Ir al contenido principal

SOCIEDAD Qué lindo que es sacar el cuero al prójimo

Crea todos los chismes

Sanos consejos políticamente incorrectos, pero que harán de su vida un lugar de (in)sana diversión y feliz entretenimiento


Lo más divertido del mundo es juntarse a hablar mal de los demás, chusmear sobre sus defectos, sacarles el cuero y reírse de las macanas que se mandan. Está bueno también, ser el más picante en los comentarios contra el ausente, el que tiene la palabra justa para criticarlo, el chiste a flor de piel para marcar sus muchas y risibles imperfecciones.
Digamé a quién no le gusta que lo llamen para decirle: “No sabes lo que ha hecho Fulanito, se ha mandado un papelón para recortar y guardar”. Si usted es de los que dicen: “No me vengas con chismes”, es porque ya lo ha oído o de alguna manera lo afecta, no diga que no. El chusmear de quien no está presente es uno de los pequeños placeres que hacen la vida más liviana, más llevadera, un desquite que ofrece la sociedad a quienes envidian secreta o abiertamente a otro u otros.
¿Así que la vecina de la otra cuadra, que parecía que no mataba una mosca, de un día para el otro le quitó el marido a la prima?, contá, contá, dame detalles, por favor. ¿El pariente con cara de estúpido tuvo una familia paralela durante varios años, para peor con una chirusa bigotuda, nada que ver con la diosa de la esposa verdadera?, eso está bueno
.
A veces uno no tiene nada contra el chusmeado, vamos a decir, es la pura morbosidad de enterarse de algo que hizo alguien y que se sale notoriamente de los canales de lo que llaman normalidad. No es que uno oiga lo que alguien tiene para contar de la vida privadísima de otro porque le interese de alguna manera lo que le sucede, solo hay una curiosidad retorcida y truculenta por entrar a un mundo desconocido y oscuro.
Por ahí las maestras de la escuela primaria le metieron en la cabeza la creencia de que los próceres siempre estuvieron en el bronce, jamás se apeaban del caballo para echar una meada. Entonces usted se entera de que la querida de José de San Martín en Lima se llamaba Rosa Campuzano Cornejo y quiere saber, no solamente por qué no se lo contaron antes, sino también cómo fue el asunto, ¿no? O que Juan Manuel de Rosas tuvo seis hijos con una chica, Eugenia Castro, que ya tenía una hija, y que se hicieron amantes, muerta Encarnación Ezcurra, cuando ella tenía 19 o 20 años.
Más allá de que nadie le escondió la historia, amigo, porque siempre la tuvo cerca en la biblioteca popular del barrio entre otros lugares a la vuelta de su casa, está el hecho de que cuando se entera de estos asuntos, cualquiera piensa que eran próceres, pero también pillines, como uno. Y quiere que le cuenten puntualmente cómo fue, quién los presentó, qué hicieron y ¡cómo! Si hubo alguien que estuvo de almohada, que brinde esos sabrosos pormenores.
De cualquier manera, a la mayoría le (nos) encantan los chismes, las inseguras elucubraciones que se elaboran con base en hechos que no están comprobados y que a la postre es muy posible que resulten no ser ciertos. Otorgan la falsa pero placentera seguridad de que al fin el mundo está o estará donde debía, ¿no? Porque si la Mabel de Atención al Público sale con González, el asistente de Gerencia, entonces se va a tener que arreglar con la señora, mujer de muy pocas pulgas, según cuentan. Será una agarrada como para alquilar balcones, lo dicen todos en la oficina.
¿Cómo sé todo lo que digo? Por Radio Pasillo, obviamente: un compañero los vio muy acaramelados en la cocina y se lo comentó a otro, “pero no le digas a nadie”, dicen que le dijo. El otro se lo contó al otro, siempre con la recomendación de no levantar la perdiz y al final lo sabíamos todos. Y no me salga con esas patrañas sobre el rumor, un almohadón con las plumas lanzadas al viento, que después es muy difícil, si no imposible, volverlas al lugar que ocupaban antes.
Si lo sabré yo, cuando andaban diciendo que me robaba plata de la caja de recaudaciones diarias, y no señor, no me la robaba: hacía técnicamente lo que llaman un “transporte”. ¿Cómo es? Un suponer, usted me pedía plata prestada porque estábamos a fin de mes. Yo le prestaba sacando de la caja. Pero como rendía la recaudación al otro día a las 10 de la mañana, enviaba a Control de Valores lo del día anterior y lo completa con lo que iba recaudando ese día. La cadena se cortaba cuando me devolvían la plata. Y todos felices.
Y sí, cobraba interés, qué quiere que le diga. Pero me sirvió el día que las arpías y los buitres me denunciaron, porque con ese interés repuse el faltante de caja de un mes íntegro de recaudación, y todavía me alcanzó para comprar la motoneta. Dicen que los jefes no se dieron cuenta por una denuncia, sino porque les llegó el rumor. Bueno, ahora hago correr todos los chismes, si hay un jefe involucrado, mejor.
Cuando me intervinieron la caja y hallaron la contabilidad paralela, al toque devolví la plata. Y todos quedaron con la cara oliendo aca, no pudieron hacerme nada porque los libros paralelos estaban a mano, con mi letra. Ni yo soy capaz de descifrarla del todo, imagínese si la van a entender los abogados que vinieron ese día. Me dieron por muerto, es decir por despedido, pero sobreviví.
Sin el chusmerío barato o caro, las versiones verdaderas o antojadizas, los dimes y diretes que van de una oficina a la otra, de una confitería a la siguiente, pasando por las casas, los patios, las calles, el cine, los asados, las reuniones, las juntadas, la vida sería una porquería de aburrida, vea. Un sopor de siesta veraniega nos tendría a todos marchitos, adormilados, sedados, mustios.
Quién se va a divertir hablando todo el día bien del resto del mundo. ¿Sabes el gesto altruista que tuvieron los de Expedición? No, pero esperá que te cuente lo buenas que son las señoras de Mesa de Entradas. Y mejor no hablemos de la simpatía innata del Señor Subsecretario. Oiga, todo un embole.
Por eso, un consejo, amigo, cuando pueda, hable mal del prójimo, difámelo sin causa, hágase eco de todas las habladurías que circulan denigrándolo. Hágalo con fuerza, con toda la furia, como si lo odiara de toda la vida. Total, uno de estos días también le tocará a usted, y los demás se desquitarán sacándole el cuero prolijamente.
En lonjas parejitas.
Ya va a ver.
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

