Isabel de Castilla y Fernando de Aragón |
El 19 de octubre de 1469 se casaron Isabel y Fernando en una boda romántica y en secreto pues no tenían permitido hacerlo
El jueves 19 de octubre de 1469 se casaron Isabel y Fernando. Fernando II, nació el 10 de marzo de 1452 en Sos, Aragón, España y murió el 23 de enero de 1516 en Madrigalejo, España. Yacomo Fernando V, fue rey de Aragón y rey de Castilla desde 1479, soberano conjunto con la reina Isabel I. (Como gobernante español del sur de Italia, también era conocido como Fernando III de Nápoles y Fernando II de Sicilia). Unió los reinos españoles y comenzó la el período moderno de su expansión imperial.Era hijo de Juan II de Aragón y Juana Enríquez, ambos castellanos. En 1461, en medio de una sucesión muy disputada, Juan II lo nombró heredero aparente y gobernador de todos sus reinos y tierras. El futuro de Fernando estuvo asegurado cuando alcanzó la mayoría de edad, en 1466, y cuando fue nombrado rey de Sicilia, en 1468, para impresionar a la corte de Castilla, donde su padre finalmente deseaba ubicarlo. Además de participar en la vida de la corte, el joven príncipe vio batallas durante las guerras catalanas.Juan II fue cuidadoso con la educación de Fernando y se hizo cargo personalmente de ella, asegurándose de que aprendiera tanto como fuera posible de la experiencia. También le dio profesores que le enseñaron actitudes humanísticas y le escribieron tratados sobre el arte de gobernar. Fernando no tenía aparente inclinación por los estudios formales, pero era un mecenas de las artes y un devoto de la música vocal e instrumental.Tenía una personalidad imponente pero nunca fue muy afable. De su padre adquirió sagacidad, integridad, coraje y una calculada reserva; de su madre, una emotividad impulsiva, que generalmente reprimió. Bajo la responsabilidad de la realeza tuvo que ocultar sus pasiones más fuertes y adoptar una máscara fría e impenetrable.
Se casó con la princesa Isabel de Castilla en Valladolid, en una boda absolutamente romántica y en secreto, ya que no tenían permitido hacerlo porque ambos eran bisnietos de Juan I de Castilla y Leonor de Aragón, es decir, primos segundos. Necesitaban una bula papal para casarse y gracias a la falsificación de los papeles, firmados por un Papa muerto cinco años antes, pudieron hacerlo.
La corte de Aragón soñaba con regresar a Castilla e Isabel necesitaba ayuda para conseguir la sucesión al trono. Fernando luchó en los frentes castellano y aragonés para imponer su autoridad sobre las oligarquías nobles, desplazando su base de apoyo de un reino a otro según la intensidad del peligro. Amaba sinceramente a Isabel.
Ella rápidamente le dio hijos: la infanta Isabel nació en 1470; el heredero forzoso, Juan, en 1478; y le siguieron las infantas Juana (llamada Juana la Loca), Catalina (más tarde llamada, como primera esposa de Enrique VIII de Inglaterra, Catalina de Aragón) y María. El matrimonio comenzó, sin embargo, con una separación casi continua, pues Fernando a menudo estaba en las ciudades castellanas o en viajes a Aragón.
Entre los 20 y los 30 años, Fernando realizó una serie de hazañas heroicas. Comenzaron cuando Enrique IV de Castilla murió el 11 de diciembre de 1474, dejando su sucesión en disputa. Fernando se apresuró desde Zaragoza a Segovia, donde Isabel se había proclamado reina de Castilla el 13 de diciembre. Fernando permaneció allí como rey consorte, una figura incómoda y marginal, hasta que la guerra de sucesión de Isabel contra Alfonso V de Portugal le valió su aceptación como rey en 1479.
Ese mismo año murió Juan II y Fernando le sucedió en el trono aragonés. Esto inició una confederación de reinos, que fue la base institucional de la España moderna.
