces durante 1950 y 1960, sobre todo durante el bloqueo a Cuba en 1962 y la guerra entre Honduras y El Salvador en 1969. Pero no fue puesto en acción en ese tiempo debido a amenazas de la Guerra Fría.
Unos días después, el 28 de abril, el órgano del Tratado aprobó, con 17 votos a favor y cuatro abstenciones —Chile, ¡cuándo no!, Colombia, Estados Unidos y Trinidad y Tobago— una resolución de nueve puntos que llamaba al Reino Unido a cesar “las hostilidades” y advertía a la Argentina de no hacer ninguna acción que pudiera empeorar la situación y se reconocía la soberanía de la Argentina en las islas.
Dos días después, el general Alexander Haig informó el fin de su misión al tiempo que Reagan calificó a Argentina de “agresor”, un teorema imposible pues ningún país puede ser declarado así, en un territorio que viene reclamando como propio.
Estados Unidos también anunció la suspensión de ayuda militar a la Argentina y la disposición a satisfacer los requerimientos militares de Gran Bretaña, borrando con el codo lo que había firmado con la mano.
Fue un momento propicio para que las autoridades argentinas se percataran de cuáles eran sus amigos y dónde estaban situados sus enemigos. Fue más que evidente que al mundo llamado libre no le simpatizábamos y que sí estaban con el país, naciones tan disímiles como Perú, Cuba, Rusia (entonces la Unión Soviética) y China. Este último ofreció enviar un millón de soldados a las islas, pero no hubo tiempo de comenzar a conversar y los generales argentinos se rindieron con el jopo peinado a la gomina (para la foto, ¿vio?).
©Juan Manuel Aragón
Muy bien.
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