Portada del suplemento de los 50 años |
Con mucha nostalgia y algo de emoción, el autor de esta nota recuerda sus comienzos como periodista en la vieja prensa santiagueña
Por Alfredo Peláez
Juan Manuel Aragón es un inquieto y talentoso periodista que conocí allá por los noventa en el Nuevo Diario de Santiago del Estero. Nos hicimos amigos. Hablamos siempre. Me divierten sus ocurrencias. Dias pasado me tiro: "Vos que conoces de adentro aquel viejo El Liberal, porque no me escribes una nota, contando como eran los changos, en que se divertían, como eran las juntadas...".Los recuerdos los tengo. Hay que darle forma nomas. Hoy, estoy en la computadora tratando de cumplir con el pedido de mi amigo. No será fácil. Hay que ordenar varias ideas sueltas que vienen desde lejos.
La primera imagen que tengo de mi querido diario, es la de "Pocho" García, encargado de la sección avisos; estaba a la entrada, en una ventanilla con barrotes de hierro. Carlitos Poncio era su eterno ayudante. A él fue al que le dije, a mis 18 años: "Señor quiero ser periodista". Se fue y volvió con "Coco" Corvalán, a la mañana secretario de Julio Cesar Castiglione, a la tarde jefe de Interior. Me atendió y al minuto estaba frente a uno de los directores-propietarios de El Liberal, Julio Cesar, hijo de Antonio. Me escuchó y me dijo: "Ahí tienes una máquina, escribí una nota: ´Por qué quieres ser periodista´". “No sé escribir a máquina" le respondí. "Bueno...ahora hacelo a mano alzada, pero tienes que estudiar dactilografía". "Coco" fue el primero en leerla: "Doctor aquí hay talento".
Estudié dactilografía un mes. Ingresé a El Liberal escribiendo con dos dedos, como la mayoría. Me encontré con un mundo distinto, fascinante.
Cuando ingresé a la redacción, un largo salón con escritorios de ambos lados y el tableteo de la máquina de escribir con su característico sonido, le ponía música al lugar. Un mundo de hombres. Sin mujeres. Solo dos, las de la limpieza. Cuando ingresaba una mujer a la redacción, automáticamente las máquinas de escribir se paralizaban.Los escritorios eran iguales, salvo dos, más grandes, los de Jota Jiménez e Hipólito Noriega, los secretarios de Redacción. Noriega era el que comandaba la batuta. A su escritorio iban a parar las notas de los periodistas, las leía y titulaba. No usaba máquina de escribir. Los títulos los hacía a mano alzada. Dos líneas y la misma cantidad de letras. Cuando tenía franco, Jimenez (Chito Martínez lo bautizo "Piojingo") tomaba las riendas. Radical, fue senador, decía con su vozarrón: "Muchachos aquí hay papeluchos". Se refería a las gacetillas de prensa. Es que los changos se hacían los distraídos.
Cierro los ojos, me dejo llevar luego bajo la guardia, y los miro llegar, felices, haciendo bromas. Imposible estar de mal humor en el viejo El Liberal. Los gráficos le ponían humor, ya nos ocuparemos de ellos.
El primero en llegar era don Bernardino Sayago. Solo tenía sexto grado y era el encargado del editorial y la columna Eco. Un día me dijo: "Me gusta la redacción en silencio. Te concentras más, por eso vengo a la siesta". Un rato después, venían los de cable, por lo general Ávila. Las famosas teletipos que vomitaban información nacional e internacional de la agencia UPI, no existía Télam. Después vendría Noticias Argentina. El jefe de la sección cables era el "Oso" Díaz, que hacia la primera página. El segundo era el "Abuelo" Rojas. Por ahí pasamos todos, también por corrección. Era la escuela para llegar a ser periodistas. Primero cronista volante (cobraban por semana), mensualizado, cronista (ya eras efectivo), redactor, jefe de Sección, prosecretario de redacción y secretario de redacción. El director era José F.L. Castiglione y sub su hermano Antonio, que me adoptó. Vivía en el TabyCast, llegaba al diario a las 16 y se sentaba a leer los diarios en un sillón a la entrada. Los diarios nacionales llegaban con un día de atraso. Cuando se iba, a las 20, hacía que lo acompañe a su casa para tomar un vaso de vino. Por ese lugar entraba "Tuti" Ibañez y le decía: "¡Buenas tardes colega!". “Que mierda vas a ser colega vos", le respondía. Tuti era gráfico. Pero también era el editor de la revista Jijirijaja.
