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La Nina y Carlos Arturo Juárez |
Hoy cumple 93 años Mercedes Marina Aragonés de Juárez, que fue gobernadora por el voto de la mayoría de los santiagueños
El 12 de septiembre de 1929 nació Mercedes Marina Aragonés, hoy cumple 93 años. Llegó a ser gobernadora de Santiago del Estero el 12 de diciembre del 2002, al suplantar a Darío Augusto Moreno, que asumió la gobernación por la renuncia de Carlos Díaz, quien encabezó la fórmula que ese año la llevó al poder.Es más conocida como la Nina, pues aquí el nombre de las mujeres lleva artículo. Su gobernación terminó abruptamente el 1 de abril del 2004 cuando el Congreso decidió la intervención a la provincia, luego de un largo y bien fundado debate, tanto entre los que estaban a favor como de quienes se oponían. Después nunca más se intervino ninguna provincia.De 1973 a 1976 fue subsecretaria de Promoción y Asistencia a la Comunidad. Luego, entre el 83 y el 87 fue secretaria de la Mujer de Santiago del Estero, y entre 1995 y 1998 fungió como ministra de la Mujer, designada por su marido Carlos Juárez. Fue diputada nacional entre 1993 y 2001, electa en tres ocasiones.Queda dilucidar si los santiagueños sufrimos entonces lo que se conoce como síndrome de Estocolmo. Se trata del mal que sufren algunos secuestrados, que son comprensivos y benevolentes con la conducta de los secuestradores y se identifican con sus ideas.
En el 2002 la elegimos vicegobernadora con Carlos Díaz, un ignoto médico bandeño. Fue, por lejos, la mejor elección del juarismo desde el regreso de la democracia. Entonces ocurrió la muerte de una mujer en un prostíbulo de la capital, regenteado por un cuñado de Díaz. Fue suficiente motivo para que se decidiera tumbar al gobernador. Dicen que hasta ese momento se manejaba con cierta independencia de criterio respecto de las ideas de Nina y su marido, Carlos Arturo Juárez, por lo que decidieron correrlo del cargo antes de que fuera demasiado tarde.
Su gobernación fue un dulce no hacer nada mientras la provincia se caía a pedazos. Ella desayunaba con amigos empresarios, luego recibía a otros conocidos hasta pasado el mediodía, mientras se acumulaban las montañas de expedientes aguardando su firma. Además, estaba prohibido interrumpir esas reuniones. Entretanto, la prensa no solamente se había convertido en lamebotas del poder, algunas crónicas llegaron al extremo de corregir las declaraciones de algunos funcionarios que no sabían o no podían hilar una declaración más o menos coherente sin cometer algún error de sintaxis, de concepto o de ideas.
Y en enero del 2003 llegó el cisne negro, temido por los juaristas y esperado por sus adversarios durante más de 50 años. Luego de una fiesta, según se dijo con “hijos del poder”, falleció Leyla Bshier Nazar y unas horas después Patricia Villalba, muerta porque alguien le contó del crimen de Leyla y no debían quedar testigos. Los huesos fueron hallados cerca de La Dársena, La Banda, por una cartonera, comidos, supuestamente por los perros.
El crimen enfureció a la opinión pública santiagueña, que después de 50 años, despertó de su sopor para reclamar que se encuentren los culpables de tan execrables asesinatos. El juarismo usó todos los resortes para tapar el escándalo: cambió al juez de La Banda que fue el primero en investigar el delito y lo metió preso, organizó interminables sesiones televisivas, con los abogados de todos los inculpados ofreciendo un show inicuo y falaz, llamó a supuestos expertos en develar crímenes difíciles, puso a los mejores investigadores de la provincia para descubrir qué había sucedido con dos chicas y quiénes habían estado en la real o inventada fiesta del poder.
Pero no hubo caso.
La suerte estaba echada. La Nina y Juárez fueron desalojados del poder, acusados de malversación de fondos. Después, durante la intervención del por entonces kirchnerista Pablo Lanusse, ambos tuvieron que defenderse de múltiples acusaciones y, como suele suceder en estos casos, al final todo quedó en la nada.
El 2 de julio del 2010 se murió Carlos Juárez.
Su partido, Cruzada Santiagueña, es hoy apenas un poco más que un sello y el mal recuerdo de un tiempo que en la provincia se piensa que quizás esté muerto y enterrado. De vez en cuando alguien cree divisarla en alguna confitería del centro, sola su alma, leyendo el diario, nadie se le acerca, nadie se quiere tomar una foto con ella. Todos nos hacemos los de no recordarla. Hace unos días, cuando murió la reina Isabel, algunos preguntaron en las redes de internet si estaba todavía viva.
Nadie quiere mirarla porque vería en ella el mismo rostro que le devuelve el espejo, de un tiempo que, si Dios quiere y nos esforzamos, no ha de volver.
©Juan Manuel Aragón
Otra que "no ha de volver".....Por lo que me cuentan desde Santiago, ese tiempo nunca se fue.
ResponderEliminarNo se quien le cuenta desde Santiago, se ve que no nos visita hace mucho
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