El recorte de El Liberal |
El viernes 18 de marzo de 1977, despareció un abogado, fue la primera voz de alarma sobre lo que sucedía en la provincia
El sábado 19 de marzo de 1977, una información perforó el silencio que el gobierno militar mantenía sobre la prensa santiagueña, y se filtró la que quizás haya sido la primera noticia detallada de la desaparición de una persona en la provincia. El diario El Liberal, dio cuenta de que el día anterior había desaparecido Abdala Auad, abogado, vinculado a un grupo de pequeños accionistas del Nuevo Banco de Santiago del Estero, que tenían formulado un planteo judicial contra las autoridades de la entidad.La noticia, en la página 4 del diario, abajo, sin embargo, era lo suficientemente extensa como para llamar la atención desde el copete, al plantear: “¿Desaparición o secuestro?”. El título decía: “Tensa expectativa y variadas conjeturas sobre el paradero del Dr. Abdala Auad que denunció un ´affaire´”.Para marcar la conmoción que tuvo aquel acontecimiento se debe recordar que las Madres de Plaza de Mayo todavía no habían comenzado sus rondas en la Plaza de Mayo, el presidente argentino Jorge Rafael Videla no se había entrevistado con su par norteamericano James Earl Carter, reconociendo que había habido “excesos” en la lucha contra la subversión y, para muchos, incluido el Partido Comunista, estos temas de conversación no existían.
Cerca de las 8 de la mañana del viernes 18, Auad salió de su casa, como todos los días, pero no llegó a destino, en algún lugar de la ciudad se había hecho humo. La policía no lo hallaba, eso que trabajaba, según dijo en un comunicado “intensamente”, para aclarar el caso “utilizando todos los recursos humanos y profesionales con que cuenta”, decía el parte que hizo llegar a los dos o tres medios de prensa locales que entonces había en la provincia.
El diario El Liberal mencionaba de entrada, que Auad “estuvo estrechamente vinculado con la acción encarada por un grupo de accionistas del Nuevo Banco de Santiago del Estero” y había “cuestionado el desenvolvimiento de esa entidad crediticia”. A raíz de sus planteos intervenía la Justicia del Crimen, realizando una minuciosa investigación que estaba en trámite y autoridades del Banco Central de la República Argentina lo inspeccionaban.
La ciudad era un hervidero de versiones, muchas de ellas contrapuestas. Los rumores afirmaban que el responsable del secuestro era el Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), Montoneros, sectores allegados a la Iglesia Católica, el Ejército, la Marina, la Fuerza Aérea. Mientras en las confiterías se cocinaban los chismes, reptaba por las calles un miedo fatal: si ese era el destino de un profesional del medio, con conexiones importantes, amistades distribuidas en esta provincia y en las vecinas, qué debían esperar los demás santiagueños.
De todas maneras, varias instituciones pidieron explicaciones a las autoridades de la provincia, encabezadas por un general retirado, César Fermín Ochoa, de quien se sospechaba que tenía fuertes vínculos con el entonces grupo empresario fuerte de Santiago, la familia Figueroa, oriunda de Suncho Corral, cuya influencia recién terminó en el 2005, cuando uno de sus integrantes, José, perdió las elecciones a gobernador.
Abdala Auad |
Visto a la distancia, es posible que los mismos que secuestraron al abogado, fueran los que echaran a correr las mil y una versiones que circularon durante esos días, para que no se supiera que las Fuerzas Armadas de la Nación, que habían asumido el gobierno de facto, hacían desaparecer a quienes no les convenían.
En vez de hacerse cargo de las consecuencias de su acción, poniendo la firma sobre cada uno de los que se cargaron, prefirieron ocultarlos, hacerlos desvanecer en el aire con un eufemismo, “desaparecidos”, encubriendo lo que había sucedido: los mataron y luego ocultaron sus cadáveres para que no se supiera quiénes eran los autores de sus crímenes.
Estos delitos fueron denunciados, en aquel tiempo, por Acción Republicana Nacionalista, Arena, grupo político de derecha que, en soledad y arriesgando la vida de cada uno de sus integrantes, denunciaba el régimen militar, según un estudio detallado que hizo de ese tiempo, el profesor de historia e investigador Edgardo Atilio Moreno.
El resto de la ciudadanía, partidos políticos, Iglesia Católica, universidades, clubes de toda laya, instituciones intermedias, se encerraron en un mutismo medroso. De su calculado espanto salieron recién en 1983, cuando sorpresivamente se les abrieron los ojos para percatarse del horror que había vivido la república.
Después muchos se hicieron férreos defensores de los derechos humanos, adalides de la democracia, Supermanes del “Nunca más”. Pero en aquel tiempo sostenían que los militares eran unos señores que habían librado al país de la chusma peronista. Los partes de prensa que distribuía Arena, eran prolijamente desestimados, pues se trataba, decían, de grupos marginales que pretendían desestabilizar a las Fuerzas Armadas, a las que tenían como guardianes de las tradiciones más acendradas de la patria.
Párrafo aparte para las fábulas urbanas que circularon durante años, como que a Auad lo cremaron en una fábrica que había por aquel entonces en La Banda, luego de una reunión de conspicuos integrantes de un partido político. Se mencionaba la dirección exacta de la tenida, quiénes habían estado y cómo fue que decidieron su suerte.
Quizás fuera la imaginación febril de un desocupado que, un día ató cabos sueltos de venganzas insatisfechas y le sumó resentimientos inconfesados. O fue una creación anónima como tantas que dan vueltas en esta provincia folklórica y atada a los mitos, las leyendas, los cuentos de seres fabulosos.
Lo cierto es que, hasta el momento, el cuerpo del infortunado Abdala Auad jamás apareció.
©Juan Manuel Aragón
Testimonio qué la historia tendrá que descifrar algún día.
ResponderEliminarDeberían investigar la conexión con nuestra fabrica de humo en la banda
ResponderEliminarMuy buena la nota, con varias frases muy afortunadas, pero muy. Ahora llendo al meollo del asunto, que podía esperarse en una Pcia. y en un país, donde las fuerzas armadas y la policía, hacían desaparecer a cualquiera ?? Que podían investigar el Gobierno y la policía? Ellos fueron los autores sin duda. Lo q no se sabe concretamente es quienes instigaron, pero observando a quienes perjudicaba puede dedicarse fácilmente.
ResponderEliminarBuenisima nota, recién pude leer hoy, tantos injustamente te desaparecieron, como un amigo compañero de mi padre, triste recordar esa época, pero los jóvenes deberían saber todo esto
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