Fachada del viejo diario |
Tengo una anécdota con el doctor José y "Cachín" Diaz. Éramos nuevo y metidos. El 20 de julio de 1969 un astronauta caminaba por primera vez en una magnífica desolación, la Luna. Aún hoy resulta asombroso, aunque pasaron más de 50 años: dos hombres, Neil Armstrong y Edwin Aldrin, caminando a los tumbos en otro mundo. Mientras su compañero, Michael Collins, los esperaba pacientemente en órbita. Aquel día, el planeta entero se paralizó. La humanidad miraba asombrada la transmisión en sus televisores blanco y negro. Nosotros tres al pie de la teletipo. En ese momento el doctor Castiglione me dice "Peláez andá a tocar la sirena". Fue emocionante. Era la forma de alertar a los santiagueños que algo importante había ocurrido.
Aquellos viejos periodistas
Por lo general eran maestros, profesores, algunos policías, también con solo el primario. Ya dijimos que Noriega y Giménez eran los secretarios de redacción; prosecretarios, Melquisedech López (Macho Petizo); Guillermo Juárez (Conejo), Policiales; "Coco" Corvalán (Bombacha), jefe de Interior; Amleto Daloisio, (barrilete sin cola) gran fumador, nunca compraba, cronista parlamentario; Sebastián López, periodista con mayúscula; Juan Gómez (Caballo de indio), Aldo Sayago; Garay, Gallo Cenizo (corresponsal de La Banda): "Cachín" Diaz y Alfredo Peláez, multifunción; después llegaron Quique Lascano, el tucumano "Tato" Medina, gran escriba. En Deporte cuando entré era Mario Luna el jefe y el segundo, Carlos "Cabra Vieja" Argañaraz, José Sandez "Vieja figura"; Dante Guzman "El Pibe"; Angel Osvaldo Romero (después quedo como jefe); Luis Enrique , y muchos volantes, entre ellos el Ruso Peláez y Lito Argañaraz. El jefe de fotografía era "Titi" Cervera, el "Negro" Villalba, "Rata Picuda" Perez y el enorme "Chito" Martínez, en La Banda, el de las investigaciones imposibles, Puky Bruno y el gordo Pérez.
Anécdota imperdible
Aroldo Suárez era el hombre fuerte de la administración. Dueño y señor, manejó el dinero de los Castiglione durante años, a él recurríamos para pedir los vales (adelantos de sueldo), hincha fanático de Comercio ; "Toti" Orellana, gran jugador de futbol, "Chicho" Cáceres, autor de la pieza "Chacarera pa un cantor" dedicada a Agustín Carabajal y "Macaco" Filippa, integró la selección santiagueña de básquetbol en la época de Lledó. Cerca del mediodía, la picada infaltable; justo a esa hora caía Cachín, se invitaba solo. Un día lo fueron a buscar, "Cachín" vení, ya está la picada". Era bien completa, hasta sandwich de miga. Los días pasaron y cuando llegó fin de mes en el sobre de "Cachín" había un vale por X pesos, que rezaba: "Valor de la picada tantos pesos, esta te tocó a vos". Después de comer de arriba mucho tiempo se la hicieron pagar.
Los periodistas son los grandes ausentes del hogar a la hora de la cena y de acontecimientos familiares importantes. Vivimos a contramano. Noriega y Daloisio eran distintos. A las 9 de la noche en punto se iban a su casa a cenar con la familia, pasara lo que pasara...
