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Otamendi domando |
En 1997 el deportista de jineteadas Rafael Otamendi, cayó de un caballo y fue pateado, murió el 22 de ese mes
El 11 de febrero de 1997, el jinete Rafael Otamendi cayó del reservado llamado "El Malevo" y fue pateado por el animal. No se recuperó del golpe recibido y días más tarde, el 22 de ese mes, perdió la vida.Era tricampeón del festival de Doma y Folklore de Jesús María y había obtenido un título de Campeón internacional de jineteada.Murió en hospital Castro Rendon, de la ciudad de Neuquen, luego del accidente en un campo de jineteada, en la “Fiesta del Puestero” (que ahora lleva su nombre), de Junín de Los Andes, Neuquén.Otamendi pasó a ser una leyenda entre los humildes paisanos que ven una luz de esperanza para salir de la pobreza, en jineteadas que se realizan durante el año en toda la Argentina.
Había nacido en Quehué, provincia de La Pampa, el 24 de octubre de 1942, en el lote 18. Sus padres fueron Santiago Otamendi y Matilde Petrona Puebla. Estaba casado desde el 7 de diciembre de 1981 con María Isabel Díaz. Dejó tres hijos, Nazareno Cruz, Maximiliano y Eugenia.
Era un destacado jinete, protagonista en todos los campos en la modalidad de bastos y encimera.
Amigo de todos los jinetes y de profunda raíz tradicionalista, por su particular y elegante forma de jinetear fue inspiración de muchos domadores, incluso con su experiencia se convirtió en referente de los jinetes más jóvenes.
Joven había aprendido el oficio y luego con sacrificio y conducta deportiva llegó a ser el jinete más reconocido de La Pampa.
Algo personal
El de la “doma” es un deporte bárbaro, inútil e incivil, que proviene de la costumbre que tenían los paisanos argentinos de amansar un caballo y así volverlo útil para las indispensables tareas de campo. En principio es la imitación de una parte de aquel proceso de amansar caballos, con la diferencia de que los gauchos preferían evitar los saltos, cabezazos y gambetas del animal, pues corrían riesgo de lastimarse a sí mismos y al jinete.
Es una burda imitación de los “rodeos” norteamericanos, con jinetes anotados, categorías bien definidas, tiempos marcados para que los jinetes se mantengan en el animal, jurados que decidirán el puntaje de cada uno, un público consumidor de bebidas y comidas y una leve pátina de folklore, dada por guitarreros improvisando versos y el disfraz de algunos concursantes.
Al revés de los gauchos no se quiere que los caballos se amansen sino al revés, se pretende que sigan igual de chúcaros, festival tras festival para seguir haciendo uso de sus malas costumbres. Al final del camino ninguno servirá para tareas rurales o de otro tipo y será descartado o, en el mejor de los casos, vendido para mortadela.
Todo para satisfacer las ansias de gauchismo telúrico de una multitud congregada, en el mejor de los casos para pasar un día de campo en familia, observando tareas rurales que un paisano de bien seguramente desprecia.
©Juan Manuel Aragón
Algo sesgada la opinión, según mi parecer.
ResponderEliminarEl espectáculo no es de doma, sino que es en realidad "jineteada", Se prueba la destreza del jinete para aguantar montado las "bellaqueadas" de un potro chocaron llamado "reservado", porque se lo reserva con ese propósito porque por su rebeldía y mañas no sirve para silla.
Quienes reclaman crueldad animal y se oponen a esta práctica, deberían considerar que dar unos cuantos corcovos un par de veces al mes y pasar el resto del tiempo pastando en un potrero, es mucha mejor vida que ser convertido en mortadela por no servir para otro uso.