San Martín cuando llegó a billete de 5 de pesos |
El 23 de junio de 1808 José San Martín lucha en Arjonilla derrotando a fuerzas francesas, apretado por su caballo le salva la vida el soldado Juan de Dios
El 23 de junio de 1808 José San Martín protagonizó la acción de Arjonilla. El entonces capitán derrotó a fuerzas superiores en número y estuvo a punto de morir. En un momento de la refriega salvó su vida el soldado Juan de Dios, que acudió en su ayuda al verlo rodeado de enemigos.Esa madrugada San Martín, que marchaba en descubierta al frente de su vanguardia, se topó con una partida enemiga en la posta de Santa Cecilia. Iba con veinte hombres bajo su mando, eran los Cazadores de los Húsares de Olivenza.Apenas los vio, San Martín cargó contra los dragones franceses. Sus hombres lo siguieron con decisión y arrojo. Uno a uno, fueron cayendo sableados los franchutes ante el coraje de esel puñado de españoles.Uno de los oficiales franceses identificó a San Martín como el jefe de aquel grupo de soldados españoles y ordenó a varios de sus soldados que fueran a matarlo.
En un momento entre cinco o seis soldados habían rodeado a San Martín. Uno de ellos cayó atravesado por la espada del capitán San Martín, tan español como el que más. Luego otro más cayó víctima de un mandoble. Pero un francés arremetió con su caballo contra el de San Martín, que trastabilló y cayó apresando la pierna de su jinete.
Momento trascendente, los franceses se arremolinaron delante del oficial caído, pero ninguno lo alcanzó. En eso apareció un humilde soldado, Juan de Dios, cazador de los Húsares de Olivenza, que salió de la nada, derribó a un francés de un sablazo, mantuvo esgrima con otros dos y sirvió de escudo humano para salvar a su jefe.
Un sargento de la caballería de Borbón ayudó a San Martín a ponerse en pie y le ofreció su propia montura, y Juan de Dios sigue peleando, mientras los cadáveres franceses cubrían el campo de batalla.
Al rato los franceses sobrevivientes emprendieron una veloz fuga por entre los olivares vecinos. Aquel encuentro a los franceses les costó 17 muertos y cuatro heridos. Los españoles, un sólo herido.
El teniente coronel don Juan de la Cruz Mourgeón dió parte desde Arjonilla, con fecha 23 de junio, al marqués de Coupigni, comandante de la vanguardia, y éste a la Suprema Junta, del glorioso combate que tuvo con una partida del ejército Dupont.
Dice el parte que a las tres de la madrugada del mismo día se puso en marcha dicho Mourgeón, dirigiéndose a ocupar los puestos avanzados de Arjonilla, con el cuerpo de su mando, compuesto de la compañía de cazadores de guardia Walonas, la de Balbastro, la de voluntarios de Valencia y Campo Mayor, la del Príncipe de Caballería, Dragones de la Reina, Húsares de Olivencia, Borbón y escuadrones de Carmona. Puesta en orden la columna de los de Aldea del Río por el camino del Arrecife, y habiendo andado como tres cuartos de legua, les avisó el Capitán don José de San Martín, comandante de su vanguardia que se había encontrado una descubierta de los enemigos; les ordenó los atacase, pero no pudiendo verificarlo en el momento por haberse puesto los enemigos en huída, determinó cortarlos por otro camino.
En consecuencia, se dirigió San Martín por una trocha, sostenido por una partida suya de Campo Mayor, a cargo del Subteniente del mismo don Cayetano de Miranda y la caballería de su mando de Húsares de Olivencia y Borbón, cuya fuerza eran 21 caballos; con ellos pasó a la casa de postas, situada en Santa Cecilia; al llegar a ella vio que los enemigos estaban formados en batalla, creyendo que San Martín con tan corto número no se atrevería a atacarlos; pero este oficial únicamente atento a la orden de su jefe puso a su tropa en batalla y atacó con tanta intrepidez, que logró desbaratarlos completamente, dejando en el campo 17 dragones muertos y 4 prisioneros, que aunque heridos los hizo conducir sobre sus mismos caballos.
El oficial francés y los restantes soldados emprendieron la fuga con tanto espanto, que hasta los mismos morriones arrojaban de temor, lográndose coger 15 caballos en buen estado, y los restantes quedaron muertos.
Mucho sintió San Martín y, su valerosa tropa se les escapase el Oficial y demás soldados enemigos; pero oyendo tocar la retirada, hubo de reprimir su ambición de gloria. El teniente coronel Mourgeón ordenó la retirada por haber observado que venía al enemigo un refuerzo de 100 caballos.
Dispuso en consecuencia fuese el Teniente de caballería del Príncipe, don Carlos Lanzarote, con 20 caballos, a sostener a San Martín por el Arrecife, mientras el mismo se adelantaba por la derecha de éste con el escuadrón de Dragones de la Reina, al mando de su Capitán don José de Torres, dejando el del resto de la columna al del Teniente Coronel y comandante de la compañía de cazadores de guardias Walonas don Dionisio Baouligni, con la orden de que tomase posición y cubriese los bagajes y municiones, con cuya operación se contuvieron los enemigos, y dejaron retirar con el mejor orden a San Martín.
Agrega el oficio, “por nuestra parte sólo ha habido un cazador de Olivencia herido, a pesar de haber sufrido nuestra tropa descargas de tercerolas y pistolas.
San Martín elogió a toda su tropa, particularmente del Sargento de Húsares de Olivencia, Pedro de Martos, y del cazador del mismo Juan de Dios, que en un inminente riesgo le salvó la vida, del Sargento de caballería de Borbón Antonio Ramos y del soldado del mismo Ignacio Alonso.
Esto consta en la Gazeta Ministerial de Sevilla, del 29 de junio de 1808 en la Comisión Nacional del Centenario, Documentos del Archivo de San Martín, Tomo 1, página 89.
©Juan Manuel Aragón
Muy interesante. Muchas gracias.
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