Todos éramos de buen tomar. Periodistas y gráficos. A la salida del diario no se iba a la casa, esperaba la picada y el beberaje, como decía "Bolsa" More, uno de los que armaba las páginas en plomo. "Tuti" Ibañez, solterón, solo tomaba sidra, en los bodegones que frecuentaba siempre tenía una botella bien frappé. Íbamos a boliches de mala muerte en las orillas, decían, "donde el hombre perdió la fe". Era la parada de borrachines.
"Paco" Peña y "Pilili" Álvarez
Dos todo terreno. Don Paco era el jefe de Taller y los ojos de los dueños a la noche en el diario. No se sentaba nunca. Caminaba de la redacción al taller sin parar llevando las notas a la linotipo para que la vuelquen en plomo. Pilili Álvarez, era chofer y jefe de Rotativa. Don Paco fue testigo presencial y en primera fila de la explosión del camión cisterna cargado de combustible en los talleres de La Unión, en esos tiempos en Perú y Pellegrini. Pilili era serio de pocas pulgas, sin maldad. Dos grandes pilares de El Liberal. Los Castiglione tenían un auto Chevrolet en el que viajaban a las reuniones de Adepa y Álvarez era el chofer. Una noche viajaban a Corrientes, los dos hermanos, José y Antonio. Dormían, Pilili le daba al acelerador. Antonio se despierta y le dice: "Carajito, ¿no vas fuerte?". "Doctor a esta velocidad se gasta menos nafta". "Ah bueno metele nomás"
Los gráficos
Una casta aparte eran los gráficos. Entrar al taller era hacerlo al palacio de la risa. No se podía estar serio, armadores de las páginas en plomo, ellos leían el diario al revés; linotipistas, fundidores de plomo, fotomecánica (antes del offset las fotos se imprimían en plomo, clisé). El Ñato Acosta era el jefe y "Chula" Álvarez, hijo de Pilili, el segundo. Ellos recorrían la redacción general y deportes, buscando las fotos. Coronel era el jefe de armado. Todos tomadores, con dos para destacar a la hora de hacer bromas, "Bolsa" More y "Tuti" Ibañez. El gordo Romero, jefe de deportes titulaba: "Hoy se corre la doble Arraga en ciclismo". Bolsa lo leía y retrucaba: "Bueno... se corre el tour de France". O cuando entraba al taller "Tuti" le gritaba "Me has traído eso" (se refería a los perfumes importados, digamos, que vendía More). "Que mierda te voy a traer sucio... ni te bañas loro salvaje". Así le decían a Ibáñez, porque no conocía el aro.
La prueba de fuego
Había pruebas de fuego para los que recién entraban. Un linotipista te llamaba y te daba 2 o 3 líneas de plomo para que se la lleves a un armador; inocentón ponis la mano y era plomo recién salido, te requemabas. Otra: More se acercaba por detrás te apoyaba y te largaba viruta de plomo, era igual que si te estuvieran meando. Risas y más risas.
A los gráficos al trabajar con plomo por ley le correspondía un litro de leche por día. Jamás querían el producto, pedían la plata, era para el “difundi dillegui”, así lo llamaban al vino.
Terminada la jornada comenzaba el tour por los boliches. Periodistas y gráficos tenían sus reductos. Gallito, Isla, el boliche de mala muerte que quedaba en la esquina de Tribunales, El Toto Blanco, El Rincón de los Artista y tantos otros que llamaban " el lugar a donde el hombre había perdido la fe". No era verdad. Sobraba la fe. Fueron los mejores años de nuestras vidas. Hoy ya nada de eso queda. Tal Folclore ya no existe.
