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El autódromo, hace unos años |
El 9 de marzo de 1952 se inaugura el autódromo “17 de Octubre”, por iniciativa del Automóvil Club Argentino y la Municipalidad de Buenos Aires
El 9 de marzo de 1952 se inauguró el autódromo “17 de Octubre”. Fue una iniciativa del Automóvil Club Argentino y la Municipalidad de Buenos Aires.Juan Domingo Perón, el presidente de la Nación decidió que el Campeón del mundo de Fórmula 1, Juan Manuel Fangio debía correr en su país, como lo hacía en los circuitos de Europa y no en los trazados callejeros de Palermo, Retiro o Mar del Plata, lugares en que se desarrollaban las temporadas de aquella época.Se modificaron algunos sectores de la pista como la S del Ciervo y dos chicanas, convirtiéndose en uno de los más seguros del mundo. Concebido a lo grande, con la mejor estructura de su tempo, fue una de las obras más importantes de la arquitectura deportiva moderna. En su diseño original tenía diez circuitos alternativos.
Su objeto era ubicarse entre los mejores del mundo, misión cumplida, si se considera la envergadura de la obra que no tuvo cambios durante más de 15 años. Desde 1989 se llama “Oscar Alfredo Gálvez”, que fue cinco veces campeón de Turismo Carretera y el primer volante argentino en vencer a corredores europeos.
A pesar de que, durante los últimos 51 años, el automovilismo y el motociclismo deportivo crecieron a pasos agigantados, no pasó lo mismo con el autódromo.
Durante la década de 1990 dentro del proyecto de reestructuración del Estado, fue privatizado y vivió su época de esplendor. La empresa D'Port Motor Tercer Milenio, formada por dirigentes del automovilismo y empresarios del motociclismo, se hizo cargo de la concesión y volvieron las carreras internacionales con espectáculos de Fórmula 3000, el Continental Circus y durante cuatro años entre 1995 y 1998 la Fórmula 1. Se destaca en el período de 1993 al 2003 la gestión de los señores Martín Salaverry y Omar Spataro, empresarios y dirigentes del automovilismo Argentino.
Firmó un contrato en 1994 con la empresa Gran Premio de la República Argentina S.A., la cual transfirió su conocimiento al gerente, la sociedad anónima Autódromo de la Ciudad de Buenos Aires para la realización de los grandes premios de Fórmula 1, y así se organizaron los Grandes Premios de la República Argentina desde 1995 hasta 1998. Fueron necesarias grandes inversiones de infraestructura: boxes, sala de prensa, torre de control, tres bandejas de talud, tribuna horquilla, edificios corporativos y repavimentación completa de los circuitos. El Autódromo de Buenos Aires se convirtió en uno de los más grandes de Sudamérica, habiendo recibido en el mes de diciembre de 2004 la categorización clase A, según normas del Automóvil Club Argentino.
En abril del 2003 murió el titular de D'Port Motor 3.er Milenio S.A. y la concesión pasó por una transición hasta abril del 2005 cuando comenzó una nueva gestión, a cargo de Autódromo de la Ciudad de Buenos Aires, con un programa de mejoras e inversiones que no fue tal, producto de una mala administración y su desconocimiento del deporte motor. La concesión estuvo vigente hasta abril del 2015. Esta empresa se ocupó de explotar un bien del Estado y cobrar a los clubes de automovilismo que intentan utilizar las instalaciones en la actividad para la que fue creado. Les cobraban sumas siderales que impedían el desarrollo del automovilismo en este lugar.
Hace unos años se ha convertido en un negocio inmobiliario, el lugar para cocheras de concesionarias de autos y perdiendo el interés en la actividad automovilística para lo que fue creado. En el 2015 se presentó un proyecto en la Comisión de Planeamiento Urbano de la Legislatura, el macrismo presentó una propuesta para demolerlo y construir una planta de tratamiento de residuos. Cuatro meses después se presentó un proyecto para reformarlo y cederlo a empresas privadas por 30 años.
En septiembre del 2016 un grupo de fervorosos automovilistas reunidos bajo la tutela de la Asociación Argentina de Volantes, presidida por Juan María Traverso, comenzó a encarar, junto al Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires un proyecto de puesta en valor. Esto, decantó en mini obras y arreglos menores de pinturas, pero una lavada de cara que no mejoró el estado paupérrimo de infraestructura del Coliseo Porteño.
©Juan Manuel Aragón
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