  1. Así pasa con los chismes y los chismosos! Los dimes y diretes a la orden del día, que meten en problemas a cualquiera y una vez que lo enbarraron, por más que se aclare, ya fue ensuciado y queda latente la duda. 🤔🤔

    ResponderEliminar
  2. Cuando se quiere decir Santiago Manta es para que no sea menta de los de Santiago

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

AÑORALGIAS Santiago querido

La Secco Somera lista (a completar), de lo que hay todavía en la ciudad mágica habitada por los santiagueños, sus sueños y saudades Algunas cosas que antes sabía haber en Santiago y no hay más, se perdieron para siempre, consignadas en este sitio para que al menos quede su recuerdo. Esta lista la publiqué hace algunos años en Feibu y los amigos la completaron. 1 Helados “Kay”, más ricos no hay. 2 El auto Unión, (con motor de dos tiempos, como la Zanella). 3 Las heladeras Vol-Suar. 4 Las prohibidas del Renzi (¡Coca!, cuánto amor). 5 La bilz de Secco (la de ahora no es lo mismo, qué va a ser). 6 El Santa Ana, El Águila, empresa Robert, el Manso llegando desde el fondo del saladillo. 7 Cheto´s bar. 8 El peinado batido de las mujeres. 9 El jopo (ha vuelto, pero como mariconada). 10 La nueva ola y los nuevaoleros. 11 El Tuco Bono. 12 El departamento Matará. 13 Panchito Ovejero vendiendo billetes de lotería. 14 La Porota Alonso. 15 La Gorda de Anelli. 16 Tala Pozo. 17 Mi tata. 18 Panadería L

LEYENDA El remís con chofer sin cabeza

Imagen de Facebook de David Bukret Un misterioso auto circula por las calles de Santiago y La Banda: un caso que está dando que hablar en todos lados Un hombre detiene su motocicleta en el parque Aguirre, lleva una mujer atrás, son las 3 de la mañana. Se apean debajo de un eucalipto, justo cuando empiezan a besarse aparece un auto, un remís que los encandila y se queda parado, como esperando algo. Ella pega un grito: “¡Mi marido!”, suben de nuevo a la moto y se van. Antes de irse, el hombre observa que en el remís no hay nadie, parece vacío, pero ya ha acelerado, a toda velocidad y no se va a detener. Ha pasado varias veces, según cuentan los parroquianos en el café con nombre y apellido, en una historia que va pasando de mesa en mesa, repitiéndose todos los días con más detalles. Las mentas hablan de un remís que aparece de manera impensada, no solamente cuando detecta traiciones amorosas, sino que asustó a varios muchachos que andaban trabajando de noche en casas que no eran las suya

EVOCACIÓN El triste final de la Dama de Hierro

Mercedes Marina Aragonés El recuerdo para quien el autor de esta nota llama Dama de Hierro, algunas anécdotas y la apreciación sobre una personalidad controvertida Por Alfredo Peláez No fue el final que posiblemente soñó en sus años de poder y esplendor. Cuando el nombre Nina paralizaba hasta el más taimao. Se fue en silencio, casi en puntas de pie, como vivió sus últimos años. Muy pocos lloraron a Marina Mercedes Aragonés de Juárez, la dama que supo ser de hierro, en tiempos idos. Seguramente coqueteó en esos años con un funeral al estilo Evita, con su féretro en el salón principal de la Casa de Gobierno, o en el Teatro 25 de Mayo, y largas colas de santiagueños para darle el último adiós. Pero solo fueron sueños de diva. Nada de eso ocurrió. Los diarios santiagueños apenas se hicieron eco de su fallecimiento. Al fin y al cabo, más importante eran los 470 años del pago que ella intento domesticar a rienda corta y chicote. Quedarán miles de anécdotas que la tuvieron como protagonista.