Neutrino, digamos |
Algunas consultas que hacen los fieles lectores son difíciles de responder: aquí va la respuesta a una de ellas, esperando satisfacer su curiosidad
Qué es la branquia fundamental, pregunta un atento lector de las notejas de este sitio perdido de internet. Después de mucho pensar, se halló una explicación para neófitos. La porción más pequeña de materia es casi una abstracción, el “neutrino”. Para decirlo mejor, si un átomo de hierro tuviera la masa de un elefante de seis toneladas de peso, el neutrino sería un grano de sal.Pero, mire lo que son las cosas, por una de esas paradojas de la ciencia, si bien es una entelequia, al mismo tiempo no es una creación de la fecunda imaginación de un físico. De la misma manera que ya se sabe que el Dios de las Ranas no está en todas partes, sino que “es” todas partes, los neutrinos “son” la materia: usted, su casa, el peluche de su hija, el perro, el gato, su vecina y la pantalla que está mirando en este momento. O no.Le cuento someramente cómo viene la mano, en 1930, el físico Wolfgang Pauli hizo algo que ningún teórico debería hacer nunca: inventó una nueva partícula que pensaba que nadie podría detectar jamás, para salvar el principio de conservación de energía en ciertas desintegraciones radiactivas que estaba estudiando. La partícula imposible de Pauli resultó ser real: el neutrino, que uno de sus descubridores llamó “la cantidad más pequeña de realidad jamás imaginada por un ser humano”.
Hoy se buscan neutrinos en las profundidades de la capa de hielo de la Antártida, se disparan a través de la corteza terrestre y se observan en enormes tanques de agua bajo kilómetros de roca. Aunque usted no lo crea, están revelando la física de supernovas distantes, ayudan a comprender la materia oscura y podrían contener la clave del propio Big Bang.
Estas partículas subatómicas no son inertes, están en continuo movimiento, por lo que sería muy difícil para un laboratorio, aislar uno para luego descomponerlo —destriparlo, en lenguaje coloquial— y ver qué tiene adentro, como si fuera un reloj de pared, un animal desconocido o el motor de su Zanella. Sus partes podrían ser infinitamente más pequeñas: como la diferencia entre el pico más alto de América, el Aconcagua y un gorro de cumpleaños, un dedal, el capuchón de una lapicera.
Se sospecha que estos neutrinos, al ser, en definitiva, cuerpos eléctricos, se concentran en mayores cantidades, cerca de materia viva con la suficiente antigüedad como para atraerlo como si fuera un gran imán. Ese antiguo elemento vivo, bien podrían ser las personas mayores, los viejos, los ancianos. En determinadas situaciones y bajo condiciones atmosféricas adecuadas, se juntan y producen un campo nervioso, como si fuera un “demonio”. ¿Se da cuenta?
Entonces provocan accidentes domésticos inexplicables en la vida de los hombres, que en muchas ocasiones no pueden ser mostrados de otra manera. Un libro que se cae de un estante sin un motivo aparente, un teléfono que no responde al otro lado de la línea, los ruidos que sobresaltan las almas insomnes durante la noche.
Es posible que el Dios de las Ranas, que domina el mundo desde los charcos y canta a coro los días de lluvia, haya creado la demonización de las cosas, para divertirse observando a los viejos buscar los anteojos, que cambió de lugar cuando no lo veían o gozando con el golpe en el corazón que provoca una puerta estrellada contra el marco. O quizás sea parte de una lógica que todavía no sabemos percibir. Al menos mientras no tengamos las branquias necesarias como para adquirir ese fundamental conocimiento.
¿Ahora entiende?
©Juan Manuel Aragón
A 29 de enero del 2024, en Amamá. Pelando una gallina
Pienso luego existo. Digo.
ResponderEliminarEl Big Bang es una transición ó un origen?
De todos modos la envidia, p/ej. dónde surge? ó es una transición mental, de tan movedizos neutrinos difícil de capturarlos? Capaces de atravesar paredones inmensos.
Bien, en fin, en 2.024 los estudiosos de los neutrinos están tratando de capturarlos simil boson de Higs. Como para entender al Dios de las Ranas del charco. No al pensamiento de Charcot.