Ramírez de Velasco®
Los gráficos
Una casta aparte eran los gráficos. Entrar al taller era hacerlo al palacio de la risa. No se podía estar serio, armadores de las páginas en plomo, ellos leían el diario al revés; linotipistas, fundidores de plomo, fotomecánica (antes del offset las fotos se imprimían en plomo, clisé). El Ñato Acosta era el jefe y "Chula" Álvarez, hijo de Pilili, el segundo. Ellos recorrían la redacción general y deportes, buscando las fotos. Coronel era el jefe de armado. Todos tomadores, con dos para destacar a la hora de hacer bromas, "Bolsa" More y "Tuti" Ibañez. El gordo Romero, jefe de deportes titulaba: "Hoy se corre la doble Arraga en ciclismo". Bolsa lo leía y retrucaba: "Bueno... se corre el tour de France". O cuando entraba al taller "Tuti" le gritaba "Me has traído eso" (se refería a los perfumes importados, digamos, que vendía More). "Que mierda te voy a traer sucio... ni te bañas loro salvaje". Así le decían a Ibáñez, porque no conocía el aro.
La prueba de fuego
Había pruebas de fuego para los que recién entraban. Un linotipista te llamaba y te daba 2 o 3 líneas de plomo para que se la lleves a un armador; inocentón ponis la mano y era plomo recién salido, te requemabas. Otra: More se acercaba por detrás te apoyaba y te largaba viruta de plomo, era igual que si te estuvieran meando. Risas y más risas.
A los gráficos al trabajar con plomo por ley le correspondía un litro de leche por día. Jamás querían el producto, pedían la plata, era para el “difundi dillegui”, así lo llamaban al vino.
Terminada la jornada comenzaba el tour por los boliches. Periodistas y gráficos tenían sus reductos. Gallito, Isla, el boliche de mala muerte que quedaba en la esquina de Tribunales, El Toto Blanco, El Rincón de los Artista y tantos otros que llamaban " el lugar a donde el hombre había perdido la fe". No era verdad. Sobraba la fe. Fueron los mejores años de nuestras vidas. Hoy ya nada de eso queda. Tal Folclore ya no existe.
Ramírez de Velasco®
¡¡¡¡¡¡¡¡¡ MUY BUENA NOTA !!!!!!!!
ResponderEliminar¡¡ Que anécdotas !!.. para reír.
Que épocas más hermosas para trabajar en un diario.
Lástima que se perdió, pues..........El Liberal, hoy es un "pasquin" al igual que el otro diario al servicio d gobierno, por expureos negocios de por medios.
En aquellas épocas, cuando lo Castiglione eran los dueños, leías y encontrabas críticas de la oposición al gobierno de turno.
Hoy, ni sabemos quién es de la oposición pues no ni los nombran y menos sacar algo que moleste al ZAR.
Como serán de "pasquines" que los regalan. $ 250.- ¡ nada !.
La nota refleja. Una época privilegiada, era un disfrute leer, El Liberal la página que escribía Antonio Casiglione los comentarios sin privilegiar al político de turno. Conocí J jimenes,Otras épocas Don Alvarez Sebastia Lopez
ResponderEliminarSi... perdieron el diario, hubo uno que les compro la T.V y después el diario; es que amaban más el dinero que el diario; el que gana tiene razón; si es verdad que publicaban más noticias opositoras que ahora; también que ocuparon cargos políticos por ser dueños de...ningún pobre iba a llegar a ser Diputado Nacional o Senador; ahora han llegado, ninguno se distinguió mucho, también es cierto...bueno, García Marquez fue periodista en muchos medios colombianos. Pero llego un poquito más alto que los de acá escribiendo...y eso que le gustaba la joda de joven. Pero García Marquez era un lector extraordinario...está todo dicho.
ResponderEliminarNo hay diarios en Santiago, nadie sabe lo que está pasando, chotean tranquilos porque nadie los va a denunciar. una lástima el abandono de los Castiglione, eran perversos a veces pero eran mejores que la lacra que lo maneja hoy
ResponderEliminarChorean
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