Ir al contenido principal

ESTACIÓN Desnudos y felices

Saluden al astronauta

¿Es posible observar, a simple vista y desde la Tierra, cómo se acopla la Estación Espacial Internacional con el satélite para arreglarlo?

De tarde iban a tirarse en el pastito del cerco de la finada Rosa, miraban más allá de las nubes buscando el satélite que a esa hora le tocaría sacarles fotos, calculaban. Decían que no era como buscar un avión a chorro pasando entre las nubes, porque al menos se siente el ruido lejano. En este caso debían mirar fijamente un lugar, luego otro y más tarde otro y así hasta que lo hallaban. Era un pequeño puntito blanco perdido en la inmensidad azul del Cielo de la siesta o de la tarde, casi invisible, cualquiera hubiera dicho una motita de polvo, un defecto de la vista, una suciedad del ojo, sin embargo, se movía, despacito, muy lenta, casi imperceptiblemente, pero caminaba.
Más tarde, cuando oscureciera llegarían los otros satélites, los de la primera hora de la noche, visibles a simple vista, viajando por las estrellas a contrapelo del resto, para allá los soviéticos, para el otro lado los norteamericanos, según calculaban. No se decían novios, sobre todo porque todavía ella era chica y los hermanos más grandes le habían avisado que podrían hacerlo meter preso si se enteraban los padres.
Había veces que veían cómo se acoplaba el Endeavour con la Estación Espacial Internacional, supuestamente para llevarles víveres, cambiar la tripulación o –calculaban– hacer travesuras a los astronautas que iban viajando, como tocarles la puerta, “toc, toc” y preguntar si había alguien adentro. Pero eran puras especulaciones, no lo sabían, a tanta distancia apenas veían la levísima luz, una mancha en el firmamento, no se distinguía la gente. Diga que los alcanzaban a ver, porque si desviaban la mirada un instante, un pestañeo bastaba para que perdiesen de vista el satélite, y vuelta a empezar.
Era imposible ver algo cuando corrían esas nubecitas bien altas que todavía saben venir del norte, un tul blanquecino que tapa lo que está sucediendo del otro lado. Otras veces los mandaban a hacer algo o tenían clases o estaba nublado o andaban en otra parte, ella con sus amigas y él jugando a la pelota. Algunas veces, por más que se esforzaban no veían nada, ni un panadero volando, en esa eternidad celeste que los distraía durante las tardes.
Un buen día, después de la edad del crecimiento, dejaron de tumbarse en el pastito del cerco de la finada Rosa y de cualquier otro pastito también. Y cuando los viejos de él se mudaron a la ciudad, fueron por última vez a mirar el Cielo y luego como que se olvidaron del asunto. 
A los años se volvieron a topar, ya grandes: ella andaba de novia con un muchacho que había conocido en la Facultad y él con una flaca que le duró varios años. Una noche salieron los cuatro a cenar y, entre la ensalada que pidió la flaca y el costillar que comió el resto, contaron lo del satélite. Los otros los miraron raro y dijeron: “¿Qué miraban qué?, ¿los satélites artificiales?, ¡no!”. Pero ellos aseguraban que era la pura verdad
A la semana se volvieron a topar, pero ya sin el muchacho de la Facultad y sin la Flaca, que después tuvo el boleto picado. Fueron a un hotel y volvieron a navegar por el Espacio, pero un poquito más, porque ahora tenían más experiencia, y hambre. En el endemientras, se abrazaron, miraron hacia arriba, querían estar como antes, cuando detectaban los satélites en el azul Cielo de aquel pago lejano. La habitación tenía un espejo en el techo y les devolvía la imagen de dos astronautas desnudos y felices, mirando el pago desde arriba, ingrávidos, flotando bienaventurados.
Juan Manuel Aragón
A 7 de junio del 2024, Olaechea y Alsina. Esperando la crecida.
Ramírez de Velasco®

Comentarios

  1. Cristian Ramón Verduc8 de junio de 2024, 8:18

    Muy bueno. Esta noche vamos a buscar satélites con la patrona. Muchas gracias.

