Ir al contenido principal

1853 CALENDARIO NACIONAL Ahorcan a Cuitiño y Alén

Juzgados  y muertos

Los mazorqueros Ciriaco Cuitiño y Leandro Alén fueron fusilados primero y colgados después, acusados de asesinato


El 29 de diciembre de 1853 fueron ahorcados Ciriaco Cuitiño y Leandro Alén. Cuitiño va a morir altanero, cambia insulto por insulto con sus carceleros, mira de frente, como cuando era jefe de policía del Restaurador. El otro, Leandro Antonio, va quebrado, al borde del desmayo, llorando, dicen algunas crónicas. Cuitiño le pide que no tenga miedo: “Parate y levantá la cabeza, una sola vez se muere, ¡carajo!”.
El procedimiento decía que primero debían fusilarlos y luego colgarlos durante cuatro horas, para escarmiento del resto. Entre los que presenciaban la ejecución había un chico de doce años, también llamado Leandro Antonio, hijo de Alén. El episodio aquel lo marcará para siempre. Todos le recordarán que era “el hijo del ahorcado”. Por eso se cambia el apellido y pasa a ser Alem.
Alén había nacido en Buenos Aires el 12 de marzo de 1795, hijo de Francisco Alén, y María Isabel Ferrer. Fue poco instruido, en sus primeros años trabajó en la pulpería de su padre en el barrio de Balvanera, Buenos Aires, entonces en las afueras de la ciudad. El 30 desetiembre de 1825 contrajo matrimonio con Tomasa Ponce Gigena.
Cuitiño había nacido en Mendoza, más o menos en 1795 y fue oficial de policía de la Confederación Argentina, líder de un grupo que hoy sería llamado “parapolicial”, más conocido por "la Mazorca", que actuó en Buenos Aires durante el largo gobierno de Juan Manuel de Rosas.
En su juventud se estableció en Buenos Aires como comerciante minorista y cierta influencia entre la gente de las orillas. En la década de 1820 compró un campo en Quilmes. En 1827 fue nombrado alcalde de Quilmes, destacándose por su dureza para combatir el cuatrerismo. Era federal y partidario de Manuel Dorrego.
Cuando se produjo la revolución de Juan Lavalle en 1828, sus oficiales persiguieron a los gauchos y pequeños estancieros federales por toda la provincia, matando a muchos con gran crueldad. Cuitiño se unió a las fuerzas irregulares de caudillejos federales contra los coroneles de Lavalle y se enroló con las fuerzas de Rosas en la batalla de Puente de Márquez. Recuperó su puesto de alcalde y se destacó en la represión de unitarios. En enero de 1830 fue nombrado comisario extraordinario durante el gobierno de Rosas.
Endemientras, Alén había sido nombrado alférez de milicias por Manuel Dorrego. Luego actuó en los regimientos, y fue, entre otras cosas herrador de caballos, matarife y pulpero; su quinta sembrada le permitió ahorrar y comprar solares, levantando casas.
En 1830 ingresó como celador en la policía, pero con la llegada de Juan Ramón Balcarce perdió su cargo. Fue repuesto con la vuelta de Juan Manuel de Rosas y confirmado en el escuadrón de policía en 1834. Prestó servicios como vigilante primero de a caballo. Servía a las órdenes del comandante Cuitiño.
En 1840, cuando Lavalle amenazó con tomar Buenos Aires, los dirigentes federales temieron por sus vidas, y la tensión política se hizo máxima. Cuando el enemigo se retiró, la respuesta de la Mazorca fue violenta: sometió a la ciudad al terror, degollando a unos veinte opositores, saqueando las casas de muchos más y llevando a la cárcel a otros. En sus recorridos nocturnos destruían lo que hallaban de color celeste o verde, del partido unitario. Los bienes incautados en las casas particulares fueron rematados.
A fines de octubre Rosas ordenó detener el terror, y amenazó con pena de muerte a sus partidarios exaltados. La campaña de la Mazorca terminó en el acto. Ahora no convenía que las persecuciones continuaran. Se dice que, si intentaba detenerlos antes, hubiera corrido el riesgo de ser desobedecido.
A fines de 1842, al llegar la noticia de la definitiva derrota de los enemigos de Rosas en la batalla de Arroyo Grande, hubo una nueva oleada de terror, que duró otros diez días, y que terminó de la misma forma abrupta que la anterior, por orden de Rosas. También hubo unos veinte asesinados.
A fines de 1843, Rosas ordenó la disolución de la Sociedad Popular Restauradora y la Mazorca perdió su apoyo político y financiero. La Mazorca se disolvió.
Después de la batalla de Caseros, Cuitiño estuvo en algunos lugares de la provincia de Buenos Aires. A fines de 1852 se unió al sitio de Buenos Aires impuesto por Hilario Lagos, pero no le dieron mando de tropas.
Una noche de mediados de 1853, después del levantamiento del sitio, entró a Buenos Aires. Lo acompañaba su amigo Alén. Fueron delatados y arrestados. Se les inició un juicio penal. Cuitiño fue juzgado por haber sido el jefe de la Mazorca, y por haber ordenado una larga lista de crímenes, la mayoría asesinatos a degüello. A Alén, le probaron seis muertes.
Fueron condenados a muerte y ejecutados el 29 de diciembre de 1853, a las 9 de la mañana, sobre el paredón de la iglesia de la Concepción (actuales Tacuarí e Independencia). Sus cadáveres se exhibieron colgados por cuatro horas en la Plaza de la Concepción.
Una tradición afirma que Cuitiño fue enterrado en una fosa común en el cementerio de la Recoleta. Su cuerpo yace en la Sección 9, donde está sepultado el teniente general Arturo Ossorio Arana, militar que participó en el derrocamiento de Juan Domingo Perón en septiembre de 1955.​ Según los descendientes del militar, debajo de ese lugar estaba la fosa común donde fueron arrojados los restos de Cuitiño.
A Alén lo sobrevivieron, en la mayor pobreza, sus hijos Leandro y Lucio, sus hijas Marcelina, Luisa y Tomasa, y su esposa, que hacía pasteles para mantener la familia. Hipólito Yrigoyen, en ese entonces de un año y medio de edad, era hijo de su hija Marcelina Antonia Alén Ponce y de un empleado suyo, Martín Yrigoyen Dodagaray.
Pero Alem e Yrigoyen, tío y sobrino, son otra historia.
©Juan Manuel Aragón

