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RUTA El monolito del Deancito

Monolito en la Ruta 9 vieja

Historia de un trágico accidente automovilístico en tierras santiagueñas

Alfredo Peláez
Miles y miles de personas pasaron por la vieja ruta a Termas de Rio Hondo, como quien pescar en el dique de Los Quiroga. Posiblemente vieron un monolito a un costado del camino, o no. Para saber qué pasó en el lugar hay que remontarse a agosto de 1951 (en días se cumplirán 71 años).
“Gringo... tené cuidado... en Santiago hay muchos badenes...” El consejo partió de Juancito Gálvez a Ricardo Rissatti momentos antes de iniciar la etapa que uniría Tucumán con Santiago en aquella trágica madrugada de agosto de 1951 cuando marchaba en la primera posición de la competencia denominada “ Vuelta del Noroeste”.
Amanecía cuando al llegar a la altura del pequeño pueblo santiagueña de El Deán, y ante el asombro y estupor de muchos santiagueños que se habían concentrado en ese sitio, a sabiendas de que la velocidad de los autos permitiría verlos “volar” en un profundo badén existente en el sitio, el auto de Risatti será protagonista de uno de los accidentes más espectaculares que registra el automovilismo argentino con el saldo lamentable de su muerte. A más de 150 kilómetros por hora, el coche del laboulayense entró al profundo badén, se elevó un par de metros, y al tocar tierra su tren delantero salió como catapultado para elevarse a la altura de los cables telefónicos del tendido existente en el lugar.
La máquina cayó pesadamente a tierra. El acompañante de Risatti alcanzó a abrir la puerta y saltar, poniéndose a salvo. En cambio, el piloto dentro del habitáculo sufriría golpes internos de magnitud que le causaran el deceso en pocos minutos. Estupor y confusión... desbande de los varios cientos de espectadores testigos oculares del episodio.
Una vendedora de pan casero tomó la decisión de preparar un par de fogatas al costado de la vieja ruta 9 como una forma de alertar del accidente y a modo de requerir el presto auxilio. De ello se advierte Ernesto Petrini quien detiene su coche y, ayudado por otros, carga a un Risatti moribundo para conducirlo al entonces Hospital Mixto ubicado sobre calle Sáenz Peña. A los pocos minutos de ingresar al nosocomio, el piloto cordobés dejaba de existir, y el episodio pasaba a convertirse en una instancia dramática en la vida de los tranquilos santiagueños.
Así quedó el auto de Risatti
“Yo vi el accidente. Habíamos resuelto con unos compañeros de curso de la Escuela de Comercio ese día faltar a clase y llegarnos a El Deán para ver cómo iban a volar los autos en carrera”, contaría muchos años después, don Jorge Nuri, quien fue hasta su deceso propietario de una conocida tienda de ropa masculina en pleno centro de Santiago.
“Lo que elevó el auto fue que al aterrizar del ´badenazo´ sus neumáticos reventaron y las llantas se convirtieron en verdaderas catapultas... Quedamos atónitos por lo visto y cuando empezaron a gritar que el auto explotaba, salimos corriendo del lugar buscando un sitio seguro... En el camino de vuelta al centro, las radios ya anunciaban que Risatti habia muerto”.
Santiago se sumó al duelo por el deceso del gran piloto cordobés. Golpes internos de consideración —el tórax quedó como una masa de goma espuma— graficó un médico que estuvo presente en el hospital.
La sede de la CGT de la avenida Roca fue el ámbito para montar la capilla ardiente donde, por unas horas los restos de Risatti fueron velados, esperando el arribo de sus familiares. Así fue como a horas del trágico accidente arribó su compañera junto con otros familiares, mientras que la esposa del odontólogo Guillermo Helman, oriunda de Laboulaye se sumó a los cercanos de Risatti en un gesto humanitario y solidario.
Muchas versiones se tejieron en torno a la tragedia de Risatti pero nunca hubo un informe concreto y oficial. Entre esas especulaciones, se menciona que un banderillero del Automóvil Club Argentino, filial local, había sido comisionado 200 metros antes del peligroso baden para marcarle a los pilotos sobre ese accidente de la ruta a fin de disminuir la velocidad. Dicen los que vivieron de cerca el episodio que el auxiliar de la ruta comisionado para tal propósito, se fue a orinar entre una arboleda cercana a la cinta asfáltica y no le marcó a Risatti la señal preventiva cuando este se acercaba a alta velocidad buscando la meta en suelo santiagueño...
Cuando el Turismo Carretera siguió por unos años surcando las rutas argentinas y por ese mismo camino, Jesús Ricardo Risartti. hijo del malogrado piloto muerto en tierra santiagueña en 1951, al pasar por el sitio trágico, detenía su coche de carrera frente al monolito erigido en su memoria para depositar una ofrenda floral.
©Ramírez de Velasco y el autor

Comentarios

  1. No conocía la historia de ese accidente! Muy buen relato, gracias por dar a conocerla. Un abrazo!

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