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La Recoleta |
El 17 de noviembre de 1822 se inaugura el cementerio de la Recoleta, el primer de carácter público de Buenos Aires: por qué es el de la clase alta
El 17 de noviembre de 1822 se inauguró el cementerio de la Recoleta. Fue concebido como el primer cementerio público de Buenos Aires y su trazado se debe a Próspero Catelin, ingeniero francés.Las bóvedas están decoradas con ornamentos y esculturas de destacados arquitectos y artistas, con estilos muy variados, entre los que hay referencias a templos griegos y pirámides egipcias. Hay más de 90 mausoleos que fueron declarados Monumento Histórico Nacional.Gran parte de las esculturas de las bóvedas son de principios del siglo pasado, cuando se contrataba a escultores europeos, sobre todo italianos y franceses, para estos trabajos. También se traían los bloques de mármol o venían las esculturas en barco desde Europa, durante el que quizás fuera el período histórico más floreciente de la Argentina y en el que comenzó a embellecerse la ciudad.Es una de las grandes maravillas de Buenos Aires y de la Argentina. Sus casi 5.000 bóvedas relatan desde los difuntos, cada aspecto de la vida nacional. Para dar una idea de su grandeza, un recorrido de dos horas solo da tiempo para pasar por delante del uno por ciento de su patrimonio.
La historia dice que los franciscanos recoletos descalzos llegaron al lugar en que está ahora el cementerio, en ese entonces en las afueras de Buenos Aires, a principios del siglo XVIII. Allí levantaron un convento y una iglesia, en 1732, que pusieron bajo la advocación de la Virgen del Pilar. Hoy la Basílica de Nuestra Señora del Pilar es Monumento Histórico Nacional. La gente terminó llamando a la iglesia de los recoletos, la Recoleta, nombre que se extendió a los alrededores.
Cuando la orden fue disuelta en 1822, el 17 de noviembre de ese año, la huerta del convento fue convertida en el primer cementerio público de Buenos Aires. Los responsables de su creación fueron Martín Rodríguez, gobernador de Buenos Aires (sus restos descansan en el cementerio) y su ministro de Gobierno, Bernardino Rivadavia.
Sus dos primeros usuarios fueron el niño negro liberto Juan Benito y la joven María Dolores Maciel.
En 1863 perdió su condición de camposanto por un conflicto con los masones cuando murió el francmasón Blas Agüero, que se había negado a recibir los sacramentos y la Iglesia le negó la sepultura. A pedido de un sobrino, el presidente Bartolomé Mitre le dio el permiso, y el arzobispo protestó retirando al cementerio su condición de camposanto, que nunca recuperó.
En la década de 1870, como consecuencia de la epidemia de fiebre amarilla, muchos porteños de clase alta abandonaron los barrios de San Telmo y Montserrat y se mudaron al norte de la ciudad que era más alta, a Recoleta.
Cuando se convirtió en barrio de clase alta, el cementerio también fue el último reposo de las familias de mayor prestigio y poder de Buenos Aires. En ese tiempo se inauguró el Cementerio de la Chacarita o Cementerio del Oeste, por oposición al Cementerio del Norte que es como también se llama el de la Recoleta.
©Juan Manuel Aragón
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