Comentarios

  1. Cristian Ramón Verduc29 de diciembre de 2022, 7:56

    Muy interesante. ¡Esos sí que eran tiempos difíciles!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares (últimos siete días)

CRUCERO Grecia, entre fobias y silencios

El autor de la nota durante el crucero Un santiagueño, actualmente viviendo en Israel, cuenta lo que le sucedió en un crucero que hace con su familia en las islas griegas Por Matías Mondschein No hay nada nuevo bajo el sol, decía el rey Shlomo Z"L, pero al verlo en vivo y directo me llamó la atención y nos puso en alerta. Nuestras vacaciones se fueron tornando en algo "que sabíamos" que podría pasar, porque se vienen escuchando y viendo noticias desde Grecia, con antisemitismo y diferentes marchas propalestinas. Dormir siesta, salva vidas El jueves 28 de agosto en lugar de Mikonos, el crucero se dirigió a Heraklion. Se anunció que se podría bajar a las 2 de la tarde, como tenía "cansancio" decidí hacer un "siesta reparadora": que me salvó la vida. Así es, la siesta salvpi nuestra vida, como santiagueño, intento seguir la "tradición". Así que tuve unos 30 a 40 minutos de descanso, luego de las 14.15 horas empezamos a bajar para intentar ir a ...