    ResponderEliminar
  2. Buen día Sr. Juan. Yo conocí un hombre que me contó su historia de satélites en un hotel, el lo llamaba "peticiadas" decía "me jui con mi vieja a peticiar".
    Resulta que: eran gente de campo y acostumbrados a la luz del mechero, al entrar en la habitación, se encontraron rodeados de espejos y se pucieron a Peticiar, ella disfrutaba del lujo y se olvidó del sexo, hasta que casi gritando le dijo: Reeeedoo mirá ese grano de fiero que te habia salíu áhi, morao negro es y está a punto de reventar . El miró afligido al espejo y eran sus huevos negros que les brillaban con la luz de los focos. El al contar decia: Fuuuta cheee que mujer tonta la María como no se va a dar cuenta cheeee_ ja ja ja.

    ResponderEliminar
  3. Muy buena Juan. A mí me metieron la duda los enemigos de la Nasa y de Elon Musk, de que todo esto ( incluido el alunizaje ) es un verso. Que las imágenes de los astronautas se hacen en escenas terrenales construidas a tal fin (engañar).

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

EVOCACIÓN El triste final de la Dama de Hierro

Mercedes Marina Aragonés El recuerdo para quien el autor de esta nota llama Dama de Hierro, algunas anécdotas y la apreciación sobre una personalidad controvertida Por Alfredo Peláez No fue el final que posiblemente soñó en sus años de poder y esplendor. Cuando el nombre Nina paralizaba hasta el más taimao. Se fue en silencio, casi en puntas de pie, como vivió sus últimos años. Muy pocos lloraron a Marina Mercedes Aragonés de Juárez, la dama que supo ser de hierro, en tiempos idos. Seguramente coqueteó en esos años con un funeral al estilo Evita, con su féretro en el salón principal de la Casa de Gobierno, o en el Teatro 25 de Mayo, y largas colas de santiagueños para darle el último adiós. Pero solo fueron sueños de diva. Nada de eso ocurrió. Los diarios santiagueños apenas se hicieron eco de su fallecimiento. Al fin y al cabo, más importante eran los 470 años del pago que ella intento domesticar a rienda corta y chicote. Quedarán miles de anécdotas que la tuvieron como protagonista.

LEYENDA El remís con chofer sin cabeza

Imagen de Facebook de David Bukret Un misterioso auto circula por las calles de Santiago y La Banda: un caso que está dando que hablar en todos lados Un hombre detiene su motocicleta en el parque Aguirre, lleva una mujer atrás, son las 3 de la mañana. Se apean debajo de un eucalipto, justo cuando empiezan a besarse aparece un auto, un remís que los encandila y se queda parado, como esperando algo. Ella pega un grito: “¡Mi marido!”, suben de nuevo a la moto y se van. Antes de irse, el hombre observa que en el remís no hay nadie, parece vacío, pero ya ha acelerado, a toda velocidad y no se va a detener. Ha pasado varias veces, según cuentan los parroquianos en el café con nombre y apellido, en una historia que va pasando de mesa en mesa, repitiéndose todos los días con más detalles. Las mentas hablan de un remís que aparece de manera impensada, no solamente cuando detecta traiciones amorosas, sino que asustó a varios muchachos que andaban trabajando de noche en casas que no eran las suya

LA BANDA Sin Salamanca

Sin curro "Se acabó el curro”, fue el comentario de muchos cuando se anunció que la fiesta de lujo de los bandeños no se hará este año Un comunicado de la Municipalidad de La Banda, de hace un rato, viene a confirmar lo que por tantos años se ocultó en esa ciudad: que el festival de la Salamanca era solventado con fondos que se restaban al alumbrado, barrido y limpieza de la ciudad. Una sensación de alivio contenido recorrió los barrios del pueblo y con un suspiro muchos dijeron: “Se acabó el curro”. Han suspendido la fiesta mayor de la ciudad, por “la difícil situación económica del país” y en adhesión al “Decreto de Emergencia Económica” del Gobierno de la Provincia. El parte de la comuna dice: “Resulta imperioso tomar esta decisión con suma prudencia, con el fin de preservar la realización y éxito de nuestro Festival Nacional de La Salamanca, destacándose principalmente por la accesibilidad de sus entradas para toda la familia, la cartelera con artistas locales, nacionales e i