Ir al contenido principal

1527 CALENDARIO NACIONAL Sancti—Spiritus

Sebastián Gaboto

El 27 de mayo de 1527, Sebastián Gaboto, marino veneciano, fundó el primer fuerte en lo que actualmente es territorio de la Argentina


El 27 de mayo de 1527 Sebastián Gaboto, navegante veneciano, fundó el fuerte Sancti—Spiritus, primer fuerte construido por los españoles en lo que actualmente es territorio argentino, en la margen izquierda del río Carcarañá.
Su nombre, Sancti—Spiritu se debe a que se terminó de construir el 9 de junio de ese año, en Pascua de Pentecostés. Sostiene Facundo Arce que quienes poblaron el precario fuerte en 1528 sembraron unos 50 granos de trigo que encontraron en las sentinas de los navíos. Recogieron dos cosechas en el año y se salvaron de morir de hambre. La fecundidad de la pampa húmeda, quedó entonces revelada. En 1529 el fuerte fue destruido por los indios del lugar.
Las ruinas del fuerte están a 150 metros de la desembocadura del río Carcarañá en el río Coronda, y a 7 kilómetros de la desembocadura del Coronda en el río Paraná,​ al sudeste de Puerto Gaboto y a 60 kilómetros al norte de Rosario.
Los restos están ubicados en la manzana que corresponde con las calles Zabala, Pérez y Avenida Hurtado del pueblo. La erosión que provocaba el Carcarañá hizo que una porción del asentamiento desapareciera definitivamente.​
A partir del hallazgo de los restos arqueológicos del fuerte Sancti—Spiritus, el gobierno de Santa Fe inauguró en Puerto Gaboto un espacio histórico cultural denominado "Parque del Fuerte" en el 2019.
En el lugar, los españoles habían levantado unas 20 casas que figuran en los primeros mapas de América del Sur, entre ellos el de Diego Gutiérrez fechado en 1562. Los indios carcarañáes colaboraron en la construcción del pueblo y en la siembra de trigo y cebada, que fueron las primeras realizadas en América del Sur. El sacerdote Francisco García construyó una pequeña capilla para ofrecer misa los domingos, lunes y viernes.
El fuerte era rectangular, mirando al sur. Tenía de largo unos 47 metros y un ancho de 10 metros. Estaba rodeado por un foso de tres metros de ancho por cuarenta de largo y hacía un semicírculo con una empalizada de palo a pique.
Tenía dos torreones, uno para el lado del Carcarañá, y adentro una casa de tapias de madera y techo de paja, el cuartel general.​ Gaboto se hizo construir en el fuerte una pieza adornada por cueros con dibujos en relieve. En la fortaleza "se formó un pueblo como de veinte casas".​
Para la defensa, Gaboto ordenó artillar la fortaleza con diez o doce "bersos", artillería liviana equivalente a media culebrina. En las inmediaciones, cada uno se dedicaba a la pesca "y á cultivar sus sembrados".
Construyeron una nave a remo, un bergantín, y el 23 de diciembre, luego de nombrar a Gregorio Caro capitán del fuerte y dejarle treinta hombres para defenderlo, Gaboto se fue aguas arriba por el Paraná. Llegó a una isla que designó Año Nuevo, pero decidió volver por temor a los nativos, a los que les habían quemado sus chozas y muerto a varios de ellos.
Siguió viaje hasta la boca del río Paraguay, dobló a la derecha por el Paraná, llegando en febrero de 1528 hasta un caserío guaraní, cuyo hospitalario cacique se llamaba “Yaguarón”.​ A ese lugar lo denominó Santa Ana, y es probablemente donde está la ciudad de Itatí, en Corrientes.
Luego remontó el Paraguay, llegando hasta la boca del Bermejo, donde halló a la tribu agaces, que les tendieron una trampa y mataron a un grupo de hombres. Temeroso de males mayores, inició en abril de 1528 el regreso a Sancti Spiritu.
Mientras, en febrero de ese año, llegó al Río de la Plata la expedición de Diego García de Moguer. Navegaba por el Paraná en abril, cuando halló el fuerte Sancti—Spiritus. Le ordenó al capitán Caro que abandone el lugar, pues esa conquista le pertenecía por haber sido contratado por la Casa de la Especiería. Pero luego de los ruegos de Caro y su gente para que fuese en auxilio de Gaboto, García siguió aguas arriba y entre las actuales Goya y Bella Vista se topó con el veneciano, que, astuto, lo obligó a cooperar en la búsqueda de la Sierra de la Plata.
A todo esto, en Sancti—Spiritus, los españoles descuidaron la defensa del fuerte (el hallazago de dados en los restos arqueológicos confirma que el juego entre de los soldados fue causa del descuido) y, si bien Gaboto se había entendido bien con los numerosos grupos indígenas que poblaban el Río Coronda, los hombres dejados por Diego García (y una década más tarde por Pedro de Mendoza) se comportaron mal con ellos.
Esto despertó el odio de los indios, que un día de septiembre de 1529, antes del amanecer, asaltaron la fortaleza. No bien se dieron cuenta los conquistadores de la situación, comenzaron a correr hacia los bergantines, con la intención de salvarse, lográndolo solo algunos de ellos.
Gaboto y García de Moguer estaban en el asentamiento de San Salvador, preparando hombres y embarcaciones y no sabían lo que sucedía en Sancti—Spiritus, hasta que vieron llegar a Gregorio Caro con los sobrevivientes y la terrible noticia de la destrucción del fuerte.
Inmediatamente fueron al fuerte, intentando rescatar a sus hombres. En los alrededores hallaron cadáveres mutilados, los bergantines desfondados y hundidos y los almacenes saqueados e incendiados. Dadas las torpezas cometidas por los hombres de Diego García, Gaboto decidió volver a España, le iniciaron un proceso y lo condenaron a cuatro años de destierro en Orán (Argelia). Solo cumplió dos años, porque Carlos I lo restituiría en su cargo de piloto mayor, y el fracaso sería atribuido a otras causas.
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

