El televisor era en blanco y negro |
Cómo fueron dándose los avances de un aparato que podría haber sido un punto de unión entre la gente
Al principio la televisión era en blanco y negro, una maravilla, pero las imágenes tenían tonos de gris y nada más. En la Argentina, después del campeonato mundial de fútbol de 1978, llegaron con colores y fue un espectacular salto de la tecnología. Pero no nos conformamos y pedimos más, entonces salieron los televisores planos, con pantalla de cristal líquido (Liquid Cristal Display, o LCD).No quedó ahí la cosa, muchos pidieron con pantalla de plasma, que son planos y, en general sirven para formatos de mayor tamaño. Y seguimos subiendo escalones, después salieron los de cristal líquido con una pantalla iluminada por luces LED (siglas de Light Emitting Diode) o, dicho en español, diodo emisor de luz.
Como no nos conformábamos, aparecieron los televisores OLED, que usan luces LED orgánicas para producir la imagen. Tienen colores más brillantes y un contraste igual o mejor que el que da el CRT (Cathode Ray Tube) o rayos de tubos catódicos. Y un escalón más arriba todavía, llegaron los QLED, hechos por Samsung y que salen con una nueva clase de luces LED, inorgánicas para mejorar aún más los colores, el contraste y tener un resultado perfecto sin importar el ángulo de visión.
Hasta hace poco al menos, lo más adelantado que se conocía en televisores, eran los holográficos. Es un proyector que muestra imágenes en movimiento sobre una pantalla transparente.
Uno nombra así, en pocas líneas, un desarrollo de la ciencia, la técnica, la ingeniería, la química, la física que estuvieron cerca de cien años estudiando, ensayando, errando, perfeccionando un aparato que parecía estar destinado a cambiar para bien la faz de la humanidad.
Tele—visión es “ver lejos”. Usted dice algo y lo oyen y lo ven, al instante, al otro lado del mundo. Es posible mostrar culturas, recetas, folklore, progresos de la técnica, remedios caseros o fabricados por científicos, al instante.
Pero los mercaderes de la cultura no nos mostraron eso durante casi toda la historia de la televisión como producto. Si alguna vez quiso ser un vehículo para que la humanidad viviera mejor, después los señores del dinero la convirtieron en otra cosa. Tuvo que llegar una vuelta de tuerca genial, el internet, para que algo de lo que se pretendía del aparato maldito se hiciera popular. Ahora sí hay canales para aprender de cualquier lugar del redondo mundo, instrucciones e ideas para atarse las trenzas de los zapatos, clases de chino mandarín, o formas de construir una buena bomba molotov, lo que busque.
Por eso debe ser que los jóvenes ya no ven tanto la televisión, se refugian en canales por el telefonito, que les dan series enteras en el momento que lo desean o se pasan los días mirando cómo construir una silla con madera de peteribí.
A nadie le interesa ya qué dice Jorge Rial sobre el último noviazgo de la anteúltima nueva estrellita de la tele, cómo sigue la serie del Zorro si es que la siguen pasando, qué opina Rogelio Llapur de la guerra en Ucrania o si Rick Harrison sigue estafando a la pobre gente en El precio de la Historia que pasaban en History Channel (¿la siguen dando?). Al fin un invento de las comunicaciones, el telefonito de mano, sirve para algo útil.
Deberíamos aprovecharlo, antes de que se aviven.
©Juan Manuel Aragón
Hasta hace poco al menos, lo más adelantado que se conocía en televisores, eran los holográficos. Es un proyector que muestra imágenes en movimiento sobre una pantalla transparente.
Uno nombra así, en pocas líneas, un desarrollo de la ciencia, la técnica, la ingeniería, la química, la física que estuvieron cerca de cien años estudiando, ensayando, errando, perfeccionando un aparato que parecía estar destinado a cambiar para bien la faz de la humanidad.
Tele—visión es “ver lejos”. Usted dice algo y lo oyen y lo ven, al instante, al otro lado del mundo. Es posible mostrar culturas, recetas, folklore, progresos de la técnica, remedios caseros o fabricados por científicos, al instante.
Pero los mercaderes de la cultura no nos mostraron eso durante casi toda la historia de la televisión como producto. Si alguna vez quiso ser un vehículo para que la humanidad viviera mejor, después los señores del dinero la convirtieron en otra cosa. Tuvo que llegar una vuelta de tuerca genial, el internet, para que algo de lo que se pretendía del aparato maldito se hiciera popular. Ahora sí hay canales para aprender de cualquier lugar del redondo mundo, instrucciones e ideas para atarse las trenzas de los zapatos, clases de chino mandarín, o formas de construir una buena bomba molotov, lo que busque.
Por eso debe ser que los jóvenes ya no ven tanto la televisión, se refugian en canales por el telefonito, que les dan series enteras en el momento que lo desean o se pasan los días mirando cómo construir una silla con madera de peteribí.
A nadie le interesa ya qué dice Jorge Rial sobre el último noviazgo de la anteúltima nueva estrellita de la tele, cómo sigue la serie del Zorro si es que la siguen pasando, qué opina Rogelio Llapur de la guerra en Ucrania o si Rick Harrison sigue estafando a la pobre gente en El precio de la Historia que pasaban en History Channel (¿la siguen dando?). Al fin un invento de las comunicaciones, el telefonito de mano, sirve para algo útil.
Deberíamos aprovecharlo, antes de que se aviven.
©Juan Manuel Aragón
Que buen artículo o nota muy lograda
ResponderEliminarMe encanto la 1er TV, ahí vimos la llegada del hombre a la luna, toda la familia, que linda epoca
ResponderEliminarMe encanto la 1er TV , ahí toda la familia viendo como llegaba el hombre a la luna, me encanto tu nota
ResponderEliminarExtraordinario, Bravo Zorro.
ResponderEliminarExcelente artículo que nos lleva desde los primeros televisores en blanco y negro, hasta los más avanzados! Hay programas en los que se aprende mucho, sobre todo los que muestran temas de arqueología, historia, naturaleza y maravillosas películas a las que ahora se tiene acceso a poco tiempo de estrenadas. Los chismes baratos de la farándula ya no atraen a nadie, salvo a quienes son tan huecos como para alimentarse con el conocimiento de las peleas, las camas calientes de algunas pseudo estrellitas y los nombres de los engañadores y engañados...
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