Forres |
Por qué se mantuvo y se perdió esta lengua
Por Héctor Bustos*
A los escasos y diseminados pobladores nativos en la región Forres fueron sumándose las corrientes de inmigrantes internas -del país y la provincia-, como también de otros países y descendientes de extranjeros.
En la década del 20 fueron llegando las primeras familias provenientes de los departamentos Capital, que optaron por distintas tareas en el establecimiento agropecuario y lácteo de Aage Lund.
Desde la ciudad de Fernández se desplazaron comerciantes, que en los años sucesivos -1950- abordaron siriolibaneses y descendientes, desde el departamento Matará -actual Juan Felipe Ibarra-, italianos y españoles, algunos sumados al mismo ramo y la mayoría a la explotación agropecuaria.
En forma contemporánea arribaron pobladores de los departamentos San Martín, Sarmiento, Avellaneda, Figueroa, Jiménez, Atamisqui, Salavina, regiones en donde, desde tiempos ancestrales, mantuvieron la lengua quichua en la relación doméstica y comunitaria, junto al español.
Estas familias generalmente guardaron reserva del uso de la lengua quichua, cuanto más, en trasmitirle a sus hijos y descendientes.
Otras en cambio adoptaron una actitud más respetuosa y entusiasta de compartir diálogos con la comunidad quichuahablante, que avanzó en la organización de encuentros tradicionales, como la Agrupación Gauchesca y la integración al grupo Sapiyman Hacia mi raíz, gestado en la ciudad de Fernández.
Otro evento anual que está íntimamente relacionado con la cultura popular es el Encuentro de Quichuistas, coincidente con la semana se festejos del Aniversario de la Fundación de Fernández.
No obstante, los notables avances académicos que el quichua tuvo a partir de los estudios del profesor Domingo Bravo y la implementación de la cátedra de Quichua en la Universidad Nacional, la vigencia de este idioma, según el docente y estudioso de la lengua, nativo y residente en Barrancas, departamento Salavina, Mario Garnica, depende radicalmente del uso doméstico.
Esta práctica fue reprimida desde la conquista española, pero quedó arraigada tanto en el ámbito familiar como en el escolar y social.
En Forres descollaron hablantes quichuas como las familias Almeyda, Herrera, Islas, Cisneros, Díaz, Coria y la emblemática doña Shiva de Espíndola, cuyo hogar fue un reducto que concentraba a quichuistas y numerosos vecinos, en un bastión de tradición de la cultura santiagueña.
Entre los hechos anecdóticos, podemos citar a los extranjeros que hablaban con singular fluidez como el descendiente de Ucranianos, Foñy Yacuk y también siriolibaneses.
*Tomado de su libro “Huellas de Forres”.
En forma contemporánea arribaron pobladores de los departamentos San Martín, Sarmiento, Avellaneda, Figueroa, Jiménez, Atamisqui, Salavina, regiones en donde, desde tiempos ancestrales, mantuvieron la lengua quichua en la relación doméstica y comunitaria, junto al español.
Estas familias generalmente guardaron reserva del uso de la lengua quichua, cuanto más, en trasmitirle a sus hijos y descendientes.
Otras en cambio adoptaron una actitud más respetuosa y entusiasta de compartir diálogos con la comunidad quichuahablante, que avanzó en la organización de encuentros tradicionales, como la Agrupación Gauchesca y la integración al grupo Sapiyman Hacia mi raíz, gestado en la ciudad de Fernández.
Otro evento anual que está íntimamente relacionado con la cultura popular es el Encuentro de Quichuistas, coincidente con la semana se festejos del Aniversario de la Fundación de Fernández.
No obstante, los notables avances académicos que el quichua tuvo a partir de los estudios del profesor Domingo Bravo y la implementación de la cátedra de Quichua en la Universidad Nacional, la vigencia de este idioma, según el docente y estudioso de la lengua, nativo y residente en Barrancas, departamento Salavina, Mario Garnica, depende radicalmente del uso doméstico.
Esta práctica fue reprimida desde la conquista española, pero quedó arraigada tanto en el ámbito familiar como en el escolar y social.
En Forres descollaron hablantes quichuas como las familias Almeyda, Herrera, Islas, Cisneros, Díaz, Coria y la emblemática doña Shiva de Espíndola, cuyo hogar fue un reducto que concentraba a quichuistas y numerosos vecinos, en un bastión de tradición de la cultura santiagueña.
Entre los hechos anecdóticos, podemos citar a los extranjeros que hablaban con singular fluidez como el descendiente de Ucranianos, Foñy Yacuk y también siriolibaneses.
*Tomado de su libro “Huellas de Forres”.
Comentarios
Publicar un comentario