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1820 ALMANAQUE MUNDIAL Jura

Jura de la Constitución española en 1820

El 9 de julio de 1820 el rey Fernando VII jura guardar y hacer guardar la Constitución política y leyes de la Monarquía española


El 9 de julio de 1820 el rey Fernando VII juró la Constitución. Ese día asistió a la sesión inaugural de las Cortes. Ante cientos de personalidades, altos funcionarios del Estado, diplomáticos extranjeros y un numeroso concurso del pueblo, según el acta de sesiones, juró guardar y hacer guardar la Constitución política y leyes de la Monarquía española.
Se comprometió a someter su voluntad a las Cortes, declarando nulo cualquier decreto que la contraviniera. Sin embargo, el juramento no fue sincero. Para él, acatar la constitución de las Cortes de Cádiz de 1812 fue la mayor humillación de su reinado. Autoritario y ambicioso, había conspirado contra su padre para apartarlo del trono y, tras jurar la constitución, maquinó contra el régimen constitucional hasta derrocarlo y volver a reinar como monarca absoluto tres años después.
Fernando VII, nacido en San Lorenzo del Escorial el 14 de octubre de 1784, fue el noveno de los 14 hijos de Carlos IV y María Luisa de Parma, y el mayor de los varones que sobrevivieron a la infancia. Durante su juventud, apartado por el rey de las tareas de gobierno a pesar de ser el legítimo heredero al trono, se rodeó de cortesanos con quienes comenzó a conspirar contra sus padres.
En octubre de 1807, alentado por su preceptor, el canónigo Juan de Escoiquiz, tramó una conspiración para defenestrar al primer secretario Manuel Godoy y al propio rey, con la ayuda de Napoleón. Sin embargo, la intriga fue descubierta y abortada. Arrestado, confesó su delito en cartas a sus padres, reconociéndose autor de un gravísimo delito e implorando su perdón.
Aunque Carlos IV lo perdonó, Fernando y sus partidarios continuaron conspirando, urdiendo en 1808 el motín de Aranjuez, que obligó a abdicar a Carlos IV y puso el trono en manos de Fernando.
Comenzó su reinado buscando un acercamiento a Napoleón, quien usó este interés para abrir las fronteras españolas a la Grande Armée y obtener la corona española para su hermano José. Napoleón convocó al rey a una conferencia en Bayona, donde también estaba su padre.
El 5 de mayo de 1808, Carlos IV cedió sus derechos al emperador, y el 10, Fernando se adhirió a esa cesión a cambio de residir en el castillo-palacio de Valençay y recibir una pensión mensual de las arcas francesas.
Durante la ocupación francesa y el reinado de José I Bonaparte, Fernando VII se convirtió en una figura mítica para el pueblo español, que lo bautizó como El Deseado, concentrando los anhelos de libertad. Sin embargo, en Valençay mostró sumisión a Napoleón, felicitándolo por sus victorias en España.
El cambio de rumbo de la guerra en Europa en 1812 y 1813 obligó a Napoleón a retirar sus tropas de España y prometer a Fernando facilitar su vuelta como rey absoluto, a pesar de que los españoles que luchaban en su nombre habían establecido un gobierno y un parlamento en Cádiz y aprobado la constitución de 1812, conocida como la Pepa.
A su regreso a España en mayo de 1814, Fernando VII se negó a acatar la constitución, promovió un golpe de Estado que derogó el régimen liberal, reinstauró el absolutismo y persiguió a los liberales. Este periodo de seis años de gobierno absoluto es conocido como el sexenio absolutista, durante el cual gobernó con plena autoridad y desmanteló la obra de los constitucionales.
El regreso de Fernando VII en 1814 fue largamente deseado por los españoles. Sin embargo, mostró su carácter autoritario, déspota y cruel, dispuesto a todo para satisfacer su egoísmo, reprimiendo con saña toda disidencia. Esta forma de gobierno acabó en 1820 con el levantamiento de los sectores liberales del ejército, liderados por el general Riego, quien el 1 de enero leyó su pronunciamiento para forzar al monarca a abandonar el absolutismo y establecer la constitución de 1812.
El triunfo de la sublevación dio inicio al Trienio liberal. Fernando VII, obligado a jurar la constitución, alentó complots en su contra, solicitando ayuda a otros soberanos europeos.
En 1823, el ejército de los Cien Mil hijos de San Luis, creado por las potencias europeas, restableció su poder absoluto. Los últimos diez años de su reinado (1823-1833) son conocidos como la Década Ominosa, marcada por la persecución de elementos liberales y reformas económicas y administrativas que no contentaron ni a los liberales ni a los conservadores.
El mayor problema de Fernando VII fue su incapacidad para concebir un heredero. En 1829 se casó con su cuarta esposa, María Cristina de Borbón, con quien tuvo dos hijas, Isabel y María Fernanda. Para nombrar heredera a su primogénita, firmó la Pragmática Sanción, suprimiendo la ley sálica. Esta decisión contó con la oposición de los sectores más reaccionarios, encabezados por su hermano Carlos María Isidro.
A la muerte de Fernando VII, el 29 de septiembre de 1833, Isabel fue proclamada reina y su madre regente. Esto desencadenó la Primera Guerra Carlista, enfrentando a los liberales, defensores de Isabel, contra los absolutistas, seguidores de Carlos María Isidro.
Juan Manuel Aragón
Ramírez de Velasco®

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