Entradas populares de este blog

AÑORALGIAS Santiago querido

La Secco Somera lista (a completar), de lo que hay todavía en la ciudad mágica habitada por los santiagueños, sus sueños y saudades Algunas cosas que antes sabía haber en Santiago y no hay más, se perdieron para siempre, consignadas en este sitio para que al menos quede su recuerdo. Esta lista la publiqué hace algunos años en Feibu y los amigos la completaron. 1 Helados “Kay”, más ricos no hay. 2 El auto Unión, (con motor de dos tiempos, como la Zanella). 3 Las heladeras Vol-Suar. 4 Las prohibidas del Renzi (¡Coca!, cuánto amor). 5 La bilz de Secco (la de ahora no es lo mismo, qué va a ser). 6 El Santa Ana, El Águila, empresa Robert, el Manso llegando desde el fondo del saladillo. 7 Cheto´s bar. 8 El peinado batido de las mujeres. 9 El jopo (ha vuelto, pero como mariconada). 10 La nueva ola y los nuevaoleros. 11 El Tuco Bono. 12 El departamento Matará. 13 Panchito Ovejero vendiendo billetes de lotería. 14 La Porota Alonso. 15 La Gorda de Anelli. 16 Tala Pozo. 17 Mi tata. 18 Panadería L

LEYENDA El remís con chofer sin cabeza

Imagen de Facebook de David Bukret Un misterioso auto circula por las calles de Santiago y La Banda: un caso que está dando que hablar en todos lados Un hombre detiene su motocicleta en el parque Aguirre, lleva una mujer atrás, son las 3 de la mañana. Se apean debajo de un eucalipto, justo cuando empiezan a besarse aparece un auto, un remís que los encandila y se queda parado, como esperando algo. Ella pega un grito: “¡Mi marido!”, suben de nuevo a la moto y se van. Antes de irse, el hombre observa que en el remís no hay nadie, parece vacío, pero ya ha acelerado, a toda velocidad y no se va a detener. Ha pasado varias veces, según cuentan los parroquianos en el café con nombre y apellido, en una historia que va pasando de mesa en mesa, repitiéndose todos los días con más detalles. Las mentas hablan de un remís que aparece de manera impensada, no solamente cuando detecta traiciones amorosas, sino que asustó a varios muchachos que andaban trabajando de noche en casas que no eran las suya

EVOCACIÓN El triste final de la Dama de Hierro

Mercedes Marina Aragonés El recuerdo para quien el autor de esta nota llama Dama de Hierro, algunas anécdotas y la apreciación sobre una personalidad controvertida Por Alfredo Peláez No fue el final que posiblemente soñó en sus años de poder y esplendor. Cuando el nombre Nina paralizaba hasta el más taimao. Se fue en silencio, casi en puntas de pie, como vivió sus últimos años. Muy pocos lloraron a Marina Mercedes Aragonés de Juárez, la dama que supo ser de hierro, en tiempos idos. Seguramente coqueteó en esos años con un funeral al estilo Evita, con su féretro en el salón principal de la Casa de Gobierno, o en el Teatro 25 de Mayo, y largas colas de santiagueños para darle el último adiós. Pero solo fueron sueños de diva. Nada de eso ocurrió. Los diarios santiagueños apenas se hicieron eco de su fallecimiento. Al fin y al cabo, más importante eran los 470 años del pago que ella intento domesticar a rienda corta y chicote. Quedarán miles de anécdotas que la tuvieron como protagonista.