Los acontecimientos de este período ponen de relieve con mayor claridad el carácter del joven rey. En los retratos aparece con rasgos suaves y bien proporcionados, una boca pequeña y sensual y ojos pensativos. Sus descripciones literarias son más complicadas, aunque coinciden en presentarlo como un hombre apuesto, de mediana estatura, buen jinete, dedicado al juego y a la caza. Tenía una voz clara y fuerte.
De 1475 a 1479 luchó por conseguir un asiento firme en Castilla con su joven esposa y por transformar políticamente el reino, utilizando nuevos moldes institucionales inspirados en parte en los de Aragón. Esta política de modernización incluía la prohibición de todas las religiones distintas del catolicismo romano. El establecimiento de la Inquisición española, en 1478, para imponer la uniformidad religiosa fueron parte de una política deliberada diseñada para fortalecer la iglesia, que a su vez apoyaría a la corona.
Los años que van de 1482 a 1492 fueron frenéticos para Fernando. En los meses de primavera dirigió la campaña contra el reino de Granada, demostrando con buenos resultados su talento militar, y conquistó el reino palmo a palmo, logrando su capitulación definitiva el 2 de enero de 1492. Durante los meses de descanso de la guerra, visitó sus reinos, conociendo de primera mano su geografía y sus problemas.
La conquista de Granada permitió apoyar los viajes de exploración de Cristóbal Colón a través del Atlántico. No se sabe qué pensó Fernando de Colón ni cómo juzgó sus planes, ni se puede afirmar que el primer viaje fue financiado desde Aragón. Sin embargo, estuvo presente en el desarrollo de los planes para la empresa, en las negociaciones para obtener el respaldo del Papa y en la organización de las colonias americanas resultantes.
A los 50 años era una encarnación de la realeza y la fortuna le sonrió. Por diversos motivos, en particular por su intervención en Italia, el Papa Alejandro VI le confirió el título honorífico de “el Católico” el 2 de diciembre de 1496. Pero también sufrió una sucesión de tragedias: el heredero forzoso y su hija mayor murieron, y los primeros síntomas de locura aparecieron en su hija Juana. Fue herido en Barcelona en 1493, pero esto carecía de importancia comparado con las heridas familiares que sufrió, que culminaron con la muerte de Isabel en 1504, “la mejor y más excelente esposa que el rey haya tenido jamás”.
En 1505, para asegurar su posición en Castilla, firmó un contrato para casarse con Germaine de Foix, sobrina del rey de Francia. Este fue un matrimonio político, aunque él siempre le mostró el mayor respeto. Una estancia en Italia entre 1506 y 1507 demostró lo mucho que los reinos españoles lo necesitaban. Una vez más en Castilla, dirigió su política europea para obtener una hegemonía que sirviera a sus fines expansionistas en el Mediterráneo y África.
En 1512, inmediatamente después del cisma de la Iglesia en el que participaron los reyes de Navarra, ocupó su reino y lo incorporó a Castilla.
En 1513 su salud empezó a deteriorarse, aunque dirigía su política internacional y preparaba la sucesión de su nieto, el futuro emperador Carlos V. A principios de 1516 inició un viaje a Granada; se detuvo en Madrigalejo, el pequeño solar del santuario de Guadalupe, donde murió. El día antes de su muerte, había firmado su última voluntad y testamento, una excelente imagen del monarca y de la situación política en el momento de su muerte.
Muchos consideraban a Fernando el salvador de sus reinos, un portador de unidad. Otros lo despreciaban por haberlos oprimido. Maquiavelo le atribuyó las cualidades objetables del príncipe renacentista y se dice que se inspiró en él para su obra “El Príncipe”. El viajero alemán Thomas Müntzer y el diplomático italiano Francesco Guicciardini, que lo conocieron personalmente, lo compararon con Carlomagno.
Su testamento indica que murió con la conciencia tranquila, ordenando que su cuerpo sea trasladado a Granada y enterrado junto al de su esposa Isabel, para que pudieran reunirse por la eternidad. Murió convencido de que la corona de España no había sido tan poderosa desde hacía 700 años, “y todo, después de Dios, por mi trabajo y mi trabajo”.
©Juan Manuel Aragón
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