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NARANJAS Jugo como para hacer dulce

El pavimento como bruto exprimidor

Las naranjas agrias que todos los años se pudren en las calles de la ciudad, bien podrían ser aprovechadas para paliar, alguito, la pobreza reinante

Quizás hasta el momento nadie haya hecho el cálculo de cuántas naranjas agrias se pudren en las calles y veredas de Santiago sin ser aprovechadas, aunque sea para tirarle al referí en un campeonato reducido dominguero de las afueras. Entre fines de julio y estos días, son casi un adorno de las calles de la ciudad, sin otra utilidad más que esa. Pocas amas de casa aprovechan para cortar unas cuantas y hacer un exquisito dulce.
Lavar bien la fruta con abundante agua, exprimirlas muy bien y poner las cáscaras en un recipiente con salmuera, al menos por 24 horas. No sé por qué, pero mi abuela las hacía de esa manera y quién soy yo para contradecirla, sobre todo desde que se fue de este mundo. El jugo se debe tomar rebajado con agua y con azúcar o edulcorante a gusto.
¿No habrá una empresa juguera que las quiera para —justamente— extraerles el zumo y venderlo al por mayor? De la naranja se sacan antioxidantes, aromatizantes, colorantes y texturizantes, y como aditivos alimentarios. Con el concentrado se hacen jugos, bebidas sin alcohol, jarabes, helados y productos para confiterías. Como se vé, todo un negocio se pudre en las calles sin que nadie lo aproveche.
Al día siguiente se debe lavar bien la naranja con abundante agua. Luego, calcular a ojo, el peso de la fruta, agregarle el mismo peso en azúcar y ponerla a hervir. Es mejor cortarla en pequeños cascos del tamaño de un bocado para facilitar el trabajo a los futuros comensales.
El uso casero de la naranja agria es muy variado. Con su jugo, algunas amas de casa asan el pollo, y al final parece que fue hecho con limón, con lo que engañan a propios y a veces también a ajenos. Se ha visto, en casos de apuro, que lo agregan al relleno de la empanada árabe para cocinarlo y, ni el descendiente de sirios o libaneses con el gusto más refinado, notará la diferencia.


Después de largas horas de estar hirviendo a fuego muy lento, notará que las cáscaras se le han puesto medio transparentes, es el momento de sacarlas del fuego, dejarlas enfriar y poner en frasquitos de Nescafé que habrá tomado la precaución de recolectar y lavar bien para este fin.
Es increíble que en tantos años de naranjos viviendo en el centro de la ciudad, a esta altura de la pobreza no se hayan aprovechado debidamente, no solamente las naranjas agrias sino también las moras, la algarroba y el chañar que son las prendas más preciadas de muchos barrios y del parque Aguirre. Pero si usté cree que estos son tiempos de bonanza, que vamos fenómeno, que falta poco para doblarle el brazo a la pobreza, meta nomás, siga desaprovechando lo que le ofrece la naturaleza y está al alcance de la mano.
¿Yo, pregunta? Le puse al pollo, a la empanada árabe, algunas cáscaras las guardé para encender fuego, porque son muy buenas para eso y con ellas también limpié la parrilla, el único día del año que tiré algo a las brasas. Hice dulce, pero no vendo ni convido, guardo en la alacena, porque ya vendrán tiempos peores.
Apueste a eso y ganará.
Juan Manuel Aragón
A 29 de septiembre del 2024, en la Mitre y 25 de Mayo. Cuidando mi naranjal.
Ramírez de Velasco®

Comentarios

  1. Cristian Ramón Verduc29 de septiembre de 2024, 6:04

    Cualquier fruta tiene el problema de la cintura: O está en la rama y cuesta estirarse, o está en el suelo y cuesta agacharse. ¡Pobres de nojotro!

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  2. Excelente..articulo..justo en estos momentos difíciles...Bien Juan Manuel

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  3. Cuando visitó Santiago consigo algún changuito que me corte algunas y me llevo en la valija un par de botellas de jugo congelado para adobar pollo y lechón.

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  4. Tengo entendido que, cuando fue intendente, el Dr. Di Lullo hizo poner plantas de naranjas en las veredas.
    Pero ahora, con la polución que hay, se contaminas los frutos.

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