ISRAEL Lo que no se doblega, tampoco desaparece

Benjamín Netanyahu, primer ministro israelí Un pueblo esclavizado, humillado, perseguido, exiliado, sin embargo conserva su memoria, no se quiebra y sigue de pie Publicado por Comunidades Plus Por Daniel Grinspon Mi pueblo tiene más de 4.000 años de historia. Miles de años de fe, cultura y costumbres que se transmitieron de generación en generación. Y durante todo ese tiempo, siempre hubo quienes quisieron borrarnos, perseguirnos, castigarnos solo por ser quienes somos. Nos esclavizaron en Egipto, nos exiliaron de Babilonia, nos destruyeron templos en Jerusalén, nos expulsaron de España en 1492, nos persiguieron en Europa del Este y nos atacaron durante el Holocausto. Nos culparon de cosas absurdas, nos inventaron conspiraciones, nos señalaron sin razón alguna. Y aun así, seguimos aquí. Lo que nos hace distintos no es un capricho ni un gesto de orgullo. Es nuestra historia, nuestra memoria, nuestra cultura de milenios. Esa raíz no se quiebra. Vivir dispersos por el mundo no nos hace ap...

RELATO El canto perdido de la jefa de las ranas

Ilustración nomás A veces se cruzan historias de gallos rengos, mulas sanmartinianas y una filosofía de entrecasa que entra sin permiso —De todo lo que había en el pago, lo que más extraño es el canto de las ranas del verano después de la lluvia— dice Macario, acomodando su vaso sobre la mesa. Los otros lo miran, ya saben que viene una historia. Sea cierto o no, Macario siempre tiene un cuento para largar. —¿El canto de las ranas? —pregunta uno, incrédulo. —Sí, las ranas. Mirá, te voy a contar… Empieza con aquella vez, de chico, que con los hermanos y algún primo de visita decidieron pillar a la que llevaba la batuta. Los amigos, en ese bar de mala muerte debajo de la tribuna de Central Córdoba, se acomodan en las sillas y lo dejan hablar. Es que Macario ya antes les había largado cada cosa. De chicos hacían competencias a ver quién boleaba más gallinas, con boleadoras de marlo atadas con hilo sisal… El abuelo se enojó como nunca, porque le arruinaron, dejándolo rengo, un gallo de pele...

EVANGELIO Un pelo de comués

San Juan amonesta a Herodes Una narración espeluznante recordó la Iglesia Católica ayer, fue el día de la Degollación, por si no fue a misa, esta es la narración de los hechos Una historia espantosa cuenta San Marcos en el Nuevo Testamento y está casi al principio nomás, en la parte de Herodes y el Bautista, en el capítulo 6, en los versículos que van del 17 al 29. Me acordé ayer, 29 de agosto, que fue el día de la degollación del pobre Juan, que andaba predicando en el desierto y bautizó a Nuestro Señor en el río Jordán. Usted también la sabe de memoria, doña, pero justo es repasarla sólo para ver si en alguna oportunidad no se ha comportado como la mujer aquella, aunque no tan perra, digamos. Resulta que Herodes había mandado a meter preso a Juan, el que luego fue conocido como el Bautista. Mire lo que son las cosas, el Reinaldo se había casado con la cuñada, la esposa de su propio hermano, Felipe y el otro solamente le recordó que no le era lícito tener a esa mujer. Al casarse, pasó...

1915 AGENDA PROVINCIAL Bianchi

Las abejas y la miel, preocupación de Bianchi El 4 de septiembre de 1915 nace Eduardo Mario Bianchi, farmacéutico, bioquímico, docente y escritor El 4 de septiembre de 1915 nació Eduardo Mario Bianchi en Santiago del Estero. Fue farmacéutico, bioquímico, docente y escritor. Creció en una familia de clase media y mostró interés temprano por las ciencias. Estudió Farmacia y Bioquímica, forjando una carrera que combinó investigación, docencia y escritura. Trabajó en la Universidad Nacional de Santiago del Estero, especializándose en plantas medicinales y apicultura. Publicó trabajos sobre fitoterapia y participó en conferencias internacionales. Fue un conferencista reconocido y colaboró en el desarrollo del Centro de Investigaciones Apícolas. Su labor incluyó cursos de posgrado y charlas en el Colegio Farmacéutico local. Cuando murió, un laboratorio llevaba su nombre. Recibió una educación que fomentó su curiosidad científica. Desde joven mostró inclinación por la química y la biología, l...